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Los trajes de novia eran un tratado de sociología en sí mismos. Frente a la uniformidad actual, en la que la diferencia suele estar en la firma del modisto, tiempo atrás contaban mucho de los contrayentes. Sobre todo (y tratando de no pecar de machista) de la indiscutible estrella de una boda: ella.
El Museo Provincial del Traje Popular de Morón de Almazán (Soria) reúne hasta diciembre casi dos siglos de historia de la vestimenta femenina en el considerado 'día más importante de su vida'. 'A la gala de la buena novia' reúne 50 trajes desde 1840 hasta 2014. De ellos, 33 piezas reflejan la evolución de los estilos, que arrancan con un vestido que recrea la etapa británica a partir de 1840 cuyo espejo fue la boda de Victoria de Inglaterra con Alberto de Sajonia.
Es el apartado más denso y muestra la evolución de las vestimentas femeninas con ejemplares que han llegado desde Irlanda, Italia, México o el Museo Metropolitano de Nueva York. «Es la primera vez que podemos juntar esta colección única gracias a todos los contactos, amigos y conocidos del Museo del Traje», explica el comisario de la muestra y etnógrafo de la tradición de los trajes, Eduardo Borobio.
En esa evolución, llama la atención el enorme salto del color. Así, el equivalente español en boda nupcial que marcó tendencia fue la protagonizada por Alfonso XII y María de las Mercedes en 1878. La repentina muerte de la consorte cinco meses después tiñó la escena nupcial española de negro durante décadas. Un fundido de tonalidad que solo se atrevió a romper la tonadillera Pastora Imperio en su boda en el torero Rafael Gómez 'El Gallo' en 1911. Mantuvo el traje negro pero le incorporó una tocado blanco. «Imperio era la gran 'influencer' de su tiempo», recuerda Borobio. El traje Pastora Imperio, que se incluye en 'A la gala de la buena novia' marcó tendencia, aunque las bodas de negro se mantuvieron en la España rural hasta mediados del siglo XX.
Museo del Traje Popular. Morón de Almazán (Soria).
Fechas. Hasta diciembre de 2019. Entrada: dos euros.
Un segundo apartado incluye 17 trajes de casar específicos de diferentes comarcas: desde los trajes de vistas salmantinos y toledanos (La Alberca, Lagartera y Navalcán), a los dos conjuntos de las novias de Consuegra (Toledo), los del Aliste zamorano, la Ribera del Duero burgalesa o la Mariña gallega. «Son pocas las localidades que conservan un traje específico. De hecho ya no se usan. Solo alguno pervive para exhibirlo en la fiesta del Corpus», ilustra Enrique Borobio.
Eran piezas de un solo día pero que las mujeres tejían durante años con la ilusión de los días irrepetibles de vino y rosas. Cuanto más rico en detalles, más poderío de los contrayentes. «La colocación y superposición de las prendas era tan importante como el conjunto», asegura Borobio.
La muestra se cierra con una muestra de ajuar femenino (ropa íntima y de cama) y con las piezas musicales que sonaban durante la ceremonia. Dos siglos de historia concentrados en este coqueto museo y en un pueblo de apenas 200 habitantes.
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José Antonio Guerrero | Madrid y Álex Sánchez
Mateo Balín y Sara I. Belled (gráficos)
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