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Taller celebrado en Ciencias de la Salud, en la Universidad de Valladolid, para que los estudiantes de Medicina y Enfermería aprendan a realizar RCP y maniobras anti atragantamientos. C. Barrena-UVA
Trescientos nuevos salvavidas ambulantes en Valladolid

Trescientos nuevos salvavidas ambulantes en Valladolid

La UVA forma a sus estudiantes de Medicina y Enfermería para poder actuar ante un atragantamiento o una parada cardiorrespiratoria

Antonio G. Encinas

Valladolid

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Miércoles, 16 de octubre 2019, 22:02

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De pronto una de las niñas que viajaban en el autobús escolar, recién salidos de clase de un instituto público, de segundo de Secundaria, empezó a toser. A toser mucho. Tanto como para llamar la atención de sus compañeros de viaje. Estaba masticando un trozo de plástico, distraída, y se le fue para atrás. Un plastiquillo traicionero, con ganas de adherirse al paladar, de fastidiar. Y por más que tosía, aquello no salía. «Empezó a ponerse roja», contaba luego una de sus compañeras. Algunas se rieron. Otras se preocuparon. Alguna decidió no mirar, por si acaso. Hasta que la tos hizo su efecto. No deja de ser un mecanismo de defensa del organismo. «Lo primero es animar a toser, a toser fuerte, que os oiga decirlo», animaba apenas un día más tarde, en la Facultad de Ciencias de la Salud, una monitora, egresada del mismo centro, a alumnos de los grados de Medicina y Enfermería.

Trescientos estudiantes iban a pasar por estos talleres, en grupos, para aprender a realizar una reanimación cardiopulmonar (RCP) y solventar un atragantamiento. Otros muchos lo harán dentro de unas semanas, cuando la Facultad consiga poner en marcha su segundo plan de formación en RCP, que persigue que los estudiantes consigan un certificado que les habilite para manejar incluso un desfibrilador de los que ahora se encuentran en las instalaciones deportivas, por ejemplo. [Esta app, Ariadna, permite saber la ubicación de desfibriladores y añadir los que se vayan instalando. Descárgala en Android y en iOS de Apple]

En el autobús lleno con 50 chavales de Secundaria alguno había oído hablar de estas cosas, pero a nadie se le ocurrió lo primero que hay que hacer si el «tose, tose» no da resultado. «Hay que coger a la persona atragantada cruzándole un brazo por el pecho y, con el otro, inclinándola levemente hacia adelante», decía el otro monitor a los alumnos de Medicina y Enfermería. ¿Por qué lo del brazo en el pecho? Porque alguien en esas circunstancias puede llegar a perder el conocimiento y caer. Si se desmaya, tener el brazo en esa posición permitirá sujetarle y, con un giro para situarse tras él, tumbarlo en el suelo para seguir con la reanimación.

El brazo izquierdo sujeta, cruzado sobre el pecho, y el derecho 'palmea' con fuerza entre los omoplatos.
El brazo izquierdo sujeta, cruzado sobre el pecho, y el derecho 'palmea' con fuerza entre los omoplatos. C. Barrena-UVA

Mientras se le sujeta así, inclinado, se golpea con la palma de la mano entre los omoplatos -la zona interescapular-, para intentar que expulse el objeto que obstruye las vías. «No como si saludaras un colega», dice el monitor, y palmea al voluntario. Golpes secos, fuertes. Cinco veces.

Si esto no funciona, llega el momento de ejecutar la maniobra de Heimlich. Que no consiste en apretar el estómago, sino en obligar al diafragma. Tras rodear al atragantado con los brazos desde atrás «tocamos este pico que tenemos entre las costillas, pues justo un poco más abajo», sitúa el monitor. Se coloca el puño hacia adentro y se sujeta con la otra mano. «Y se hace un movimiento como si fuera una 'jota', hacia dentro y hacia arriba». Al primer intento, el estudiante voluntario aprieta con fuerza y el objeto que obstruye la salida de aire en el chaleco de su compañera sale disparado. «Perfecto, pero seguimos como si no hubiera salido. Cinco compresiones».

Maniobra de Heimlich en el taller organizado por las facultades de Medicina y Enfermería.
Maniobra de Heimlich en el taller organizado por las facultades de Medicina y Enfermería. C. Barrena-UVA

Y se alternan cinco compresiones con cinco palmadas hasta que el objeto sale o hasta que el sujeto pierde el conocimiento. En ese momento comienza la RCP.

La posición de las manos es importante. Dedos entrelazados, situados sobre el tórax. Y como hay que hacer mucha fuerza, los hombros deben estar en perpendicular sobre las manos, para aprovechar el peso propio al hacer las compresiones. Treinta. El voluntario empieza a trabajar sobre el muñeco mientras su compañera espere que le llegue el turno de insuflar aire. José Antonio Otero, médico y ahora concejal del Ayuntamiento, presente en el ensayo, anticipa en voz baja «hay que contar en alto para que tu compañero sepa por dónde vas». Y el monitor, sin haberle oído, lo repite casi palabra por palabra instantes después. «No se puede perder tiempo entre las compresiones y la ventilación», justifica.

Hombros perpendiculares, manos sobre el tórax. Treinta compresiones. El pecho debe 'hundirse' cinco centímetros.
Hombros perpendiculares, manos sobre el tórax. Treinta compresiones. El pecho debe 'hundirse' cinco centímetros. C. Barrena-UVA

Treinta compresiones, dos ventilaciones. Treinta compresiones, dos ventilaciones.

Hasta que respire o hasta que llegue el 1-1-2 al que siempre, siempre, «hay que acordarse de avisar, aunque se ponga el manos libres en el móvil para poder seguir atendiendo al sujeto mientras se pide ayuda».

A la chica del bus le bastó con la tos para salir del apuro. En Jaén, hace apenas seis días, una estudiante de Secundaria falleció en su instituto tras atragantarse cuando comía el bocadillo en el recreo. «Esto tenía que enseñarse ya en los colegios», decía José María Fidel, decano de Medicina, mientras sus estudiantes practicaban con los muñecos. Según el Instituto Nacional de Estadística, en España mueren cada año más de dos mil personas por atragantamientos. De las 15.837 muertes por «causas externas», no enfermedades, que se produjeron en 2017, solo el suicidio y las lesiones autoinfligidas están por encima del epígrafe «ahogamiento, sumersión y sofocación accidentales», que contabilizó 3.116 fallecimientos ese año. En la provincia de Valladolid, 36. En toda Castilla y León, 238.

En cuanto a paros cardiacos, explica la Universidad de Valladolid que según el Consejo Español de Resucitación Cardiopulmonar, en España se producen unas 30.000 muertes súbitas al año fuera del hospital. Podrían reducirse a 10.000 si se consigue el objetivo que se han fijado de lograr que un 20% de la población se forme en estas técnicas de RCP, frente al 10% que se calcula que existe ahora con estos conocimientos. Las posibilidades de sobrevivir a un paro cardiaco aumentan un 50% si el paciente recibe atención en los primeros 3 ó 4 minutos.

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