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Jóvenes vecinos de Las Viudas, implicados en la regeneración del barrio. ALBERTO MINGUEZA

Las Viudas aspira a escapar de la «pobreza heredada» con una cooperativa laboral

La parroquia de Santo Toribio y Cáritas promueven un proyecto de educación de calle en la zona para implicar a los vecinos en la regeneración del barrio

Víctor Vela

VALLADOLID

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Miércoles, 6 de marzo 2019, 07:30

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«Yo lo entiendo», dice César Borja, 31 años, chándal y un pepito de nata en la mano, mientras a media tarde atraviesa la plaza del Cea, en la que vive, camino de la peluquería. «Entiendo que haya gente que no quiera entrar en el barrio. Ve la suciedad, que hay calles que no están arregladas, y prefiere dar un rodeo antes que meterse aquí. Y luego está la fama que tiene.Es normal que haya quien que no quiera pasar por Las Viudas». Lo explica César en el corazón de la barriada que lo vio nacer, «mi madre me tuvo casi en el portal de casa».

Son 720 (infra)viviendas, cuatro mil vecinos, el 80% de población gitana, un porcentaje similar de personas en paro (César es uno de ellos) y, desde la pasada Nochevieja, más minutos de los que sus vecinos quisieran en los periódicos y la televisión. El Año Nuevo se celebró con tiros al aire en la plaza del Tajo. Hubo en esa semana además denuncias a un vecino por quemar colchones en la calle y a un residente de la plaza Jaramiel por negarse a bajar la música. «Hay gente mala, como en todas partes. De 40 que somos, si nos quedáramos 27, esto estaría mejor. Pero la mayoría somos gente humilde, trabajadora, que quiere salir adelante», asegura César. Lo dice junto a Óscar Dual (23 años, casado, en paro) y Cristian Perdiz (21, casado, dos hijos de tres años y casi ocho meses, en paro).

Los tres forman parte del Santo Toribio, un equipo de fútbol formado al amparo de la parroquia del barrio (con el respaldo de Cáritas, La Caixa y el Ayuntamiento) y que se ha convertido en importante arma de intervención social para romper el círculo de «pobreza heredada» en el que se haya inmersa la zona Aramburu-Las Viudas.

«Hay una excesiva dependencia de los servicios sociales, de la política asistencialista que contribuye a perpetuar las dificultades económicas», dice Antonio Verdugo, párroco de Santo Toribio. «El objetivo es acabar con esa aspiración que tienen muchos de recibir la renta garantizada, los 426 euros, y con eso ir tirando», añade. La solución, propone, pasa por erradicar el abandono escolar, por fomentar la formación profesional, por incitar a la búsqueda de empleo, por lograr que el trabajo sea la alternativa a la prestación social. Y para empezar, la parroquia ha encontrado una herramienta poderosa:el fútbol.

Carlos San Segundo es educador de calle de Cáritas y promotor de la iniciativa. Ha «salido al encuentro» de los chavales de Las Viudas para invitarles a sumarse al club deportivo. Primero enroló a los jóvenes (si quieren formar parte del equipo, han de comprometerse a acudir al instituto). Ahora acaba de extender el programa a los adultos, que pagan 50 euros por formar parte de la plantilla (uniforme rojo y blanco), entrenan los miércoles, disputan partidos los fines de semana y han encontrado alternativas a la calle, el bar o la casa de apuestas (hay tres, ¡tres!, en el entorno). «En este barrio, el gen del fútbol lo he metido yo», dice César. Y sus compañeros sonríen.

El equipo es una excusa para trabajar otros aspectos: la educación en valores, el refuerzo escolar, la toma de conciencia laboral. «El programa de educación de calle nos está descubriendo jóvenes con inquietudes y deseos de transformación de su entorno, que son capaces de vislumbrar un futuro distinto al que puede ofrecerle una política social puramente asistencialista», explica Verdugo. Dicen que es necesario «acercarse» a los que rara vez expresan su opinión, porque la solución a Las Viudas está dentro de Las Viudas.

«Nos da rabia que del barrio solo se tenga una imagen mala», dice Óscar Dual 'Gordo'. Llegó hace tres años procedente de Bilbao. «Yo nací aquí, pero mi padre es predicador evangélico y nos fuimos con la familia al País Vasco». Cuenta Dual que al volver a Las Viudas se ha encontrado con una realidad que le resulta ajena. «Allí en Bilbao no había un barrio así, que tuviera tanto abandono de limpieza, de sanidad. Nos han quitado hasta los bancos de sentarnos en la calle. Las aceras están levantadas por las raíces de los árboles, hay tuberías rotas que no se arreglan», asegura.

