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El rugido de las vespas, protagonista de la Scooter Run Ribera de Duero de Peñafiel
Más de 150 inscritos procedentes de toda España recorren las calles de Peñafiel para «compartir moto y amistad»
El particular sonido de las vespas y lambrettas se está escuchando este fin de semana en Peñafiel gracias a la décimo segunda edición de la Scooter Run Ribera del Duero. La noche del viernes ya se alcanzaba casi el centenar de inscritos y a primera hora de la mañana de este sábado ya se superaban los 130. Según confirmó la organización, en esta ocasión se esperaban las 150 inscripciones. Se trata, por tanto, de una de las citas moteras de estas características con más poder de convocatoria en la región.
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«Un triunfo total», aseguró uno de los organizadores del encuentro, el peñafielense Alberto Arranz, al mismo tiempo que explicó que «se ven motos por todos los rincones de la localidad». Asimismo, afirmó que «el espíritu de esta concentración es el compañerismo. Somos como una pequeña gran familia».
En esta edición de la Scooter Run ribereña, los participantes llegaron desde diferentes puntos del país, tales como el municipio jienense de Linares. De allí es José Enrique Maña, quien ya suma su tercera participación. Subió al remolque su Vespa 125 N y estos días pasea esta joya de 1956 –la más veterana de cita– por Peñafiel. Si repite cada año, dice, es porque «el sitio es muy bonito, es muy fácil moverse, estamos todos juntos y además muchos nos conocemos y somos amigos; y sobre todo por el hecho de que Alberto Arranz, el organizador, nos abra prácticamente las puertas de su casa. Estamos muy bien. Repetiré todos los años que pueda y lo recomiendo», subrayó.
Lo mismo piensa Miguel Quijada, procedente de Guadalajara. Ayer se presentó en la localidad ribereña con «uno de los último modelos de lambretta, de 1982, que he modernizado completamente con todo lo último del mercado invirtiendo casi 20.000 euros y 4 años de trabajo».
Un homenaje
Es, según dijo, «todo un homenaje a su anterior propietario, que falleció hace cuatro años». «Esta concentración trasciende lo que es el mundo del motor hasta fraguar en amistad, en auténtica fraternidad», incidió el alcarreño.
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Esta misma línea siguió Carlos Sanz, que también llegó desde Castilla La Mancha «con un grupo nutrido de amigos, rodando», una práctica que llevan haciendo desde hace años. «Aquí nos juntamos por la pasión por las motos pero también para disfrutar mucho de los amigos con los que te juntas en otras ocasiones, de todos los sitios de España. Esa es un poco la idea: compartir moto y compartir amistad», confirmó.
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