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Un cartel en una tienda indica la venta de hielo. /ALFONSO ARRIBAS
EL PATIO

Una de pleonasmos

ALFONSO ARRIBAS

Viernes, 28 de agosto 2009, 03:08

«Hay hielo fresco». Es uno de esos carteles que merecen ocupar un hueco en la historia de la comunicación comercial, que nacen para formar parte de una antología. Los reclamos, o son un puro pleonasmo (gafas de ver, beba líquidos) o no son nada eficaces. Hielo fresco, se anuncia, que es como ir a pescar con dos cañas, cazar con dos escopetas o casarse con unas gemelas. Miren si no estará siendo asfixiante este veranito de 2009 que hasta nos tienen que recordar que los cubitos sirven para combatir el bochorno, que es uno de sus enemigos naturales. O puede que sea al revés, que lo que se esté anunciando es un hielo no muy frío, sino fresco, que es diferente. Una delicatessen que hace que no se pasen los dientes y que aporta como unas migas de rocío, saludables pero no gélidas, a nuestras bebidas de estío. Puede pensarse que, al contrario que otras bolsas de hielo que llevan congeladas unos cuantos meses, las de esta tienda son, efectivamente, frescas, gotas solidificadas cada día siguiendo un proceso artesanal como cada día se hornea el mejor pan. «Estuve a punto de poner otro: hay hielo de agua, pero me pareció demasiado», comenta el propietario de este comercio de golosinas ubicado en Fernández Ladreda. «Hasta los turistas han hecho fotos a los carteles», sonríe. El marketing se asoma a las grandes empresas casi siempre vestido de una tecnología que resulta carísima y de profesionales con la modernidad subida. En los pequeños negocios como éste, la cosa va más por la imaginación y, por qué no decirlo, por la valentía. Porque habrá quien piense que es una metedura de pata, graciosa pero demasiado pública. «El año pasado puse uvas con hache», se regodea el propietario, encantado con dar continuidad a la técnica del llama la atención como puedas. «El caso es que vendo hielo», sentencia.

EVACUATORIOS

Limpieza efímera

Tan loable como efímera la labor desarrollada por la Concejalía de Medio Ambiente en los terrarios destinados al alivio intestinal de los perros con dueño ubicados generalmente en parques y jardines de la ciudad. El viernes 21 se reabrieron después de una necesaria actuación para su desinfección y limpieza y el lunes 24 muchos de ellos ya habían vuelto al estado anterior, es decir, a estar sembrados de excrementos de todos los tamaños, formas y colores. Me fijé en el de la plazuela de Santa Eulalia, uno de los evacuatorios beneficiarios de la desinfección, y me pareció que tal abundancia en tan pocos días no podía ser casualidad, y que a lo mejor era una forma de protesta contra lo que fuere. No es normal que en tres días aquello se ponga como se puso, hasta el punto que era difícil encontrar la arena, teniendo en cuenta además que sólo es una minoría la que ejerce el incivismo y no recoge las deposiciones de su mascota a la finalización del proceso. Hay carteles que explican el uso debido de estos espacios, y avisos muy claros sobre la inconveniencia de dejar allí los regalitos, pero nada. Como esto siga así, tendrán que cambiar los evacuatorios a cielo abierto por cabinas aisladas como las de los fumadores, sin intercambio de aire con el exterior para evitar contaminaciones.

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