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MARTÍ FERRER
Menos pastillas y más baquetas

Menos pastillas y más baquetas

Crecen los alumnos que buscan en la batería ayuda contra el estrés y otros males. «Es como la meditación, entras en trance», dice Eric, de Los Planetas

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Viernes, 11 de septiembre 2020, 00:05

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Bajo el lema 'La ciencia detrás de las baquetas', el baterista del grupo Blondie, Clem Burke, mantiene un proyecto de investigación que ha cumplido diez años y con el que intenta demostrar, más bien lo ha hecho, que tocar la batería tiene muchos y variados beneficios. Ha constatado que ayuda a niños y adultos con autismo a mejorar el aprendizaje y las habilidades sociales, que supone un alivio del estrés y que es un 'deporte' de alto rendimiento, pues media hora de práctica intensa quema más calorías, unas 270, que un futbolista que jugara ese mismo tiempo en un partido de Liga. Y el ejercicio físico es salud.

Federico García Lorca estudió las canciones de cuna españolas como fuente de poesía y desarrolló una teoría sobre esos temas, escritos mayoritariamente en compás de 6 por 8, que es como el balanceo de la cuna, una ida y venida que la batería tocaría repitiendo dos tiempos de tres corcheas cada uno: tres golpecitos (el primero de ellos algo más fuerte), y otros tres de la misma forma. Y vuelta a empezar. Lorca sostenía que, además de ayudar a la madre a verbalizar sus preocupaciones y agobios como terapia, suponía una réplica del movimiento que el bebé siente en el vientre materno, lo que le ayuda a calmarse.

Los esclavos negros del siglo XVIII en EE UU realizaban las duras y repetitivas tareas en los campos al compás de las 'work songs' (canciones de trabajo), sincronizando su movimiento con la música, con lo que reducían el aburrimiento y, en parte, su drama. Decenas de azadas clavándose en la tierra al mismo tiempo, quién sabe qué pensarían. De ahí surgió el blues, el jazz, el soul...

Si todo esto no es suficiente para convencer a cualquiera del carácter terapéutico de la música –algo bastante evidente– y más concretamente del de la percusión, tres expertos bateristas explican su visión del asunto, inmersos como estamos en una pandemia que está dejando por el camino muchos malestares. Aunque algunos han descubierto ya cómo tratarlos: cogiendo las baquetas y apuntándose a clases.

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«Buscan música, pero también que les enseñes otra forma de ver la vida»

xixo yantani

«Hoy más que nunca, nos están llegando alumnos y alumnas con una auténtica necesidad de encontrar en la música un lugar en el que refugiarse o desde el que combatir y sentirse libres», confirma Xixo Yantani, licenciado en Filosofía, profesor de batería en la academia Muzzik (Bilbao) y multiinstrumentista en el grupo The Cherry Boppers. «Unos te dicen abiertamente que vienen para mejorar su salud mental porque padecen estrés en el trabajo, por otras razones o por todas combinadas. Otros no lo confiesan pero quieren que además les enseñemos una forma diferente de entender la vida y a afrontar problemas esenciales». Considera que con la pandemia «todos hemos sentido que era hora de hacer una reflexión profunda de nuestra forma de vivir; repensar los valores y encauzar nuestro camino. Esta ilusión de mejorar ha hecho que muchos se hayan agarrado con más fuerza a lo que la escuela de música ofrece y que otros, deseando probar desde hace tiempo, se hayan atrevido. Han entendido que la vida es para hacer lo que te hace sentir mejor, que no es viable dejar siempre para el futuro nuestros sueños, la búsqueda de la felicidad».

–¿Por qué batería?

– Es un instrumento muy orgánico, ya que no requiere de tecnología, está hecho con materiales nobles y su origen se remonta al principio de los tiempos. Es perfecta para empezar a entender el lenguaje de la música, porque salta del corazón al cerebro y luego a las manos de una forma muy intuitiva, casi innata o natural, y surge una magia que nos fascina fácilmente. Tocar la percusión es casi un recuerdo prehistórico que nos pone en contacto directo con lo más intrínseco de la cultura. A la hora de conocer la música, lo primero que nos encontramos es con el ritmo, que representa el latido de la Tierra y el paso del tiempo. También el latido de nuestro corazón».

