El alma de la provincia de Valladolid
ESPECIAL MUNICIPALISMO. EL PATRIMONIO INMATERIAL DE CASTILLA Y LEÓN ·
«El patrimonio nos enlaza con nuestro pasado y proyecta nuestra identidad hacia el futuro»conrado íscar. PRESIDENTE DE LA DIPUTACIÓN PROVINCIAL DE VALLADOLID
Sábado, 1 de mayo 2021, 08:46
No voy a descubrir nada nuevo al afirmar que el patrimonio inmaterial es aquello que nos identifica como territorio, como provincia. Tradiciones populares, manifestaciones culturales, formas ancestrales de relacionarnos con la naturaleza que nos rodea, la artesanía diferenciadora de los territorios vecinos, las tradiciones orales… Todo ello configura un conglomerado heterogéneo que, como sucede siempre con el patrimonio, nos enlaza con nuestro pasado y proyecta nuestra identidad hacia el futuro.
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La defensa de todo ese patrimonio forma parte, históricamente, del quehacer de las diputaciones provinciales. También de la Diputación de Valladolid. Es una afirmación fácil de sustentar en multitud de ejemplos. Comenzando, sin duda, por la apuesta que venimos haciendo desde 1985 con lo que primero fue el Centro Etnográfico Joaquín Díaz, convertido en Fundación desde 1994. Ubicada en la Casa de la Mayorazga de Urueña es un centro de referencia mundial sobre patrimonio inmaterial, como los son los simposios sobre patrimonio inmaterial, sobre la literatura popular, o sobre diferentes cuestiones que influyen en la tradición oral. Una tradición oral que conserva y pone a disposición de todo el mundo a través del Archivo de la Tradición oral, un ambicioso proyecto hecho realidad a través de un portal para Internet y que, desarrollado por la Fundación Joaquín Díaz y ofrecido on-line por el Museo Etnográfico de Castilla y León, se ha consolidado como una herramienta imprescindible para dar a conocer la historia oral no solo de la provincia de Valladolid, sino de toda Castilla y León, a través de miles de testimonios grabados y recogidos en localidades de Castilla y León desde mediados del siglo XX.
Otro ejemplo emblemático del patrimonio inmaterial de nuestra provincia son las diferentes formas de celebración de la Semana Santa. Es, sin duda, nuestra tradición más conocida por el gran público, y se ha convertido además en un atractivo turístico que genera desarrollo económico. Pero, sobre todo, es una de nuestras señas de identidad provincial y cumple con todos los requisitos que marca la Unesco para ser considerado como parte constitutiva del patrimonio inmaterial. Así, nuestras celebraciones de Semana Santa son tradicionales y contemporáneas a un mismo tiempo, incluyendo no solo tradiciones heredadas del pasado sino también usos rurales y urbanos contemporáneos. Nuestras Semanas Santas son integradoras, contribuyendo así a la cohesión social y fomentando un sentimiento de identidad y responsabilidad. Son representativas, y dependen de su transmisión al resto de la comunidad de generación en generación. Y, sobre todo, están basadas en la comunidad, formando parte del sentimiento propio de todos los vecinos de la provincia, que las sienten como parte esencial de nuestro patrimonio.
Por todo ello, históricamente, desde la Diputación de Valladolid venimos apoyando las diferentes celebraciones de la Semana Santa en la provincia. Con ayudas directas a los municipios y a las Juntas Locales que mantienen viva la tradición. Y con campañas de promoción turística, ya que la oferta turística de la provincia de Valladolid es tan extensa que posibilita la combinación de diferentes propuestas que, además de participar en los desfiles procesionales de cada una de las localidades aquí representadas, nos permite encontrar momentos para disfrutar del resto de nuestros atractivos turísticos y por supuesto de la enología y la gastronomía de nuestra provincia.
«Nuestras Semanas Santas son integradoras, contribuyendo así a la cohesión social y fomentando un sentimiento de identidad y responsabilidad. Son representativas y, sobre todo, están basadas en la comunidad, formando parte del sentimiento propio de todos los vecinos de la provincia»
Conrado Íscar
Precisamente, la cultura del vino es otro de esos elementos que nos identifican como territorio y que, desde la actualización permanente de la tradición y la cultura popular, constituyen elemento esencial de desarrollo, absolutamente pujante. El respeto a la tradición, a la tierra, a la naturaleza, y la apuesta por la innovación y la excelencia, están siendo elementos esenciales de dinamización económica de varias zonas de la provincia. Pero, más allá de la calidad de nuestros vinos, y de los recursos enoturísticos que promocionan las Rutas del Vino, en el fondo está toda una cultura cultivada entre majuelos, reverdecida con cada cierna entre pámpanos y zarcillos. Toda una cultura que coge su envero con las diferentes faenas desarrolladas en el lagar y que envejece en las meriendas en las bodegas, llenas de charlas, chanzas y confianzas.
Y así, podríamos seguir, desglosando interminablemente referencias. Nuestras romerías y nuestras fiestas ya sean patronales, de quintos, o de cualquier otro tipo. Nuestros encierros, casi siempre vinculados a las fiestas patronales, aunque no siempre, que ejemplos hay varios en la provincia de que, en ocasiones, hay que correr los toros porque sí. Nuestras cofradías, de Águedas o en honor de tantas Vírgenes. O nuestras recreaciones históricas, o nuestra gastronomía que tiene su buque insignia en los Alimentos de Valladolid, o nuestra artesanía, o nuestro folclore…
En definitiva, todo aquello que nos identifica y que nos une, que constituye el alma de esta provincia que no olvida su pasado, porque sabe que en él está la clave para ganar el futuro.