Alaejos, zona 'limpia' de contagios
Su área de salud, que engloba seis municipios y 3.310 vecinos, y la de Mayorga son las únicas de Valladolid que no registran positivos por la covid-19 en los últimos quince días
No hay una «fórmula secreta». Tampoco una poción mágica que aleje el virus del suroeste de Valladolid. Y no, los 3.310 vecinos de los seis municipios que forman parte de la zona básica de salud de Alaejos (compuesta por esta localidad y Castrejón de Trabancos, Castronuño, Siete Iglesias de Trabancos, Torrecilla de la Orden y Villafranca), la única de la provincia, junto con la de Mayorga (doce pueblos, 2.860 vecinos), sin nuevos contagios en los últimos quince días, no se están quedando más en casa que el resto de ciudadanos de la provincia.
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Tan solo, explica la responsable de Enfermería del centro de salud de Alaejos, Mar Villarías, «se han hecho las cosas bien»: actuaciones y reacciones «rápidas, controladas y sin contacto». «Se ha controlado todo muchísimo, no ha habido contactos y eso a la larga se nota. También somos muy estrictos, en cuanto vemos a alguien en la calle, por muy justificado que esté, le decimos que por favor vuelva a su casa», afirma esta sanitaria, al tiempo que anticipa que incluso antes de que se decretara el estado de alarma ya estaban preparando un plan de contingencia para frenar la por entonces más que previsible expansión de la covid-19. «Centralizamos la atención en el centro de salud de Alaejos, nos pusimos en contacto con los alcaldes de cada uno de los pueblos y les dijimos que, por favor, dijeran a sus vecinos que no salieran de casa, que lo que se venía era grave», asevera. «También decidimos ir a todos los domicilios de la gente con patologías más graves para que no se expusieran», añade la coordinadora del equipo, María Jesús Herrada.
«Hacer caso» y seguir las directrices de las administraciones es, ante la ausencia de una vacuna, el mejor antídoto contra este virus mortal e invisible que ha paralizado el mundo. A todo ello, además, cabe añadir la «ventaja» de que en estas poblaciones no hay residencias de ancianos, uno de los focos más golpeados por la pandemia. «Al final, al estar aisladas las personas mayores en sus domicilios es más fácil no solo de gestionar, sino de evitar la propagación», continúa la coordinadora.
Especiales coronavirus
La zona básica de Alaejos es una de las trece que a día de hoy sobreviven en Castilla y León sin nuevos positivos detectados durante, al menos, los últimos quince días. Una de las dos existentes en la provincia de Valladolid –también está Mayorga–, aunque hay otras que discurren por el mismo buen camino, como el área de Esguevillas (trece municipios con 2.110 censados), que no ha registrado casos en la última semana. Un mapa que poco a poco se colorea de verde.
En el espacio liderado por María Jesús Herrada cuando «peor» lo pasaron fue durante los primeros días. Había «mucha incertidumbre y desinformación», una circunstancia que les obligó a duplicar esfuerzos y recursos, aunque sin saber con certeza si la estrategia trazada daría sus frutos. Con ella «logramos proteger a los de fuera, pero no a los de dentro». «No nos dio tiempo a protegernos y ya teníamos compañeros infectados», lamenta Villarías. Tres de los 17 trabajadores que forman parte del equipo «cayeron» (entre ellos la auxiliar administrativa, recientemente fallecida como consecuencia del SARS-CoV-2). Esta situación les llevó a hacer «el doble de trabajo», pero con menos personal. La pandemia les dejó en fuera de juego, pero las llamadas de pacientes llegaban en cascada a la centralita. «Ahora ya menos, pero los primeros días fue horroroso; apenas hacían consultas de coronavirus, eso sí», recuerda la coordinadora.
