«Mentalmente es demoledor no saber a qué atenerte»
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Confinada en el domicilio de Parquesol, María Maldonado relata su lucha desde que la semana pasada fue al centro de salud con una «faringitis vírica»Secciones
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Confinada en el domicilio de Parquesol, María Maldonado relata su lucha desde que la semana pasada fue al centro de salud con una «faringitis vírica»Valladolid
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Domingo, 22 de marzo 2020, 07:57
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Es muy activa en sus perfiles de redes sociales y desde su cama, el pasado lunes, desesperada, lanzó un SOS en sus grupos para que, ahora más que nunca, se respeten las normas de convivencia, que las paredes son de papel y las carreras, las voces, los cánticos, la tele a todo trapo y el taladro al otro lado del muro resultan, hoy que estamos todos atrincherados en casa, especialmente agresivos. Más, si quien lo sufre está bajo la gran espada de Damocles: la sospecha de estar infectado por coronavirus y la incertidumbre de no saberlo a ciencia cierta porque nunca les van a hacer la prueba que lo confirme. «Ya somos legión los que estamos en casa llevándolo como podemos, somos una población silenciosa que desde casa luchamos, enfermos con sospecha de Covid-19, con dolores de cabeza terribles, fiebre, tos y fatiga», escribía en su grupo de Whatsapp esta mujer de 53 años, 'coach' emocional, muy vital, aficionada a los bailes de salón y que ejerce el voluntariado.
Los sospechosos de estar infectados por la epidemia como ella están además sometidos a una gran ansiedad porque, señalaba ayer con voz ronca y superando algún que otro acceso de tos, «el coronavirus no solo es biológico, también es devastador mentalmente, se te va la cabeza. Nos entra la paranoia, los nervios. Pienso en mi madre, de 82 años, sola en su casa y yo pensando en lo peor...».
Alude a que, en Castilla y León, como no hacen la prueba del Covid-19 a los cientos de personas que están en casa con síntomas, se agrava en ellos la sensación de 'solo ante el peligro'. Los enfermos, indica, se miden la temperatura a cada rato y si llegan a determinados síntomas, se les indica desde su centro de salud que, directamente, llamen al 112. Tal vez cuando sea demasiado tarde.
Contaba que, tras cinco días «muy duros», se encontraba algo mejor. Su pesadilla empezó, relata, el fin de semana previo al 9 de marzo. Recuerda que ya no fue a la manifestación del 8-M porque no se encontraba muy bien. El lunes fue al Río Hortega, pues tenía que hacerse una radiografía de cadera. «Yo ya estaba alarmada, no somos idiotas, se nos veía en calma chicha, pero pululábamos unos y otros por todo Valladolid. Me acuerdo que pedí un protector para hacerme la radiografía y hasta me miraron mal y no me lo dieron, aunque lo tenían allí», indica sin alterarse. Pudo constatar que ni en el complejo hospitalario y tampoco en la consulta del 'fisio' por la que pasó había elemento alguno que indicara un aumento de la profilaxis a pesar de las inquietantes noticias del coronavirus que llegaban desdesde Italia. «Vamos, que me lo llevé todo», ironiza.
El miércoles 11 de marzo fue a su centro de salud. «Mi médico me reconoció, me mandó un antitusivo y me mandó para casa. Eso me generó una tranquilidad ficticia. Será una faringitis. Y me fui. ¡Ni siquiera me dijo que tenía infección de garganta! si me hubieran hecho la prueba ese miércoles... Estuve pululando una semana por Valladolid y como yo hay muchos más casos que, como estamos en domicilio y no hemos sido diagnosticados oficialmente, no existimos».
A partir de ese momento, subraya, su salud empezó a empeorar «con una faringitis terrible». El médico le pidió una foto de su garganta. Le reconoció el facultativo que la primera vez, «como no tenían protocolo establecido...» no tomó medidas pero, una vez verificada «la progresión», le diagnosticó una infección de origen vírico y le indicó que se vigilara la fiebre si tenía un pico superior a los 38 grados.
Esos repuntes febriles los ha tenido noche sí y otra también, y en soledad, agotada y desesperada. Ayer, describe, amaneció como si tuviera un enorme catarrazo, con mocos y tos seca. «¿Es buena señal, es mala?», se pregunta María. En el centro de salud no contestan.
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