El septuagenario al que un toro tiró por un barranco en Cuéllar
«Me cogió y luego me fui a almorzar»El herido, natural de una pedanía de Peñafiel, vivió momentos de angustia aunque la peor parte se la llevó otro hombre, que sufrió una cornada y la rotura de cuatro costillas
«Tuve mucha suerte». Con esta frase resume Cayo Gil Lázaro, de 74 años, lo que sintió cuando un toro de la ganadería Cebada Gago ... le embistió y le tiro por un desnivel de cinco metros de altura en la parte alta del embudo del encierro campero celebrado el sábado en Cuéllar (Segovia).
Cayo, natural de la pedanía peñafielense de Mélida, acudió como tantas otras veces a Cuéllar para disfrutar del encierro, pero en esta ocasión las cosas no salieron como en situaciones anteriores. «Estaba al lado de un coche y me di cuenta de que no podía subir a la baca, así que me aparté y en ese momento el toro vino detrás de mí, me cogió y me tiró ladera abajo», relata este septuagenario, que acudió al encierro junto a su amigo, Florencio Arranz, de Langayo, que contempló con estupor la cogida. «Se pegó un susto muy grande. También había por allí gente que me conocía de los pueblos», explica este aficionado al mundo del toro que acude de manera asidua a las localidades de la zona para disfrutar de encierros y capeas.
Tras la cogida, el equipo médico le asistió para curar los varetazos que sufrió en las piernas pero, pese a las circunstancias, Cayo quiso ser fiel a esa tradición no escrita que dice que todo encierro debe acabar con un buen almuerzo. «Después de que me cogió estuve en la enfermería, pero luego me fui a almorzar con unos amigos a un bar de al lado de la plaza de toros, aunque tenía mis dolores y los tengo todavía», explica este agricultor jubilado, vinculado a bodegas Peñafalcón.
Los momentos de mayor tensión del encierro se vivieron cuando el toro tiró a Cayo por el barranco. Parecía que el de la ganadería Cebada Gago se iba a cebar con él, pero este septuagenario giró sobre sí mismo para librarse de las embestidas y, finalmente, el animal se fijó en otro hombre que se llevó la peor parte, ya que este aficionado sí que fue corneado, sufrió la rotura de cuatro costillas y fue trasladado posteriormente al hospital, aunque evoluciona de manera favorable.
Pese a que su pronóstico es leve, Cayo también ha tenido que ser revisado por un equipo médico en varias ocasiones tras la cogida y este martes, día 3, ha acudido al centro de salud de Peñafiel. «El sábado por la tarde fui al Clínico a que me hicieran una revisión general y no me han sacado nada. Tengo las piernas vendadas porque el toro me dio, aunque no me corneó», explica este hombre, que aún no ha decidido si volverá al encierro de Cuéllar. «Me gustan mucho los toros, pero eso no pasará hasta el año que viene. Dios dirá», concluye.
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