Calle de La Viudas. Abajo, Cristian habla con una vecina y Óscar, en el baño de su vivienda. ALBERTO MINGUEZA
Imagen principal - Calle de La Viudas. Abajo, Cristian habla con una vecina y Óscar, en el baño de su vivienda.
Imagen secundaria 1 - Calle de La Viudas. Abajo, Cristian habla con una vecina y Óscar, en el baño de su vivienda.
Imagen secundaria 2 - Calle de La Viudas. Abajo, Cristian habla con una vecina y Óscar, en el baño de su vivienda.

Un paseo por la zona certifica sus palabras. En la plaza Esla hay arquetas levantadas y un perpetuo charco donde se acumula agua y suciedad. «Esto lleva así meses, sin arreglar. Las alcantarillas huelen. A los críos les decimos que no jueguen por aquí», asegura Miguel Ángel Jiménez, 50 años, vecino de la calle Órbigo. Alfredo Jiménez (43 años, con casa en Botijas) y EusebioGómez (42, vecino de la misma calle) insisten en la falta de limpieza. «Hay obras que no se hacen y calles que no se limpian, pero también es que hay gente muy guarra que lo tira todo», aseguran. Hay colchones y somieres junto a los contenedores. Papeles en la calle. «Hemos visto ratas», dice Cristian Perdiz. Los servicios de limpieza entran escoltados por la Policía Local. Y, aunque nadie lo dice en voz alta, también hay problemas por trapicheo.

«Todo eso es mala imagen para el barrio. Pero aquí hay gente buena, familias que trabajan, que se dedican a la chatarra, al mercadillo, a la agricultura. El problema es que hay todavía muchos estereotipos, porque aquí la mayoría somos gitanos. Si se acabara con la gente conflictiva, el barrio tiraría para arriba. Porque aquí somos muchos los que queremos cuidarlo, que vaya a mejor», dice Perdiz.

La ordenanza municipal dice que no se puede tender ropa en la calle.Las fachadas de Aramburu-Las Viudas están llenas de tendales que, de ventana a ventana, exhiben sábanas, batas, camisas y pantalones. Raro es el bloque (hay 130) sin ropa al sol. Tender en la calle es casi la única alternativa cuando apenas hay espacio dentro de casa. Las viviendas son pequeñas. Inauguradas entre 1962 y 1963, la mayoría apenas supera los 30 metros cuadrados (salón, cocina, baño, dos o tres dormitorios). Las casas sufren graves problemas de goteras y humedad. Muy pocas tienen calefacción, más allá de los radiadores eléctricos.

Óscar paga por la suya 250 euros al mes. Tiene las puertas destrozadas («ya se lo hemos dicho al casero, pero no lo arregla») y en el salón un armario (en uno de los cajones tiene Óscar los test de la autoescuela), un pequeño sofá de dos plazas, una mesita con un oso de peluche encima, una tele gigante «de 700 euros en el MediaMarkt». Los portales de Internet publican varios anuncios de pisos en venta en la zona. Por uno de tres dormitorios y 47 metros cuadrados piden 15.950 euros. Hay otro similar, en la calle Tajo, por 19.000. Uno más en la calle Zapardiel (primera planta sin ascensor, ninguno lo tiene, con los portales a la intemperie)se anuncia por 24.300 euros.

El Ayuntamiento ha diseñado un plan urbanístico para intervenir en el barrio, en colaboración con otras administraciones y ayudas de la UE. Durará cinco años. Costará 26 millones de euros y el Consistorio pondría su parte gracias a un proyecto finalmente fallido para vender el antiguo edificio de la Electra (en Isabel la Católica). El objetivo era una honda reforma urbanística que, entienden desde la parroquia, «debe venir acompañada necesariamente de una acción social donde se de protagonismo a los vecinos». «Una intervención limitada al arreglo de las viviendas y a la zona de Las Viudas tendría un efecto negativo en la convivencia del barrio y haría poco por romper la transmisión de la pobreza y la exclusión». Así, en el seno de ese equipo de fútbol de Santo Toribio se ha fraguado una idea. Estudian la posibilidad de fundar entre varios de ellos una cooperativa que les permita gestionar sus propios puestos de trabajo. «Ojalá que salga para adelante, porque lo que queremos es trabajar».

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