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Desescalada
El virus ha llegado a la gran mayoría de rincones vallisoletanos, pero en el entorno de Alaejos, en las seis localidades que forman parte de su zona sanitaria, la pandemia está dando un respiro. Hasta la fecha han registrado 16 casos –de los que diez permanecen activos–, con una ratio de 0,58% positivos por tarjeta sanitaria, la cifra más baja de la provincia, únicamente por detrás de Esguevillas (15 contagiados, aunque con una ratio mayor, de 1,14). Asimismo, en estos territorios de las comarcas de la Tierra del Vino y de Medina la covid-19 se ha saldado con ocho víctimas, siendo Castronuño (828 empadronados) el pueblo «más afectado en general». De allí salió el primer positivo del área de salud, aunque las profesionales sanitarias comentan que no se llegaron a «imaginar» que se trataba de coronavirus porque «no tenía la sintomatología propia». «Tenía dolor muscular y anosmia, no eran los síntomas que se dijeron al principio», aseveran.
Ahora tanto vecinos como sanitarios confían en que no sea un sosiego pasajero. Que el virus se haya ido para no volver. Miran al pasado con resignación por las vidas que se ha llevado por delante la epidemia, y al futuro con «optimismo». Contemplan de reojo la nueva normalidad. Saben que la desescalada está cerca, y más aún en su caso. Al no tener nuevos positivos, muchos son partidarios de que tanto ellos como «todos aquellos que estén en nuestras mismas condiciones» emprendan antes las fases de desconfinamiento que «en otros pueblos donde estén peor o siga habiendo casos». Sin embargo, vecinos como Carlos Aguilar –quien aguarda carrito en mano en la cola para acceder al supermercado, ubicado en la Plaza Mayor junto a la farmacia y una oficina bancaria– consideran que «es mejor hacerlo todos juntos» para, así, «controlar los movimientos». «Si no se hace y empieza a venir gente de fuera...», prosigue.
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Este temor ante la llegada «descontrolada» de foráneos a sus segundas residencias lo comparten numerosos alaejanos. Uno de ellos, su alcalde. «Aquí hay muchas casas de gente que tiene vínculos con el pueblo, principalmente de comunidades como Madrid o País Vasco, y claro que da miedo que llegue gente de fuera, como en cualquier otro sitio», señala Carlos Mangas. Para el regidor, la «clave» de sus buenos datos radica en tres causas principales:el «respeto» al confinamiento –«la compra se hace de forma rigurosa, tenemos cuidado con no tocar nada», matiza–, un «poco de suerte» y que la «dispersión de las viviendas es mayor que en las zonas urbanas».
«Más espacio para cada uno»
Este último argumento es, de hecho, el más defendido y compartido por los habitantes del municipio. Es el caso del párroco, José David Vázquez, quien además de opinar que influye «ser una zona de campo, que está más aislada de los focos principales», se aferra a «la misma confianza en Dios». «No lo sé exactamente, pero creo que esos dos aspectos han podido influir; la gente está haciendo también un sacrificio para llevar el confinamiento lo mejor posible», reflexiona el sacerdote de Castronuño, Villafranca de Duero y San Román de Hornija, además de Alaejos.
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También lo piensa Luis Antonio Sobrino, propietario de la carnicería que lleva su mismo apellido. «Es un pueblo más pequeño, tenemos más espacio para cada uno y al final es mucho más fácil no contagiarte en zonas vacías que en otras más hacinadas», comenta. A escasos 50 metros, en una de las piedras angulares de Alaejos, junto al centro de salud y la iglesia de Santa María, Conchi Alonso regenta la panadería Mangas. Dice estar «deseando que no venga nadie de fuera» y es adepta a una desescalada en función del territorio. «Hombre, es que no es lo mismo aquí, que no tenemos casos nuevos, que en una zona donde cada día hay alguno», dice.
Ahora, con una fecha en el horizonte a la que aferrarse, solo piensan en una cosa: en volver a juntarse, romper los dos metros de distancia de seguridad –cuando las circunstancias lo permitan– y echar atrás las pantallas que les separan y, al mismo tiempo, les mantienen unidos. La meta está cerca. Lo saben y por ello no quieren «aflojar». «Es el momento de hacer un esfuerzo y seguir en casa; somos un pueblo al que le gusta mucho la calle y los bares, pero volveremos a socializar en estos lugares, aunque la nueva normalidad tarde un poquito más», concluye.
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