Sesenta trabajadores garantizan la salud de las instalaciones del Clínico de Valladolid en plena alarma por la covid-19
Los trabajadores de mantenimiento (electricistas, fontaneros...) extreman la seguridad, pues su labor requiere acceder a plantas y habitaciones de pacientes con coronavirus
«Cuando vemos a tanta gente que sale a sus ventanas a aplaudir a los médicos, a los enfermeros, a los trabajadores sanitarios... también pensamos que un poquito de ese homenaje va para nosotros», dicen los sesenta trabajadores del servicio de mantenimiento del Clínico. Son carpinteros, albañiles, electricistas, peones, ingenieros, arquitectos técnicos que trabajan en turnos, durante las 24 horas del día, para garantizar que la maquinaria del hospital no se detiene.
Publicidad
Que no hay enchufes estropeados que impidan el suministro eléctrico de una máquina vital. Que no hay persianas averiadas en las habitaciones que ocupan los pacientes.
Su labor callada es también imprescindible durante estos días y se realiza en los talleres que, incrustados en el propio edificio hospitalario (en el bloque de Urgencias, debajo del todo), acogen su labor. Aquí pueden verse, vacíos, sus espacios de trabajo. La Consejería de Sanidad no ha autorizado el acceso para tomar imágenes del desempeño diario de estos profesionales. Sobre todo, en estos momentos en los que han tenido que extremar las precauciones y las medidas de seguridad, puesto que su labor les obliga también a entrar en contacto con pacientes que están ingresados por coronavirus.
A sus habituales uniformes de trabajo se han sumado estos días guantes, mascarillas y monos de usar y tirar que utilizan cuando tienen que acceder a algunas de las zonas donde permanece hospitalizadas personas con el Covid-19. Porque tienen que arreglar un inodoro. O un grifo. O la conducción eléctrica. Esta misma semana, por la noche, hubo una avería en el hospital. La tercera planta sur se quedó sin luz por un fallo eléctrico con el que saltaron los diferenciadores. Puede pasar. Hasta allí tuvieron ir los electricistas para resolver en tiempo récord la incidencia. Y también hay que cambiar fluorescentes de las habitaciones. O fabricar mesitas a medida para las consultas.
En el Clínico trabajan más de 3.500 personas. Solo de personal propio. A esos habría que sumar los trabajadores externos. «Hay pueblos mucho más pequeños». Están los médicos, enfermeras, auxiliares, administrativos... pero también los empleados de seguridad, de limpieza. Y los pacientes. Cerca de cuarenta mil personas pasan a diario por estas instalaciones. En una jornada normal. Sin las restricciones de visitas o consultas que ahora ha impuesto la crisis sanitaria. Y todo ese movimiento de personal, esa actividad frenética, obliga a estar pendiente de cualquier imprevisto. Por eso, los trabajadores de mantenimiento están preparados para cualquier incidencia. Las 24 horas del día. Todos los días del año.
«Uno de los trabajos más habituales, aunque no lo parezca, es el de cerrajería», explican. «La gente se suele olvidar dónde ha puesto las llaves de la taquilla. Por despistes. Porque las ha perdido. Y nos tienen que llamar para que las abramos... con el consiguiente cambio de cerradura que hay que hacer», aseguran desde el departamento.
Publicidad
Otro de los trabajos habituales es el mantenimiento de las 750 camas con las que cuenta el centro. Porque aquí se pueden producir averías. Que la cama no suba, no baje, no se incline de forma correcta. Aquí también se ha intensificado el protocolo de intervención. Si hay que arreglar alguna de estas camas, son desinfectadas en varias ocasiones durante el proceso de reparación. Primero, cuando abandona la habitación del paciente con coronavirus que la ocupaba. Allí se lleva a cabo una primera limpieza profunda. Después, otra vez en los talleres de mantenimiento, antes de que los trabajadores empiecen su tarea. Y, una vez finalizada, nueva desinfección antes de su vuelta a planta.
Y junto a esto, las tareas preventivas de revisión diaria de quirófanos, equipamientos, fontanería. Todas estas intervenciones requieren en muchos casos el acceso de este personal a zonas donde es intensa la lucha contra el Covid-19. Por eso, aseguran, les gusta pensar que un pellizco de esos aplausos y ovaciones que lanzan los ciudadanos desde sus ventanas y balcones estos días también va para ellos, para los trabajadores invisibles del hospital.
Publicidad
3€ primer mes
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión