Se cumple un año de la beatificación de Juan de Palafox y Mendoza

Se cumple un año desde que El Burgo de Osma acogió la beatificación de Juan de Palafox y Mendoza. A las 10.27 horas tal día como hoy hace un año, el Cardenal Angelo Amato leía la Carta Apostólica mediante la cual el Papa inscribía a Palafox en el Libro de los beatos. Las campanas de la Catedral burgense repicaban jubilosas. Los fieles estallaban en un conmovedor aplauso mientras la gigantografía del nuevo beato era desplegada en la nave central de la Seo diocesana.

No parecería, hasta el año pasado, que la vida de un Obispo caído en desgracia a los ojos de los poderosos del mundo -civiles y eclesiásticos- pudiera ser presentada por la Iglesia como modelo de virtudes más de tres siglos después de su muerte; la vida de un Obispo libremente pobre, sabio donde los hubiera habido, de recta conciencia en el siglo diecisiete que ejerció en México y España, hombre de vasta cultura y profunda espiritualidad, gran reformador y defensor de los indios, como lo definió Benedicto XVI el día de su Beatificación desde la ciudad de Zagreb, no iba a perderse entre la maleza de la Historia.

Casi 3.000 personas presenciaron expectantes la beatificación de Palafox conducida por el cardenal Angelo Amato. Cientos de fieles tuvieron que seguir la ceremonia a través de las pantallas gigantes colocada en la plaza de la Catedral de el Burgo de Osma. Doscientos sacerdotes, treinta y siete obispos, cinco cardenales y el Nuncio del Papa en España, Renzo Frateli, hicieron su entrada en la catedral de La Asunción pasadas las diez de la mañana ante la emoción de cientos de personas que se agolpaban en la entrada principal. Mejicanos, fiteranos y burgenses compartieron esta mañana un sentimiento común, el orgullo de que Juan de Palafox y Mendoza haya formado parte de la historia de sus pueblos.