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El golpetazo en la sien con el que la pequeña Sara «amaneció» el 28 de julio de 2017 no fue el que la mató ... . La niña, que contaba cuatro años, murió como consecuencia de los golpes recibidos en ambos lados del cráneo, como mucho, «día y medio» antes de su ingreso en las Urgencias Pediátricas del Clínico, el 2 de agosto, es decir, cuatro días más tarde. Y en ese intervalo, sufrió agresión sexual. Los forenses fueron extremadamente didácticos ante las preguntas de la fiscal sobre las 26 fotos de la autopsia que fueron explicando al jurado. Los médicos también fueron taxativos ante las insistentes preguntas del abogado defensor de Roberto Hernández, acusado de ser el autor material del crimen, que trató de desvirtuar con ellas el informe pericial para desesperación del magistrado presidente, Feliciano Trebolle, quien le llamó varias veces la atención por la manera «inadecuada» de formularlas.
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«¿Cuál fue la causa de la muerte?», inquirió la fiscal a los peritos. «El traumatismo cráneoencefálico cerrado, que ha producido un hematoma subdural, una hemorragia y un enema que al final produce la muerte», respondieron. «¿Cómo pudo producirse?», continuó la representante del ministerio público. «Ha debido de sufrir más de un golpe en la región frontal y parietal, que pudo ser contra una pared o el suelo, o pudo producirse con un objeto romo, como una bola de billar».
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La forense que fue la primera en examinar a la pequeña se remontó al 2 de agosto, en el Clínico, a las 18:30 horas. Sara, que había sido trasladada esa mañana por el servicio de emergencias tras una larga reanimación en el domicilio de la calle Cardenal Torquemada, estaba «en un estado de conciencia mínimo» en la Unidad de Pedriatría de Urgencia: en coma profundo, con ventilación asistida y «todo tipo de terapias». La doctora fue avisada por el Juzgado de Guardia por un supuesto caso de maltrato y abusos sexuales para que fuera a recoger muestras y así lo hizo: un hisopo de saliva «un poco sangrienta», tres hisopos vaginales, dos anales y un frasco de suero fisiológico vaginal, muestras que remitieron al Instituto Nacional de Toxicología de Madrid en busca de ADN.
«Nos encontramos además con la gente muy asustada por el politraumatismo que presentaba la niña, tenía muchísimas lesiones, hemorragias y hematomas en todo tipo de evolución», recordó la forense. En esa primera exploración, cuando la niña todavía estaba viva, observaron ya pequeñas laceraciones en la entrada de la vagina «como de media luna» y un leve sangrado en toda la zona del periné (entre el ano y los órganos genitales), así como dos fisuras anales pequeñas. Ya entonces concluyeron que se había producido penetración «con el pene, un dedo u objetos varios». La autopsia confirmó la agresión sexual, aunque no haya ADN. «La penetración completa es imposible en niñas menores de 6 años por su anatomía», puntualizaron. Sara era «muy menudita» y apenas pesaba 20 kilos.
La niña murió a las dos y media de la madrugada y a las 13:00 horas del 3 de agosto se le practicó la autopsia en el Instituto Anatómico Forense. En las fotografías, los jurados pudieron ver los hematomas periorbitarios que presentaba la pequeña en la cara, los «ojos de mapache». Estos se relacionan «con traumatismos en la base del cráneo, se acumula líquido sanguinoliento en esa parte que rodea los ojos y es una lesión grave». Esa contusión estaría situada en los dos parietales, a ambos lados de la cabeza. Tenía también un hematoma con costra en la frente y estigmas por posibles pellizcos en torno de la boca y en la base del cuello, que podría obedecer «al sujetar a la niña en movimientos de zarandeo». Presentaba también morados en las ingles, hematomas de presión en la pelvis y el abdomen «como de ponerse encima y haberle abierto las piernas», y otros recientes en el glúteo derecho. Además de lesiones más antiguas en piernas, pies y manos, como uñas arrancadas y quemaduras en una mano. Sufrió lo que los especialistas denominan «síndrome del niño apaleado».
El juicio con jurado por el crimen de la niña Sara continúa hoy con la declaración de un perito y el examen de la prueba documental.
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