Criadores de pájaros con solera
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La Asociación Ornitológica, situada en la calle Caño Grande, busca relevo generacional ante el descenso de socios, que ha pasado de 160 a 68Secciones
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La Asociación Ornitológica, situada en la calle Caño Grande, busca relevo generacional ante el descenso de socios, que ha pasado de 160 a 68luis javier gonzález
Segovia
Lunes, 17 de septiembre 2018, 22:09
«Se pueden hacer muchas cosas sin restar animales a la naturaleza», afirma Jesús Herranz Benito, secretario de la Asociación Ornitológica Segoviana. Miembro fundador del colectivo, hace más de tres décadas, es un habitual en concursos de canaricultura por todo el mundo, no solo como participante, sino como juez. El canario, la gama que más se cultiva por los criadores, lleva más de 500 años reproduciéndose en domesticidad. «La gente habla mucho de cautividad pero es un animal doméstico cien por cien. Ninguna de las variedades que hay de canarios hoy en día existe en la naturaleza». El canario silvestre de Canarias y Azores se ha ido reproduciendo en tres grupos: canarios de canto (divididos en tres variedades), de postura (más de 50) y de color (más de 300). Todo un abanico cromático en su local entre jaulas, estanterías, vídeos y libros de la calle Caño Grande.
La asociación segoviana se fundó en 1986 por la inquietud de 39 socios –todos hombres, aunque ahora hay también varias mujeres– que cultivaban su afición. Se inscribieron en la Federación Ornitológica Española y empezaron a conocer el mundo de la canaricultura deportiva. No tardaron en organizar su primer concurso en el colegio Domingo de Soto, en 1988. «El año anterior nos juntamos tres coches llenos, íbamos a algún concurso en la zona de Madrid, vimos cómo lo organizaban y nos lanzamos». Hubo una gran participación, con muchos ejemplares de otras zonas de España. Después, se hicieron criadores nacionales; el requisito es pertenecer a una asociación inscrita en una federación nacional y cada socio pides anillas para las aves a esa federación, que asigna un número único de criador. «No es una actividad lucrativa. Los animales que reproducimos cada año están destinados a los concursos; cuando termina ese proceso en enero, no podemos tener en casa todo lo que sacamos. Uno lo regalas, otro lo cambias con otros criadores para evitar la endogamia y el resto suelen cederse a pajarerías a cambio de comida o nidos», explica Jesús.
Los pájaros son valorados en cada concurso por el Colegio de Jueces de la federación, que suelen ser aficionados que superan unos cursos. Hay jueces por cada variedad. Por ejemplo, de canto. «Estos animales, por selección genética, tienen unas condiciones diferentes al resto. Un neófito no se lo cree, pero oyes cantar a un Waterslager [un canario belga] y hace las gotas del agua, tal cual, glu glu glu. Oyes a un timbrado español y sus notas simulan perfectamente a un cascabel. Ellos tienen la capacidad de hacer esas notas que otros no tienen». En postura, se diferencian por la forma, por la posición, por su plumaje liso o rizado. En color –Jesús es juez internacional de esta modalidad– hay más de 300 variedades. Para valorar a los canarios hay estándares internacionales que se actualizan cada dos años a la evolución de cada animal; cada variedad tiene su estándar y hay varios conceptos que suman puntos si se adecuan a su estándar: si tiene melaninas (como en la piel, ellos las tienen en las plumas), lipocromos (el color de fondo), el estado del plumaje, la forma (armónico), la posición (si es arisco o asustadizo, no puede estar está todo el rato tirado la jaula) y condición (limpio, sano). «Todo eso hay que entrenarlo, son puntos que sumamos los cuidadores».
La clave es la selección genética. «En la sala de cría, donde seleccionamos al padre y la madre para hacer la pareja, tenemos que conocer como criadores el estándar de esa variedad y saber los defectos y virtudes que tiene cada uno para que los hijos se adecuen a los modelos de perfección». Después, toca entrenar. «Cuando son pollitos, tienen que efectuar la primera muda, y cuanto mas espacio tengan, mejor, para que vuelen y se desarrollen. Una vez terminada, empezamos a seleccionar y vemos cuáles reúnen las mejores características según el estándar y los vamos poniendo paulatinamente en un espacio más reducido –de jaulo nes de un metro a una de concurso, de 30 y 40 centímetros– para que se vayan amansando y coja confianza con la gente». El criador tiene que hacer al pájaro tranquilo y confiado. «Son muchas horas de meter la mano en la jaula poniéndole 'golosinas' –una semilla que le guste– para que el animal no se asuste y se tranquilice. Yo llevo muchos años criado pájaros y hay veces que aciertas y otras que no. A veces son compatibles y otros años no se parece ni al padre ni a la madre. Es la vista, la experiencia, llevar anotado lo que cada año consigues. La dedicación es importante, pero influye el azar. Hay veces que un principiante consigue un apareamiento factible y saca mejores pájaros que alguien que lleva 30 años criando».
