Millones para «tapar agujeros»
El Sorteo de la Lotería de Navidad de 2018 repartió entre los 328 vecinos de San Román de Hornija 2.400.000 euros, con un promedio que no permitía cambiar la vida
José Ramón Ruz acude todas las mañanas, a eso de las nueve, a tomar café al bar Hornija, en San Román de Hornija. El pan ... nuestro de cada día. Es encender Alicia Álamo, la arrendataria del establecimiento, el interruptor de la luz y aparecer este vecino, de 84 años, ataviado con boina verde, jersey negro y chaqueta azul. Es su momento «preferido» del día. El 22 de diciembre del año pasado no iba a ser menos. Eran las nueve en punto y Ruz, jubilado, agazapado en una esquina del local, leía la prensa e intercambiaba impresiones con la propietaria. De fondo, en un plano secundario, los niños del Colegio de San Ildefonso comenzaron a repartir suerte en el Sorteo de la Lotería de Navidad.
Uno de los quintos premios, como Ruz y Álamo, fue de los más madrugadores. Apenas habían pasado quince minutos del inicio de la Lotería Nacional y el número distribuido por el citado bar, el 07568, resultó ganador. La fortuna sonrió al municipio y repartió 2,4 millones de euros entre la gran mayoría de los 328 vecinos de San Román, 6.000 euros por décimo. No se lo creían. Se quedaron mirando fijamente a la pantalla del televisor que preside este pequeño establecimiento en busca de una ventana emergente o un comentario que les confirmara la noticia. Que no había sido un sueño, una broma de mal gusto. Así estuvieron más de cinco minutos. «No le estábamos haciendo mucho caso; hablábamos de nuestras cosas cuando dijimos: 'Pero si es el nuestro'. No nos lo creíamos», asegura un año después de aquel «maravilloso sábado» Ruz, uno de los afortunados.
Sostiene una copa de vino. Le gusta mantener la «costumbre» de acudir al Hornija a tomar un tinto. Pide a Álamo que se lo rellene. Coge aire y bebe un trago al mismo tiempo que proyecta recuerdos de aquel día en el mismo lugar que cambió su suerte: la barra del bar. Su vida, dice, no ha cambiado en «absolutamente nada». Tenía dos décimos del quinto premio. 12.000 euros. Dio un propina a sus tres hijos y el resto decidió ahorrarlo. «El año pasado gasté tres mil y pico euros más a mayores de mi presupuesto, por lo que me vino bien para reponerlo, pero lo demás, nada», sostiene Ruz. «Mi hijo está conmigo, no tiene trabajo y tengo que darle de comer, por eso tampoco he querido ni he podido darme un capricho a mayores», continúa.
Este jubilado, un talismán de la suerte –era la tercera vez que la Lotería le dejaba un «pellizco», como se refiere–, fue uno de los primeros en enterarse de que la fortuna había hecho escala en la localidad vallisoletana. Tomó el vino que le quedaba en la copa de un trago y, como tenía que ir a la tienda de ultramarinos a comprar «unas cosas», les informó. «Nadie sabía nada, se lo dije yo y al principio no me creían; me costó que me hicieran caso», explica.
¿Y si cae el Gordo?
Cuando Marcelino de Castro y María del Canto Alonso, los gerentes del establecimiento de alimentación, se enteraron de que les había tocado un quinto premio, lo primero que hicieron fue fundirse en un intenso abrazo. Habían pasado una «mala época». Pero aquel 22 de diciembre dejó de llover. Salió el sol. Este matrimonio, que tenía dos décimos con ese número, decidió dar el premio de uno de ellos a sus hijos y el otro, para cubrir gastos. «Invertí el dinero en pagar dos básculas para la tienda, que aunque ya las había comprado, lo cogimos de ahí», afirma De Castro.
Mantienen la ilusión intacta. Echan la vista atrás y recuerdan el día de la Lotería con «mucha alegría». «Si llega a tocar el Gordo, chiscamos el pueblo; el enterrador no hubiera dado abasto con tantos infartos», bromea el tendero. Pero no quieren «ni pensar» en la posibilidad de que el Sorteo deje «algo» hoy. «La suerte es como las enfermedades, no la busques, que vienen solas», sentencia.
En San Román de Hornija, la Lotería hizo escala, pero pasó de puntillas. Sus vecinos reconocen que, aunque es una «gran alegría», los 6.000 euros de premio de cada décimo no les ha «cambiado la vida en nada». La gran mayoría coincide en que ha destinado el dinero a «tapar agujeros». Es el caso de Aniano García, quien reconoce que se gastó el dinero «antes de tenerlo». También de David Sanz y José Luis Fernández, quienes sostienen que han destinado la cuantía a «tapar agujeros».
Décimos agotados en horas
Cuando Elena Díaz, dueña de la panadería Jogari, supo que habían ganado 6.000 euros, decidió cerrar el establecimiento para «celebrarlo con los demás». No tuvieron que pensar «mucho» en qué invertirían el montante logrado:para los estudios de su hija mayor. «Está estudiando fuera y ha sido una gran ayuda, aunque también ha caído algún capricho, como un móvil».
A la actual alcaldesa, Mercedes Motrel, le tocó una «pizquita». Compartió un décimo con su hermano y otro a medias con varias amigas. «Soy agricultora y he puesto un viñedo en el pueblo, unas dos hectáreas de viñas para continuar con la DO Toro, y dejas para hacer algo más», apunta. En San Román de Hornija están más ilusionados «que nunca». El premio del año pasado ha sentado un precedente. Encontrar un vecino que no haya adquirido un décimo en los bares del pueblo se antoja misión imposible. De hecho, en estos locales, los boletos se agotaron cuestión de horas. Ahora, solo les queda esperar a que la suerte vuelva a sonreírles.
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