Velada de oro para el pincho de Los Zagales

Antonio González, del restaurante Los Zagales, descolgó el teléfono y se encontró al otro lado del hilo con Ana Redondo, la concejala de Turismo. Que qué necesitáis. Que cómo se os puede ayudar. Ayer, mientras agradecía el Pincho de Oro, se emocionó al recordar ese detalle. «Que me llamases en mayo... No sabes lo que significa», logró decir. Mayo. Habían pasado tres meses y un mundo desde que Antonio y su hermano, Javier, idearon 'Una velada para dos', un pincho que debía presentarse en sociedad en la atiborrada barra de su establecimiento. «Pollo campero kilómetro cero con piñones», dice la descripción de la tapa. Lo que no dice es que es una vela sobre un candelabro, con una mecha de maíz que se enciende. «Se prende y se pide un deseo», te recomienda la camarera al otro lado del mostrador.

Puede que el deseo de Antonio y Javier fuera ganar el concurso. O al menos que se celebrara. Si es así, la recomendación funciona. «Estábamos sin moral, sin ganas. Nos dijeron que nos presentásemos, la idea la teníamos desde el mes de febrero... Y hay que luchar. No podemos decaer. Valladolid es gastronomía, son pinchos», reivindicaban desde el escenario.

Los Zagales se llevó el Pincho de Oro, la ovación de algo menos de un centenar de personas en el patio abierto del Herreriano y, sobre todo, el alivio. La sensación, que ayer compartían todos los ganadores, de seguir vivos a pesar de. De la crisis. Del coronavirus. De lo que vendrá. «Pero hoy es día de celebrar», decían Javier y Antonio.

Ellos y los tres compañeros hosteleros que completarán el póker de aspirantes en el concurso nacional de pinchos, en noviembre. El de Plata fue para '¿Tataki de atún?', del Caroba. Un interrogante justificado porque lo que encierra este trampantojo -'trampa' y 'antojo', qué adecuado- es una crema de cangrejo con crema de espirulina y falsa soja de jamón. Más que una tapa, un desafío. El de Bronce fue para 'Corchifrito', del restaurante Suite 22. O cómo hacer que un cochinillo al verdejo, oloroso y manzanilla se transmute en el sabroso corcho de la botella. El de Cobre, que cierra el cuarteto principal, se lo llevó Puerto Chico con 'Ganeca', un «pincho de guiso de cazuela con matices viajeros».

Al aire libre, con mascarillas, previa acreditación para acceder y no superar el aforo, con gel a la entrada. Con una persona salseando con 'frufrú' el atril tras cada una de las intervenciones. Sin abrazos a los ganadores, sin apretones de manos. Con la euforia desatada solo por encima de la mascarilla, en los surcos junto a los ojos, pero contenida en los gestos. Una ceremonia atípica pero fundamental. «No ha sido fácil, pero era necesario que nos encontrásemos aquí, que no parásemos», decía el alcalde, Óscar Puente. Y lo refrendaba Conrado Íscar, presidente de la Diputación. «Valladolid es vino, es gastronomía. Es un referente. Luchemos por que esa marca, aun en tiempos difíciles, siga estando a la altura que estaba». Y María José Hernández, de la Asociación Provincial de Empresarios de Hostelería. La que entró al despacho del alcalde y le dijo «hay que sacarlo adelante». Con los 55 establecimientos participantes. «El sector está dañado, desmotivado, desilusionado, pero la celebración del concurso ha devuelto las ganas de sobreponerse», afirmó.

Y en ese consumo habrá que buscar el modo de respetar la seguridad, como advirtió Augusto Cobos, delegado territorial de la Junta. «En este tipo de actos podemos demostrar que podemos combinar protección de los ciudadanos con empuje a una actividad económica». El próximo reto será el Nacional, en noviembre. Antonio y Javier están tranquilos. «Trabajamos con un muy buen equipo. Mis manos se llaman Nerea. Mi cabeza, que aporta ideas, se llama Laura. La que les cubre se llama María». Y ya están pidiendo el próximo deseo.