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Puente de Pino de Oro o Puente de Requejo en Zamora
Un siglo de acero que rompe el aislamiento entre Aliste y Sayago

Un siglo de acero que rompe el aislamiento entre Aliste y Sayago

El 15 de septiembre se cumplen 100 años de la inauguración del Puente de Requejo, una de las estructuras más conocidas y espectaculares de Zamora

el norte

Sábado, 9 de agosto 2014, 17:14

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En una época en la que la ingeniería ha desbordado la capacidad de asombro del mundo, los medios de comunicación describen a diario el edificio más alto, la presa más grande o el túnel más largo y destripan con sesudos reportajes la forma en la que el ser humano intenta doblegar a la naturaleza en todos los frentes. Así no parece probable que estructuras construidas hace muchos años puedan competir con los mastodontes de la actualidad pero, lo cierto es que cualquier tiempo pasado siempre cuenta con exponentes del ingenio y del buen hacer del ser humano en su época.

En 1914, el mundo volvía los ojos hacia el centro de Europa, donde el Imperio austrohúngaro declaraba la guerra a Serbia a finales de julio, semanas después del asesinato del archiduque Francisco Fernando en Sarajevo. Empezaba la Primera Guerra Mundial.

En España, en un contexto de neutralidad en la Gran Guerra, primaba el mundo agrícola y ganadero en un sistema que no lograba dar el paso a la revolución industrial. Todavía tiene más mérito haber conseguido llamar la atención de propios y de extraños desde una zona del país especialmente aislada, como era la frontera zamorana con Portugal, especialmente, las comarcas de Aliste y Sayago que, además, permanecían separadas por río Duero, informa Ical.

Ese aislamiento empezó a difuminarse el día 15 de septiembre de 1914, cuando se inauguró el puente más conocido de la provincia de Zamora, proyecto realizado por José Eugenio Ribera, que salva el cauce del Duero para comunicar las tierras sayaguesas con las alistanas, en pleno Parque Natural de las Arribes.

Un amplio arco de 120 metros de luz, con una altura de 90 metros y un tablero que fue remozado recientemente, reduciendo mucho el peso, con una calzada de cinco metros y aceras de 75 centímetros, son las cifras que resumen esta impresionante estructura, asentada entre dos cortados de piedra por los que serpentea el río Duero, a caballo entre los términos de Pino del Oro y de Villadepera.

Dentro del plan para acondicionar la estructura, las vigas que soportan más peso fueron tratadas también por la Junta de Castilla y León para evitar que la corrosión terminara por afectarlas de forma irreparable.

Reclamo turístico

La condición de este puente como reclamo para que los visitantes acudan a la linde entre las comarcas de Aliste y Sayago es indudable y así lo interpretaron los integrantes de la Asociación Cultural La Mayuela, de Bermillo de Sayago, que preparan cada año un nutrido programa de actividades para el verano en la zona.

Si fue sonado el protagonismo que la Asociación dedicó hace un par de años al escritor y antropólogo peruano José María Arguedas, quien buscó en la década de 1960 en Sayago parte del pasado hispano de la cultura andina, en esta ocasión, la historia hunde sus raíces de hierro en el lecho del río Duero con la muestra 190 metros. Exposición I Centenario del Puente de Requejo, que puede verse en Bermillo de Sayago del 12 al 17 de agosto y en Villadepera, del 19 al 24 de este mes.

«Hasta hace relativamente poco, cuando empezaron los puentes de hormigón, este fue el puente con mayor luz y más altura de toda España», explica Gema Armada, organizadora de la exposición, en referencia a la distancia entre los apoyos de las vigas más distantes de la estructura, que hoy sigue figurando como referencia histórica en los libros especializados de ingeniería. «El ingeniero era muy metódico y austero a la hora de hacer obras. Buscó el método más económico e hizo doce comparaciones de modelos distintos de puente, entre ellos los de Eiffel, que era en aquella época el que más renombre internacional tenía. Pero el puente, según esa concepción, salía más caro», explica. «Con la idea de José Eugenio Ribera, salía más barato, era una estructura más ligera y menos problemático a la hora de ejecutarla», añade.

