Valladolid se lo pasa de miedo en la noche de Halloween
Girón reúne a decenas de vallisoletanos que se acercan a celebrar esta tradición celta mientras que en el centro son pocos los que se disfrazan
Parecía que los presagios que apuntaban a lluvias en Halloween no se iban a cumplir, pero vaya si llovió. A primera hora de la tarde ... de ayer el cielo descargó con ganas en Valladolid y los vecinos de Los Santos Pilarica se vieron en la obligación de aplazar el pasacalles previsto junto a una charanga, así como el concurso que coronaba a uno de las casas como la más terrorífica del barrio.
Uno de los momentos más esperados para los amantes de los disfraces y las películas de terror –pues por un día podían convertirse en sus personajes favoritos–, se ha visto pasado por agua y con muchas de las actividades previstas canceladas. A pesar de esto, algunos establecimientos de la ciudad se han volcado con la tradición celta y han decorado el interior de sus negocios con calaveras, lápidas, telarañas y mucha sangre.
A medida que pasaba la tarde y la lluvia remitía, algunos valientes han decidido salir a las calles y se han podido ver algunos disfraces. No en todos los puntos de la ciudad se ha acogido la celebración de la misma forma, ya que en algunos barrios tienen especial cariño a la celebración celta y los pequeños se pasean por las calles llamando a los timbres esperando volver a casa con montones de gominolas mientras que en otros barrios es un día festivo más.
Girón se vuelca con Halloween
Girón es uno de los barrios que más se vuelca con esta tradición celta. Niños, padres e incluso animales pasan las semanas previas estudiando qué disfraz ponerse para ganarse el prestigio de ser el más terrorífico de la noche. Los hogares cambian sus decoraciones al anochecer y se convierten en auténticos pasajes del terror, e incluso calles enteras deciden una temática común y crean una especie de realidad parelala que emula una película de miedo. Montserrat Rosiña ha transformado su casa para asustar a los pequeños: «Antes no me disfrazaba pero ahora llevo diez años haciéndolo», explicaba sobre el creciente interés que hay en esta celebración.
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Volcada en alma con Halloween, pasa los días previos planeando cada detalle y junto a su hija crean 'bolsitas' con palomitas para regalar. «Me suelo pedir libre el día de antes para poder decorar la casa», aseguraba Serrat a la vez que afirmaba que este barrio está volcado con la fiesta y cada año son más los vecinos que deciden sumarse a ella. «Empezaron tematizando una calle y al final se ha sumado mucha gente», mencionaba. «Yo lo hago por los niños, porque es algo que les hace felices», reconocía Rosiña con una sonrisa que apenas se veía por su disfraz.
«Truco o trato» gritaban los más niños cuando los vecinos abrían las puertas de las casas. Muchos esperaban este sonido para salir impacientes a complacer con gominolas a los más pequeños que, tras recibirlas, iban corriendo a sus padres y les decían «mira lo que me han dado». Algunas casas, a medida que avanzaba la tarde colgaban en el cartel de «no quedan gominolas, no llaméis al timbre por favor», y es que en este barrio arrasan. Año tras año los vecinos se van sumando a esta celebración y se juntan durante una noche como la «gran familia» que es Girón, tal y como lo describen los vecinos.
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Tan grande es el fanatismo por esta tradición que hasta hacen actividades en un colegio abandonado en el que ya no dan clases. La Asociación de Vecinos ha creado este año un auténtico pasadizo del terror en el que los valientes que consiguieran atravesarlo podían disfrutar de un chocolate caliente para atemperar el cuerpo. Familias al completo se han juntado para crear una temática común, como los Molpe, que este año han decidido disfrazarse de «enfermos mentales que acaban de salir del manicomio», así lo decían Adrián y Alicia.
Poco ambiente en el centro
En el centro el ambiente no era tan familiar porque «aquí no se lleva lo de pedir por las casas», explicaba la madre de Olivia y Emma Cristoff, dos pequeñas disfrazadas de la película mexicana Coco. Lo cierto es que no parecía ser la noche de Halloween porque la gran mayoría de gente no iba disfrazada, aunque dos aterradores payasos afincados en la estatua del Conde Ansúrez se lo recordaban a cualquiera que pasase por su lado. Les encanta la celebración eso seguro, porque al ser preguntados a cerca de esta fiesta no han contestado, solo han sonreído. Se han metido en el papel de sus personajes y se han limitado a imitarles, con una sonrisa claro.
Ante el pronóstico de lluvia, muchos bares han tematizado sus negocios creando una especie de reunión de asesinos. El conocido Bar Berlín ha puesto terroríficas decoraciones en el interior de su establecimiento e incluso las camareras se han disfrazado. Pero no han sido ellas las únicas, sino que también estaban presentes los personajes de Hotel Transilvania, algún que otro esqueleto e incluso un Alien, octavo pasajero. Este último, no pasaba desapercibido ya que tenía una enorme cabeza y una larga cola «a coste 0», resaltaba Luis Pastor, autor de un disfraz que acaparaba las miradas de todos los presentes y que estaba hecho «con productos recogidos de la basura».
Lo que está claro es que Halloween cada vez tiene más adeptos que se vuelcan con la celebración y que año tras año esperan con ansias la llegada de la noche para asustar a la gente.
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