Alaejos: la festiva Virgen de la Casita

Históricamente, Alaejos recurría a su Virgen de la Casita para que le ayudara a combatir sequías y pestes. Cumplidos 500 años de tradición, en 1990, las cofradías de pastores y bailarines decidieron hacer la bajada cada decenio, siempre en el terminado en cero. La covid provocó que en 2020 no se pudiera celebrar la bajada, y sin embargo, el municipio no rehúye de su orgullo; lo anhela y sonríe al pensarlo.

Esa bajada se produce desde la ermita, que está a tres kilómetros del municipio, se cumple con el novenario y la Virgen recorre las calles del pueblo, engalanadas con alfombras florales, arcos, fachadas engalanadas y altares. En el día anterior a ese 10 de mayo, Alaejos comienza su júbilo con música, con bailes y chocolatadas; con una fiesta cada dos-tres calles.

Mientras aguardan el próximo año cero, los alaejanos siguen visitando a su Virgen, con misas en la ermita y romerías alrededor de la misma todos los 10 de mayo y cada 8 de septiembre, y colocan a los niños en las andas para buscar la buena fortuna. Salen los vecinos a la calle siempre, disfrutan de la cercanía de los otros y bailan la 'charambita', una jota única que se le dedica a la Virgen de la Casita.

Aunque desgraciadamente siempre hay quien se lo pierde, cuando Alaejos triplica su población, en agosto, en la Fiesta del Alaejano Ausente se homenajea con una romería y vaquillas a aquel que no está, porque en los años sesenta, setenta u ochenta se fue al País Vasco o a Madrid.

Junto a estos festejos, hay otros propios del pueblo: los jueves de compadres y comadres, que se celebran los dos jueves previos a la Cuaresma y en los que invitan a merendar, uno, los hombres, y el otro, las mujeres.