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Los quintos de Torrelobatón (izquierda) y Pedrajas han corrido este lunes las cintas. L. Negro / C. Catalina

Los quintos de Torrelobatón y Pedrajas corren las cintas tras dos años en blanco por la covid

Numerosos vecinos acompañaron a los jóvenes para cumplir con una de las tradiciones más arraigadas a las localidades

Laura Negro y Cruz Catalina

Torrelobatón | Pedrajas

Martes, 1 de marzo 2022, 21:09

Parecía que nunca les iba a llegar el día, pero este martes, por fin, les llegó. La covid dio una tregua y les permitió celebrar el que será uno de los días más importantes de sus vidas. El de correr las cintas. Los quintos y quintas de las localidades de Pedrajas de San Esteban y Torrelobatón cumplieron este martes de Carnaval con una de las tradiciones más arraigadas a sus municipios: la carrera de las cintas a caballo.

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En el caso de Pedrajas, numerosos vecinos acompañaron a los quintos a correr las cintas. «Hemos podido volver a disfrutar de los quintos y cómo han corrido las cintas. Siempre es habitual que haya alguna caída, pero afortunadamente se han quedado en divertidas anécdotas», afirmaban fuentes municipales.

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Galería. Los quintos de Torrelobatón corren las cintas el Martes de Carnaval. L. N.

En Torrelobatón, por primera vez, lo celebraron dos generaciones juntas. Raúl, Santiago, Javier, Esther y Diego se quedaron con las ganas de hacerlo el año pasado, pero la situación sanitaria no lo permitió. Por ello, los cuatro quintos de este año –Marina, María, Hugo y Leo– quisieron celebrarlo junto a sus predecesores. Había ganas de fiesta y eso se notaba. Los dulzaineros de 'Tierras Llanas' interpretaron los primeros acordes y los quintos, a caballo, se pusieron en movimiento. Todo el pueblo les acompañó hasta el Camino Velliza.

Allí estaban los mástiles preparados y, lo más importante, el cajón de las cintas. Al galope y con buen pulso, los jinetes fueron pasando bajo el cajón que pendía de una maroma. La primera la sacó María que, con voz ronca, dio un grito de alegría. Sus familiares corrieron a atársela en el brazo, como manda la costumbre. Ella fue también la afortunada que consiguió la cinta más preciada, la de la bandera nacional, en la que están bordados los nombres de todos los quintos. Por hacerse con tan preciado trofeo, tuvo que invitar a puros a todo el pueblo. La carrera de las cintas terminó con los quintos cabalgando hasta la explanada del castillo, donde se hicieron una foto de familia.

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