Un vallisoletano en Budapest: «Aunque mi sangre sea española, mi corazón también late con acento húngaro»
Desde hace casi dos décadas Carlos Gallardo Riballo desarrolla en Hungría una intensa labor como pianista, investigador y docente sin perder sus raíces
Pianista, compositor y académico, Carlos Gallardo Riballo es uno de los vallisoletanos más internacionales del panorama musical. Afincado desde 2006 en Budapest, ha convertido la ... capital húngara en su centro de vida y creación, aunque confiesa que nunca ha perdido el vínculo con la ciudad que le vio nacer en 1968. En Budapest desarrolla una intensa labor como intérprete, investigador y docente además de impulsar proyectos culturales que tienden puentes entre España y Hungría.
Desde pequeño, sus padres fomentaron en él la sensibilidad artística. «La música para mí nunca fue una imposición. Es una forma de respirar. No la vivía como un deber sino como un privilegio que me hacía sentir bendecido; a veces incluso, elegido», cuenta este pianista. Su adolescencia transcurrió ente partituras en el conservatorio y entrenamientos y libros en el colegio La Salle. «No había tiempo para el ocio convencional, pero sí para una vida intensa, rica en aprendizajes y silencios que me enseñaron a escuchar el mundo con otros oídos», dice. Con los años, su inquietud musical le llevó a buscar nuevos horizontes. Dominaba el instrumento del piano pero necesitaba entender la música desde dentro, como lenguaje y como pensamiento. «Ser pianista no fue una decisión tomada con la lógica ni la prudencia. Fue el corazón quien habló. En España, las opciones eran escasas: enseñar en un conservatorio, repetir esquemas, vivir entre horarios y oposiciones... Pero yo quería más. Así que me embarqué en un barco sin saber si había puerto, pero con la certeza de que el viaje valía la pena», cuenta. Así, en 1992 tramitó varias becas para formarse en distintos países y el destino le llevó a Budapest, ciudad que le brindó una gran acogida.
Ingresó en la Academia Franz Liszt, uno de los templos de la enseñanza musical en Europa. «Llegar a un país nuevo sin conocer su idioma, sus costumbres ni su idiosincrasia puede intimidar a cualquiera pero en la música existen conexiones invisibles que trascienden las barreras. La música permite transmitir ideas, emociones, memorias y sueños sin necesidad de una lengua común. Por eso, una de las experiencias más gratificantes fue poder comunicarme con quienes no hablaban mi idioma y, aun así, entendernos profundamente», señala el pianista.
Sus datos:
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Lugar de nacimiento: Valladolid
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Estudió en: La Universidad de Valladolid, el Real Conservatorio de Música de Madrid y en la Academia Franz Liszt de Budapest
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Fecha de partida: Primera estancia en Budapest en 1992. Emigró de forma definitiva en 2006
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Lugar actual de residencia: Budapest (Hungría)
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Profesión: Pianista, compositor, investigador, docente y académico
Tras regresar a España y estudiar en el Real Conservatorio de Música de Madrid, su actividad se expandió hacia Europa, Japón y Estados Unidos, pero el deseo de profundizar en su vocación le llevó de nuevo a Budapest, donde en 2006 trasladó su residencia de forma permanente. «Valladolid seguía siendo mi raíz pero el mundo comenzaba a ser mi escenario. Y en ese tránsito entre lo local y lo universal descubrí que la música no tenía fronteras. En Hungría emprendí el camino del doctorado de piano, centrando mi investigación en el origen, la historia y el desarrollo de la escuela española de piano. Fue una travesía apasionante que me abrió nuevas puertas a un legado musical que merecía ser narrado con rigor y sensibilidad», cuenta. Sus primeros cinco años en su país de acogida trabajó como pianista y compositor de la Academia Nacional de Ballet de Hungría. «Vivía entre bailarines de la gran escuela rusa de Bolshoi, de disciplina férrea y sensibilidad tallada en siglos de tradición. Desde entonces, el ballet clásico también es parte de mi formación musical», añade.
Aunque lleva décadas fuera de España, su vínculo con Valladolid es muy fuerte. Aquí están sus raíces, su familia y sus recuerdos. «Claro que echo de menos mi ciudad. Aprovecho cada viaje como quien saborea un buen vino añejo, con pausa y con gratitud. En ocasiones en las que la música me trae a España intento hacer una visita furtiva y fugaz a Valladolid», confiesa. «Hungría es mi hogar fiscal, pero mi identidad sigue siendo profundamente española. Este país me acogió cuando más lo necesitaba, dándome oportunidades y una nueva forma de entender la vida. Por eso, aunque mi sangre sea española, mi corazón también late con acento húngaro. En ese doble arraigo he encontrado una pertenencia que va más allá de fronteras o pasaportes», añade.
A lo largo de su trayectoria, Gallardo ha recibido numerosos reconocimientos como la Medalla de Distinción de la UVa o la Medalla de Oro de la Sociedad Liszt Kodály de España por su labor, trayectoria profesional y difusión de la música española en el extranjero. Es autor de más de setenta obras para orquesta, música de cámara y piano que se han estrenado en España, Hungría, República Checa, Canadá, Estados Unidos y Japón. Es presidente de la Sociedad Liszt-Kodály de España, de la Fundación Gallardo, CEO de MastRTClass y Rector de SLKE Open University y tiene el honor de ser embajador de la Universidad de Música Franz Liszt de Budapest y embajador cultural de la ciudad de Valladolid. «Mi foco ahora está puesto en dejar mi legado musical. Grabo para el sello Mezzo Studios con la intención de registrar el mayor número posible de interpretaciones de obras al piano. Cada grabación es una ofrenda, una forma de preservar lo efímero y de convertir el instante en memoria», concluye.
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