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Ilustración: Mikel Casal
Sonata para coche eléctrico

Sonata para coche eléctrico

Por fin hemos logrado la vieja aspiración de crear automóviles silenciosos, pero ahora les añadimos ruido por seguridad. ¡Hasta hay compositores buscando el sonido ideal!

CARLOS BENITO

Viernes, 15 de mayo 2020

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El ruido de los motores de automóvil es el representante por excelencia de la contaminación acústica, algo así como la indeseada banda sonora del último siglo. Por algo hace 111 años, cuando quisieron arremeter contra los criterios estéticos tradicionales, los futuristas italianos escogieron como símbolo de la nueva belleza un coche de carreras «que ruge, que parece correr sobre la metralla». Las denuncias por ruidos en nuestras ciudades suelen centrarse en vecinos y bares escandalosos, pero, en realidad, la mayor fuente de polución sonora es el tráfico incesante, que a veces es un rumor y otras se convierte en estruendo. Estas semanas de confinamiento nos han permitido darnos cuenta de su presencia constante como fondo de nuestras vidas.

Los vehículos eléctricos solucionan de un plumazo dos de los grandes problemas vinculados al tráfico: no contaminan y son silenciosos. Pero este segundo rasgo, que siempre se vio como la culminación ideal de un progreso bien planteado, resultó ser un problema. «Es uno de esos casos de 'cuidado con lo que deseas, porque se puede hacer realidad'. No nos habíamos planteado si ese ruido era necesario», resume Ramón Peral, profesor del Laboratorio de Ingeniería Acústica y Vibraciones de la Universidad Miguel Hernández y miembro de la Sociedad Española de Acústica. En un coche en marcha se pueden distinguir dos fuentes principales de sonido: una es el ruido de rodadura, que se genera al circular a velocidad media o alta y no desaparece en los coches eléctricos (es decir, que vivir al lado de una autovía resultará igual de molesto por mucho que se generalice su uso), y otra es el ruido mecánico, el que produce el motor al funcionar «En las calles peatonales o semipeatonales, donde el transeúnte se siente seguro y se fía del oído, la desaparición del ruido mecánico se convierte en un peligro. Estudios americanos han demostrado que la probabilidad de atropello se incrementa entre dos y tres veces», explica el experto. La situación resulta especialmente delicada para las personas invidentes, privadas de su principal referencia.

Eso ha llevado a una de las grandes paradojas de nuestro tiempo: la necesidad de 'añadir' ruido a un mecanismo silencioso que habíamos perseguido durante décadas. Es el AVAS (Acoustic Vehicle Alerting System), el sistema de aviso acústico que han incorporado las principales legislaciones del mundo. En la Unión Europea, es obligatorio desde julio de 2019 para los coches eléctricos e híbridos de nueva homologación y se exigirá a todos los vehículos de este tipo a partir de julio de 2021. En Estados Unidos, el requisito entrará en vigor este mismo verano. La UE establece que el sonido tiene que activarse automáticamente cuando el coche circule por debajo de 20 kilómetros por hora, que debe ser continuo y estar comprendido entre los 56 y los 75 decibelios y que ha de resultar «indicativo del comportamiento del vehículo», es decir, experimentar variaciones de manera similar a lo que ocurre con un motor de combustión. En realidad, la mayoría de los modelos más vendidos ya contaban con sistemas de este tipo, pero se suma una novedad: ya no se puede brindar al conductor la opción de desconectarlos.

«Se trata de una necesidad de seguridad vial, pero las compañías han visto la posibilidad de hacer marca y están buscando sonidos que permitan vender más coches»

¿Qué ruido debe producir un coche eléctrico, o un híbrido que circule como tal? «No puede sonar como nada que hayamos tenido en el pasado», zanjó en una entrevista el responsable de desarrollo de Volkswagen, Frank Welsch. Este asunto es objeto de debate entre los especialistas, con posturas contrapuestas: «La cuestión es buscar un sonido que sea detectable, es decir, que haga pensar que se acerca un vehículo, pero que a la vez no suponga una molestia. Una tendencia de investigadores más clásicos defiende que el sonido mecánico se asocia más con un vehículo. Se trata de una necesidad de seguridad vial y yo creo que todos los coches deberían hacer el mismo sonido, pero las compañías han visto la posibilidad de hacer marca y están buscando sonidos que permitan vender más coches. El que compra es el conductor, que no tiene por qué sentirse atraído por la opción más detectable», argumenta Ramón Peral. La acústica tiene una relevancia fascinante en este sector, a un nivel del que no siempre somos conscientes: todo está cuidadosamente diseñado, desde el bramido del motor que se percibe dentro de los coches deportivos hasta el cierre de la puerta de los automóviles de alta gama, manipulado para que suene 'caro'.

