Dos profesores de Pedrajas acuden a clase en falda tras oír un comentario homófobo
Manuel Javier Ortega y Borja Velázquez, docentes en el colegio de la localidad vallisoletana, tomaron la decisión para dar una lección de igualdad a sus alumnos
Estaba dando clase, como cualquier otro día, Manuel Javier Ortega en el colegio público Virgen de Sacedón de la localidad vallisoletana de Pedrajas de San Esteban cuando escuchó un comentario «racista y homófobo» por una camiseta. No concebía cómo había podido ocurrir algo así, por lo que comenzó a «dar vueltas» a la cabeza para ver qué podía hacer para concienciar a los escolares de que no podía volver a repetirse un hecho similar. Así que entró en la sala de profesores y –sin pensárselo dos veces– espetó: «Ha pasado esto. He pensado en venir mañana a clase con falda para hacer entender a los alumnos que no puede pasar más. ¿Qué os parece?». La respuesta del claustro fue unánime: adelante.
A la mañana siguiente, tanto él, que imparte Educación Física, como el jefe de estudios y profesor de Música, Borja Velázquez, se presentaron en la escuela ataviados con falda y leotardos el primero, con la prenda y las piernas al aire el segundo. Así estuvieron las seis horas lectivas. «Dimos clase normal, vestidos así, para que eso se den cuenta de las sensaciones que tienes al ver a otra gente y hacerles reflexionar con que, independientemente de cómo vayas, tu forma de ser, estar o hacer tu trabajo no va a cambiar. Que yo soy como soy y nadie me tiene que juzgar por la ropa que lleve puesta», dice Manuel, también en nombre de su compañero.
Cuando les vieron, los chavales al principio pensaban que todo era una broma. Que se habían «disfrazado». Pero no. En seguida les explicaron el porqué de su actitud: habían escuchado un comentario homófobo por los pasillos del Virgen de Sacedón e iban a ponerle coto. «Nada más vernos, creían que les estábamos haciendo una broma, pero al poco se dieron cuenta de que íbamos así porque queríamos», asegura el maestro de Educación Física, quien reconoce sentirse «abrumado» por las muestras de afecto recibidas. «Es una cosa a nivel positivo se nos ha ido de las manos. Nos ha llamado y escrito muchísima gente para felicitarnos», cuenta.
Dedicaron los últimos 45 minutos de la mañana en reflexionar. Una «rutina de pensamiento» colectiva. «Les dijimos que se plantearan que si nosotros, por ir vestidos de otra manera, habíamos sido peores profesores, si la metodología o la clase habían cambiado... Y todos coincidieron en que no», apunta Manuel, que también destaca el papel del docente a la hora de enseñar valores. «Voy a dar contenidos, pero también a enseñar valores y a respetar. No transmitimos ideales, lo que quiero es que los niños sean críticos, que piensen lo que quieran, pero no a costa de humillar a alguien, porque puedes hacer mucho daño», sentencia.
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