El colectivo segoviano tuvo más 160 asociados a principios de siglo; ahora son 68. «La crisis económica nos ha machacado. Ya no es solo pagar la cuota o las anillas, tienes que dar semillas de buena calidad a los pájaros, pastas de cría, aditivos, complejos vitamínicos...». A eso se una la falta de un relevo generacional. «El problema es que cada vez que viajas ves a las mismas personas, no hay gente joven. Y nos vamos haciendo mayores. Es un mundo que requiere dedicación y paciencia, y a determinada edad prefieres dedicarte a otras cosas que a los pajaritos». Lo dice alguien que de pequeño no se separaba de los jilgueros. «No dejas de tener una parte de la naturaleza en tu casa. Cuidando de los animales, los niños adquieren valores de respeto y de compromiso». La asociación estuvo negociado la opción de usar a los animales para una terapia con presos pero el proyecto no se concretó.
Entre su calendario de actividades, destaca la fiesta de San Frutos. En colaboración con el Ayuntamiento, hacen una exposición en la Plaza Mayor con los pájaros de los socios y la mayor variedad posible. «Sobre todo por los niños; que se aficionen y aprendan a respetar a la naturaleza». Organizan unas charlas en otoño con alguien de la asociación o un experto y a finales de noviembre hacen un concurso de canto timbrado español; el juez suele meterse en una habitación y enjuicia a los pájaros por lotes. En este concurso se hace de forma didáctica: los socios lo presencian y el juez explica las puntuaciones. Es una forma de incentivar a los iniciados. En diciembre organizan el concurso social de la asociación, con criadores de las provincias limítrofes. El campeonato de España es a principios de diciembre y el Mundial del hemisferio norte en enero; el próximo será en Holanda.
Hay confederaciones de cada hemisferio porque los criadores concursan cuando sus pájaros han terminado de mudar. El del sur se celebró el mes de julio, en Uruguay. En el norte, las mayores potencias son Italia y España; en otras épocas lo fueron Bélgica, Holanda o Alemania. «Hay un grupo de amigos que vamos a ver siempre el campeonato de España. O a un internacional cerca como Reggio Emilia [Italia], uno de los mejores concursos. Y sacamos buenos resultados. Ha habido criadores de Segovia que han sido campeones del mundo en especialidades y raro es el año que alguien no coge algún premio en el campeonato de España. Hay un grupillo bueno y hemos tenido suerte». Jesús replica algunos movimientos de asociaciones protectoras que quieren prohibir los concursos de canarios porque, aseguran, sufren. «Si no fuera por los miles de criadores que hay en el mundo, el canario no existiría. Nosotros somos los más interesados en que los animales estén en las mejores condiciones. Limpiamos, desinfectamos, tienen comida óptima, habitáculo confortable... Nosotros no tenemos dos pájaros sin plumas en una jaula chiquitita. Y si sueltas a un animal en domesticidad como este, al día siguiente no queda ninguno porque no se saben valer, encontrar comida o defenderse de sus depredadores».
El grupo segoviano se reúne cada jueves en su local social de la calle Caño Grande, que parte de una zona rejuvenecida por el campus universitario María Zambrano y recorre los bloques de Pío XII, donde pasó su infancia Pedro Delgado. Jesús habla de una zona tranquila y su viaje personal cierra de alguna manera el círculo. «Pedro ha ido conmigo a la escuela y hemos coincidido en clase juntos bastantes años. Yo vivía en La Albuera y él iba al Calvo Sotelo [lo que es hoy el Peñascal]. Los grupos de 1960-1961 nos juntamos un montón y él ha venido a varias cenas». La asociación empezó reuniéndose la calle Judería Vieja con un socio que tenía un local cerrado. Tras varios años, se 'mudaron' a una pajarería de la calle Alfonso VI. Con el tiempo, quedó libre el local que había ocupado de la Unión Sindical Obrera y contactaron con el propietario de los bloques de Pio XII para pagar el traspaso del local. «Afortunadamente tenemos albañiles, carpinteros, fontaneros, pintores y se arregló por la patilla. Entre todos lo adecuamos».
Llevan más de una década allí. «Hablamos de la cría, de los problemas de cada ejemplar y, si hace falta, de fútbol». Tienen una biblioteca y videoteca relacionadas con canarios y que explican la cría, enfermedades, alimentación o razas. También hay suscripción a revistas especializadas del sector y todo el material para concursos como estanterías, jaulas y repuestos. Y el álbum de cromos de cada uno, una colección personal e intransferible.
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