Mayorga llora la muerte de Luis de la Viuda 'Peralta'

Con tan solo 13 años, se inició en un lejano 1948 como zagal con el mayoral Paco Gutiérrez en las instalaciones que, desde 1943, poseía la Agrupación Vecinal de Fomento Ganadero en las inmediaciones del valle del Toro. «Vivía en la casa de la ganadería, al principio dormía en un saco de paja al amor de la lumbre, en la cocina, era un zagalillo, el último en llegar», como le gustaba recordar al veterano mayoral. Poco a poco fue aprendiendo un oficio en el que había que encerrar, con el destetado separar a los becerros de sus madres, el herrado, los tentaderos de machos o de hembra, el arriesgado apartado a puerta o el traslado en camiones de las reses a las fiestas de los pueblos, entre ellos Mayorga.

Cuando a los 14 años De la Viuda montó un caballo casi indomable le dijeron que era mejor que Peralta. Por eso, desde entonces, se quedó con el apodo del famoso rejoneador sevillano. Casualidades de la vida quisieron que con el tiempo fuera socio del Club de Caballistas Riosecanos Hermanos Peralta. En le memoria queda cuando el domingo más próximo al 13 de junio, festividad de San Antonio, se organizaba una romería en las que se iba andando hasta el valle de la ganadería, donde se pasaba una jornada de fiesta en la que no faltaba la suelta de alguna vaquilla, además de una comida campestre. Con los años, Peralta fue nombrado mayoral por Donato Melgar, el que fuera presidente de la Agrupación Vecinal de Fomento Ganadero, cuya actividad llegará hasta los años 60.

Con una importante experiencia de una veintena de años, en 1964, Luis de la Viuda entró a trabajar en la prestigiosa ganadería de Raso del Portillo, donde estaría como mayoral hasta 1974, teniendo relación con históricos matadores de toros, como el mítico Antonio Bienvenida, cuando iban a hacer tentaderos. En esta finca nacería su hijo Luis, quien recordó con emoción cómo con seis años «salía al corral cuando estaba lleno de vacas y las asustaba con un paraguas que abría y cerraba».

Antes de jubilares, en 1974, Peralta compró un centenar de vacas a Juan María Pérez Tabernero y regresó a su pueblo natal para tener durante 30 años su propia ganadería, Hermanos de la Viuda Calzado, con un hierro que estuvo, hasta que se cerró, en el Museo del Toro de Valladolid. Años en los que, con su hijo Luis, había que traer a pie una vaca enmaromada por el campo hasta los corrales, con algún que otro susto, o las capeas de los pueblos teniendo que echar mano muchas veces del capote.

Su hijo Luis expresó que la ganadería de reses bravas fue sobre todo para su padre «una forma de vida». Por su parte, Luis de Viuda, que superó algunas graves cornadas que le llegaron en forma de enfermedades y dolencias, siempre manifestó estar orgulloso de su particular historia al amor de las reses bravas. El funeral tendrá lugar este sábado en la iglesia de El Salvador de Mayorga a las 12.00 horas, estando instalado el velatorio en el tanatorio La Paz de la misma localidad.