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«Cuando estás tocando llegas a dejar la mente en blanco, no te acuerdas de nada más»

Eric Jiménez

El granadino Eric Jiménez, baterista de Los Planetas y Lagartija Nick, ha dado clase a personas «con problemas psíquicos y también a empresarios cargados de trabajo que no pueden dejar de darle vueltas a la cabeza, que van al cine y no se enteran de la película o del libro que están leyendo. Pero al tocar la batería, el tener que hacer constantemente multiplicaciones y divisiones te obliga a entrar en un pequeño trance, es como la meditación. Cuando estás tocando llegas a dejar la mente en blanco, no te acuerdas de nada más. Y no solo durante la clase, cuando llegas a casa también, durante el estudio. Por muchos problemas que tengas, no puedes pensar en nada más. Y podría ser igual con otros instrumentos, pero hacer cosas diferentes con las cuatro extremidades necesita una mayor concentración. Vamos, que no es igual tocar un arpa de boca».

Eric empezó a dar clases en 1996, cuando la grabación del revolucionario disco 'Omega' de Lagartija con Morente. Y, 25 años después, este mes acaba de reabrir su 'escuela': «Tengo madres que me traen a sus niños porque piensan que son superdotados, y alguno lo es, pero no todos. También chavales que llevan tiempo tocando y quieren corregir vicios, y luego gente adulta, el mayor tiene 72 años, personas que siempre tuvieron la ilusión de tocar la batería. Ah, y en el último año ha habido una oleada enorme de chicas, que me encanta porque tienen mucha más disciplina, porque está el niño pequeño que toca como un primate loco y enseguida se aburre, el joven que quiere chulear y que en cuanto le pides que practique te dice que con tres repeticiones ya le sale... ¡Sin darse cuenta de que esto es como la 'play', que te cargas cuatro monstruos y te salen ocho!».

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«Tengo un alumno que tuvo un problema médico grave y la batería le ayudó a quitar malos pensamientos de la cabeza»

Blas Fernández

Blas Fernández,profesor de batería y codirector de Mr. Jam Centro Moderno de Música, escuela bilbaína con 30 años de historia, tiene muchos alumnos adultos, incluso de 60 años y más, a los que les gustaba este instrumento pero no podían acceder a él «pues no había el tipo de escuelas que había ahora, porque costaba mucho dinero y necesitabas un local. Se quedaron con las ganas y ahora sí pueden». Dice que mucha gente le pregunta: '¿no seré demasiado mayor para empezar?'. Y contesta que en la música «no hay edad»: «Yo he visto al gran baterista de jazz Roy Haynes con 90 años tocando en el festival de Vitoria con músicos más jóvenes y él era el más moderno sobre el escenario». Confirma que, de dos años a esta parte, reciben más alumnos buscando desestresarse: «Y están encantados, son muy fieles. Tengo uno que tuvo un problema médico grave y la batería le ayudó a quitar malos pensamientos de la cabeza».

Hace Blas una defensa de un instrumento a su juicio incomprendido: «El aprendizaje parece sencillo pero tener que coordinar la independencia de las dos manos y los dos pies hace que sea uno de los más difíciles. Un cantante puede desafinar y el concierto sigue, al guitarra se le puede romper una cuerda y nada, pero si el batería pierde el paso... canta mucho. Y mira si empieza más rápido... el cantante puede volverse loco para meter las frases y al guitarrista, rompérsele los dedos de la velocidad». Eso sí, reconoce que cuando empiezas a aprender, la rentabilidad llega enseguida:«Es una medicina que trata todo tipo de males. Y los profesores de música tenemos algo de psicólogos, a veces en clase no hablamos de música, haces... terapia».

Alain Concepción: «El canto es expresión, sacar, gritar... liberarse»

Pocas veces Alain Concepción, cantante y profesor en Muzzik, escucha a sus alumnos decir que se toman sus clases de canto como algo terapéutico, «aunque también hay quien lo tiene claro. Explican que quieren cantar, mejorar o limar sus problemas con la voz o la música. Pero debido a sus trabajos, muchos acaban dándose cuenta de que es importante recuperar su conexión con la música para ser más felices. Es como si les faltara algo que era suyo y vienen a recuperarlo». Lo vivido durante el confinamiento ha supuesto «un aumento de conciencia. Muchos han reafirmado lo que realmente es importante o lo que quieren superar para sentirse libres. Y a veces la música y el canto se usan como evasión o desconexión, aunque yo prefiero mostrar el camino de la conexión y la canalización». Considera que esto se llega a conseguir con cualquier instrumento, «pero puede que para ello la batería y el canto sean más recurrentes. El canto es expresión, sacar, gritar... liberarse. La batería es ritmo y el ritmo no es más que el orden del movimiento. Necesitamos orden en nuestras emociones, y la mejor manera es ir despacio, en calma».

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