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El Palacio de la Ribera del siglo XVII languidece y entra en la lista roja del patrimonio«Del antiguo Palacio de la Ribera, que brilló cual estrella fugaz en los tiempos de la corte de Felipe III, solo quedan pocos y desguarnecidos restos», relataba el historiador y catedrático Juan José Martín González (1923-2009) en un extenso artículo publicado en ... 1964 en el que lamentaba el mal estado de los restos de la finca de recreo construida a principios del siglo XVII para disfrute del rey en la margen derecha del Pisuerga, en la actual Huerta del Rey, y que fue demolida prácticamente en su totalidad en 1761 (sus restos se aprovecharon para levantar el Palacio Real de San Pablo). Pues bien, más de sesenta años después de aquel artículo, o queja, y dieciséis después de que sus restos fueran rehabilitados, el palacio –un Bien de Interés Cultural (BIC) desde 1931– vuelve a languidecer hasta el punto de que acababa de incorporarse a la lista roja del patrimonio de la asociación Hispania Nostra (desde el 17 de enero) al entender sus técnicos que a día de hoy «corre el riesgo de desaparecer por ruina».
La realidad apunta a un futuro menos negro para los vestigios de aquel palacio levantado entre los años 1602 y 1605, cuando Valladolid era capital de la Corte, si se tiene en cuenta que hace poco más de tres lustros fue objeto de una profunda intervención de consolidación y limpieza de los restos. Pero lo cierto es que los muros del inmueble real, entre los que se cuelan una capilla con una imagen de la Virgen de San Lorenzo (apenas visible por el mal estado del cristal) y una portezuela vallada con una escalinata cegada, presentan a día de hoy un estado más que lamentable al estar plagados de grafitis que no han sido limpiados desde aquella rehabilitación llevada a cabo entre los años 2009 y 2010.
Tampoco hay carteles que informen sobre la historia del palacio o letreros en los accesos a la senda, que también presenta un estado más que lamentable y que fue habilitada en 2011, con entradas por la calle Juana de Castilla (la que sale del puente de Poniente) y la plazoleta situada a los pies del edificio Duque de Lerma. Pero nada indica la presencia de este paseo por la historia, que conecta los restos del maltrecho palacio con los de la centrar eléctrica de ladrillo de 1883 (situada en el otro extremo hacia el Puente Mayor). Allí las malas hierbas se comen los laterales de la ribera, y parte de los muros del palacio, con bancos rotos, pasamanos desaparecidos, maleza y un camino irregular con restos de botellones por doquier.
Cronología
1602-1605 Felipe III, por mediación del Duque de Lerma, construye el Palacio de la Ribera (su finca de recreo) en la margen derecha del Pisuerga, en el actual barrio de Huerta del Rey.
1761 El declive del palacio, ya en desuso, lleva a su demolición y sus restos de aprovechan para levantar el Palacio Real.
2009-2011 Una inversión de 237.400 euros permite rehabilitar sus restos y abrir una senda.
2025 El palacio entra en la lista roja del patrimonio por su mal estado de conservación.
Todo ello 16 años después de que se invirtieran 237.400 euros en la recuperación y consolidación de los restos del Palacio de la Ribera y en la apertura de la senda. En los años posteriores, ya de la mano de los voluntarios de los Amigos del Pisuerga, se abrieron dos senderos hacia el río y se recuperó un manantial (2014), que presumiblemente surtió de agua al complejo palaciego, y el antiguo embarcadero (2015) con una réplica de madera en el lugar donde pudo estar el acceso original para las barcazas reales que surcaron las aguas del río entre los siglos XVII y XVIII. Las zarzas impiden hoy acceder a estos vestigios.
El único cartel, que ocupaba una amplia valla publicitaria, instalada en 2011 para contar, con plano incluido sacado del mapa de Ventura Seco (1738), la historia del palacio está hoy en blanco y carcomido por el sol.
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Antonio G. Encinas
Susana Escribano
El Palacio de la Ribera, un entorno conocido popularmente como la Huerta del Rey –el nombre del barrio es un guiño a tan noble pasado–, fueron levantados de la mano del Duque de Lerma, el válido de Felipe III, como «residencia veraniega de placer» del monarca.
Allí, en torno al embarcadero, llegaron a celebrarse festejos taurinos, conocidos como el 'despeño del toro', en los que se arrojaba a un astado al río para después alancearlo desde las góndolas, tal y como recordaba en 2010 el arqueólogo Miguel Ángel Martín, responsable de la rehabilitación de los muros del palacio, cuyos restos hoy cubren literalmente las pintadas y que han pasado ha formar parte de la lista roja del patrimonio de Hispania Nostra, en la que ya estaban incluidos los cuarteles de Farnesio, la rotonda de locomotoras y el edificio de la Electra.
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