Los quintos de Tordehumos celebran el tradicional Día de la Leña

Todos los años no son iguales. Para los jóvenes de Tordehumos Yaiza García, María Mateo, Noelia Díez, Óscar Negro, Pablo García y Alberto Bravo, el 2020 será el inolvidable año en que fueron quintos. La entrada en su particular año de quintos se inició este sábado (como es costumbre por ser el sábado anterior al Miércoles de Ceniza) con la popular tradición del Día de la Leña.

A media mañana, los jóvenes, vistiendo sus llamativos ponchos de colores y montados sobre burros, recibieron el adiós de padres y amigos en la Plaza Mayor, antes de partir hacia el monte de Tordehumos, donde pasaron su particular jornada de supervivencia como primera prueba de un año en el que todos cumplirán la mayoría de edad. Ya en el monte, los jóvenes, junto con los amigos que les fueron a visitar, pasaron unas horas de hermandad. También los padres se acercaron para llevarles la comida.

El joven Alberto Bravo, que cumplirá los 18 años en agosto, mostró su orgullo de ser quinto al «poder cumplir con una tradición tan importante en el pueblo». Además, hizo ver que «es una vez en la vida y hay que celebrarlo». Alberto llevaba el poncho que confeccionó su abuela Ausencia y que ya han portado, cuando fueron quintos, todos sus tíos y primos, entre ellos, su padre, el actual alcalde, Agapito Bravo, quien expresó que «como padre es un gran orgullo el ver que tu hijo se hace quinto y como alcalde, el saber que la tradición se perpetúa de generación en generación, como parte de nuestra identidad».

Regresaron por la tarde, cargados de leña con la que por la noche hicieron una hoguera que tuvieron que saltar por orden de fecha de nacimiento, según el naipe que llevaban en los sombreros de paja, siendo el as de oros para el mayor y el rey de ese mismo palo para el más joven. La hoguera dio paso a una larga noche de fiesta. El Domingo Gordo, los quintos harán sonar almireces de bronce por la mañana e irán por las casas pidiendo el aguinaldo para sufragar los gastos de la fiesta. Degustar la típica repostería de Carnaval, las orejas y las torrijas, que amablemente irán ofreciendo los vecinos a la quintada. A principios del mes de mayo los quintos tendrán que levantar el mayo, y durante el resto del año, en todas las fiestas, tendrán lucir el poncho de colores hasta el próximo año, en la carrera de cintas de Las Candelas, donde podrán fin a su inolvidable año de quintos.