Los AVAS abren un campo de libertad creativa que ha disparado esa preocupación por la psicoacústica, es decir, las asociaciones mentales que nos inspira un determinado ruido. Si lo enfocamos desde el punto de vista periodístico, podríamos decir que este campo ha dado lugar a unos vínculos inesperados entre las secciones de motor y cultura, ya que algunas marcas han buscado referentes que añadan lustre sonoro a sus modelos. La marca japonesa GLM, por ejemplo, empezó a trabajar con la compañía de instrumentos electrónicos Roland. En Mercedes-AGM recurrieron al grupo de rock Linkin Park. Volkswagen contrató a Leslie Mándoki, músico y productor húngaro que ha trabajado con artistas como Phil Collins o Lionel Richie. A la vez que los investigadores analizan cuestiones como cuáles son las frecuencias idóneas o cómo dirigir mejor el sonido, se ha abierto un mercado de la sofisticación sonora que tiene su último episodio en el fichaje de Hans Zimmer por BMW, para ocuparse del entorno acústico del i4.

El conductor como intérprete

El oscarizado Zimmer es el compositor de las bandas sonoras de 'El rey león', 'Gladiator' o 'Piratas del Caribe', por citar tres ejemplos notables. En este nuevo reto le toca trabajar con el pianista y compositor Renzo Vitale, responsable de diseño sonoro de BMW y gran amante de los pensamientos en forma de eslogan: Vitale ha dicho, por ejemplo, que su tarea consiste en dar forma a «un nuevo mundo que no existía» y «comunicar una emoción». También se ha referido al conductor como un «intérprete» que «se expresa» al manejar su coche. Hans Zimmer, por su parte, ha aclarado que el material con el que trabaja puede «compararse con acordes», aunque «no es musical». Así es el universo de los AVAS, que abarca desde los tuits con emojis de Elon Musk, acerca de incorporar a los Tesla ruidos de pedo o balidos de cabra, hasta el proyecto uruguayo The HY, en colaboración con Toyota, que aspira a emitir frecuencias que propicien el crecimiento de las plantas.

Hay marcas que han apostado por un sonido menos alejado del motor convencional, pero muchos AVAS recuerdan más a naves espaciales. En algunos casos, incluso ha habido que moderar esas aspiraciones de ciencia ficción: se ha vuelto emblemático el caso del Jaguar I-Pace, cuyo planteamiento inicial llevaba a los peatones a mirar hacia el cielo y no hacia la calzada. Otro referente para describir el aviso de algunos modelos podrían ser los acordes grandiosos que utilizan los cines para demostrar la calidad de su sistema de sonido. «Sin lugar a dudas, son un sonido peculiar, nunca antes escuchado. Son parecidos al sonido que imaginas cuando algo se va quedando sin batería, suelen ser graves y muy característicos –expone Koldo Duarte, delegado regional de AUVE, la Asociación de Usuarios de Vehículos Eléctricos–. Algunos los escuchas y llegas a identificar ya el coche al que pertenecen incluso antes de verlo. No creo que ninguna marca asemeje este sonido a un motor de combustión: un vehículo eléctrico es distinto y superior a uno convencional y, precisamente, el ruido de su motor no es una de las cosas que se quieran o se deban heredar».

Una tranquilidad todavía mayor

El AVAS es un sistema de seguridad orientado a los peatones: «Un pequeño altavoz se ubica en el exterior del vehículo y las personas que circulan en el interior apenas pueden llegar a escucharlo si las ventanillas están cerradas. No merma en absoluto la comodidad o el confort de seguir conduciendo un vehículo totalmente silencioso», explica Koldo Duarte, de la asociación AUVE. De hecho, según apuntan los expertos en acústica y seguridad vial, esa sensación tan satisfactoria de tranquilidad se incrementa: «Este sonido tiene también un factor de seguridad para el conductor. La primera vez que manejas un coche de este tipo, te das cuenta de que muchos peatones no son conscientes de que estás ahí», expone el profesor Ramón Peral, de la SEA.

No obstante, las investigaciones alrededor de este asunto también cuestionan hasta qué punto el silencio es un entorno ideal para la conducción, ya que la ausencia del ruido que asociamos a un motor mecánico puede dar una sensación engañosa de baja velocidad, al menos a quienes debutan con uno de estos modelos.

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