El puente se inauguró el día 15 de septiembre de 1914, «coincidiendo con el inicio del curso político», según bromea el fotógrafo de Bermillo de Sayago Álvaro San León, el otro artífice de la muestra. «Había políticos por medio, como siempre», indica, en alusión al largo proceso por el que pasó el proyecto, desde que Práxedes Mateo Sagasta lo propuso, tras convertirse en diputado por Zamora.

El infructuoso peregrinaje de la necesidad de comunicar con un puente Aliste y Sayago encontró el espaldarazo definitivo con Federico Requejo, lo que explica la futura denominación del puente, aunque es muy común y fuente de cierta polémica, la denominación Puente Pino, sobre todo por las gentes de ambas comarcas. «Fue fundamental para unir Aliste y Sayago, que ya padecían entonces un gran aislamiento. Por eso, este puente se convirtió en un punto de comunicación especial, en todo un símbolo, encajado en las Arribes del Duero», apunta San León.

«En 2002, yo abrí una tienda de fotografía en Alcañices y estuve cruzando este puente hasta 2010, día sí y día no. Esta columna que está aquí, a la entrada, que pone Sociedad Duro Felguera. Asturias. 1914 la tengo grabada en la cabeza y este año, aprovechando que era el centenario, lo propusimos en La Mayuela y salió adelante», explica, haciendo mención del entonces grupo siderúrgico más importante de España, cuyo nombre figura a la entrada de la estructura por su aportación.

Bajo el puente

El centenario de esta pieza del patrimonio zamorano de la ingeniería atrae a la zona a un creciente número de visitantes, algunos de los cuales tienen la suerte de contemplar el Puente de Requejo desde una perspectiva especial: desde las propias aguas del Duero, a bordo de una piragua.

De esa forma, el turista vive con exactitud una parte de lo que fue el día a día en esa zona de Zamora desde mucho antes de que se construyera esa infraestructura, ya que la única forma de pasar mercancías de un lado a otro era con una barcaza, aunque las personas sin carga podían tener el arrojo de cruzar con un antiguo puente de cable. «Había un puente de esos, en plan nepalí. Era el puente de un carril, solo para gente sin mercancías. Si querías trasladar carga, no te quedaba más remedio que hacerlo por el río», señala el director técnico de Zamora Natural, Antonio Campesino, empresa que gestiona, entre otras muchas actividades, excursiones en piragua por la zona.

«Salimos del antiguo paso de la barca recuperando lo que hace más de un siglo se dejó de hacer, que era cruzar a la gente y las cargas en barca de un lado a otro», indica. «Le contamos todo eso a los visitantes. Lo del puente de cable me lo contó Joselito, el pastor. Este sitio tiene mucha historia y las sensaciones son indescriptibles desde aquí abajo», asegura.

A pie de cauce, al que es posible descender por un complicado y un tanto peligroso sendero próximo, la calma es impresionante. Las fallas se perciben con claridad en los laterales del cañón y el silencio sólo está acompañado por el rumor del agua. Desde abajo, la luz del puente parece todavía más imponente. «Paso por aquí debajo cada dos por tres. Ayer mismo y anteayer, lo hicimos y es muy recomendable. Estuvimos sacando fotos. En esa zona da l sombra y la paz es total. No hay ruido y hasta puedes escuchar levemente el aire que pasa a través de los hierros», destaca Campesino.

Identifica, con el brazo extendido y el dedo índice apuntando al risco, donde se aprecia un nido de alimoche, que es el ave que sale en el logotipo del Parque Natural de los Arribes del Duero. En otro lado, a veces se ven nutrias bajando por el arroyo del Cubo. «Es una maravilla», se admira.

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