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Procesión con los pellejos prendidos por las calles de Mayorga.

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Procesión con los pellejos prendidos por las calles de Mayorga. Alberto Mingueza

Mayorga arde en la noche más hermosa del año

El olor a pez de vino inundó esta noche calles y plazas con motivo de su tradicional procesión cívica de El Vítor

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Sábado, 28 de septiembre 2019, 00:14

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La procesión no tardará en empezar. Ya algunos pellejos prenden en una hoguera. La noche ha caído y las llamas iluminan la calle creando sombras inquietantes. Desde hace tiempo, Francisco Ángel García Quirós espera dentro de la emita. Sostiene entre sus manos con firmeza el Vítor. Entonces, hace una reverencia a la imagen del santo patrón con una secreta plegaria para que todo salga bien, que haga buen tiempo y que no pase nada. Cuando llegan las autoridades con los mayordomos y la música sale de la ermita. Al traspasar el dintel de la puerta, una gran carga emocional llega con el inevitable recuerdo de su padre. «Es el pequeño homenaje que todos hacemos al recordar a alguien que ya no está con nosotros».

A sus 43 años, Francisco Ángel ha regresado un año más a Mayorga desde Leganés, donde siempre ha vivido, para portar el estandarte que preside la procesión cívica del Vítor, como lo hizo su padre durante décadas hasta poco antes de morir en 2014 o, antes, su abuelo Florencio, en una responsabilidad de la familia de los Garatos que se pierde en el tiempo.

Dos imágenes de la comitiva y preparativos. Alberto Mingueza
Imagen principal - Dos imágenes de la comitiva y preparativos.
Imagen secundaria 1 - Dos imágenes de la comitiva y preparativos.
Imagen secundaria 2 - Dos imágenes de la comitiva y preparativos.

Comienza la procesión. Los pellejos ardiendo preceden al Vítor al son del pasodoble, que dice «que es la enseña más gloriosa y es el timbre más honroso del santo patrón», convertido en un la, la, la muy pegadizo. Como pegadiza es la pez que va tintando la calle de negro al caer de los pellejos. Francisco Ángel sujeta con fuerza el estandarte. A su memoria acuden agolpados todos los años que desde niño fue junto a su padre; las veces que, ya de joven, empezó a sustituirle; sus consejos de agarrarlo recto, mirando siempre hacia delante, de nunca bailar, de llevarlo con el mayor de los respetos y solemnidad.

«Es algo que he mamado desde pequeño», asegura García Quirós, sin olvidar que su padre le preguntó que si quería tener el honor de llevar el Vítor tenía que ser a sabiendas de que «si te comprometes tienes que venir, estés donde estés». Compromiso que no ha dejado nunca de cumplir, por el que ha cambiado cuestiones personales y de trabajo o citas médicas, porque «no entiendo un septiembre sin el Vítor». Compromiso que también mantiene el veterano Mateo Fernández, quien, a sus 82 años, no ha faltado a su importante cita de iniciar a los niños en la tradición.

La iglesia de Santa María del Mercado dio la bienvenida a la comitiva de las llamas

La procesión ha entrado en la calle Derecha. La coincidencia con viernes hace que miles de personas, entre los que se encuentra el presidente de la Diputación, Conrado Íscar, asistan a una tradición tan singular. Este año también se han acercado vecinos de otras localidades de España que tienen fiestas con fuego. Poco a poco los pies se van quedando pegados en el suelo. La cercanía de las llamas y el olor a pez estimula los sentidos.

La iglesia de Santa María del Mercado da la bienvenida a la comitiva de las llamas que, como una antorcha viva, avanza poco a poco, hasta llegar a la plaza por calles estrechas. Hace ya rato que Fidel Caballero, primo de Francisco Ángel, le ayuda a llevar el estandarte «porque cuando llevas un buen rato los brazos se cansan». En la calle Derecha le llega el recuerdo de cuando era niño y esperaba despierto desde la casa de su abuela Paca para ver pasar los pellejos ardiendo. Entonces vuelve a darse cuenta de que lo que está sucediendo «pertenece al patrimonio inmaterial de los mayorganos».

Son las 12 de la noche. Cientos de pellejos se sitúan en el centro de la plaza de toros. El Vítor sube al balcón del Ayuntamiento, al que saluda un vistoso castillo de fuegos artificiales, que finaliza con el descubrimiento de la imagen del santo. En un momento de gran emoción, los mayorganos, con sus varales, se ponen de rodillas, muchos abrazados, y cantan el himno a Santo Toribio. Pero la procesión debe continuar. Por Cuatro Cantones a la calle Derecha, antes de llegar al Arco, donde se encara la calle del Rollo. El aguardiente hace rato que ha hecho su presencia. Algunos ya no tienen pellejos para quemar.

Frente a la ermita

El gentío comienza a agolparse frente a la ermita cerrada. Son las cuatro de la mañana, se abren las puertas y todos entran. En el interior reina en silencio, el respeto y el cansancio. Se entona de nuevo el himno al santo. Se suceden los vivas a santo Toribio, a santa Rosa, al Vítor, a Mayorga. Para García Quirós, «es un gran honor el poder entonar el himno con los congregantes». Con solo alzar la vista a la parte posterior del Vítor tiene a su padre presente en la frase 'A expensas de Ángel García Fierro, 1951'. Francisco Ángel, como todos los lugareños, espera con ilusión a que otro septiembre regrese a Mayorga para portar el estandarte del Vítor en un emotivo viaje a su memoria, para nunca olvidar las palabras de su padre de que «la única libertad que tienes es la de tomar una decisión, pero una vez que la tomas, hay que cumplirla».

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