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Los alumnos del colegio Ponce de León en su entrada al centro el primer día de clase. Gabriel Villamil
Malestar entre las familias por el cierre imprevisto del comedor escolar del Ponce de León

Malestar entre las familias por el cierre imprevisto del comedor escolar del Ponce de León

Tras una inspección de Sanidad, el comedor de este centro educativo vallisoletano deja de ofrecer servicio a alumnos no becados de cursos a partir de primero de primaria

Laura Negro

Valladolid

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Sábado, 26 de septiembre 2020, 11:07

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«¿Qué hacemos ahora con nuestros hijos? ¿Reducimos nuestro horario de trabajo? ¿Les dejamos sin comer hasta las 16:00 de la tarde?». Estas son las cuestiones que se plantean las familias usuarias del comedor escolar en el colegio Ponce de León de la capital. Tras una inspección de Sanidad realizada el pasado viernes, este centro educativo se ha visto obligado a restringir su servicio de comedor,porque el Poncito, edificio anexo al colegio donde se ubica el comedor escolar en el que cada día comen 200 niños, no cumple con las medidas de distancia y seguridad.

El mismo viernes a mediodía, cuando los padres acudieron a recoger a sus hijos, recibieron por parte de la dirección del centro una circular en la que se les informaba que, a partir del próximo 28 de septiembre, solamente podrán hacer uso del servicio de comedor los alumnos de Infantil y 1º de primaria, así como los alumnos becados de 2º, 3º, 4º, 5º y 6º de primaria.

Una drástica y repentina decisión que ha causado malestar entre los padres afectados, ya que consideran «que altera la conciliación de cientos de muchas familias, que el próximo lunes no podrán llevar a sus hijos al comedor». El AMPA del Ponce de León, valora la medida como «inaceptable», a pesar de la alternativa que el centro ofrece a través de una empresa de ocio y tiempo libre, cuyos monitores cuidarían a los alumnos en la franja de 14:00 a 15:00 o hasta las 16:00, a un precio de 87 euros y 174 euros respectivamente.

El AMPA de este colegio reclama la falta de planificación, que ha dejado sin tiempo de reacción a las familias, y que supondrá que para muchos de los niños la hora de la comida se alargue a más de las 16:00 horas. Las familias del colegio aseguran que desde hace años vienen denunciando la falta de espacio en el comedor escolar y la necesidad de habilitar nuevos espacios sin que esto se haya conseguido solucionar.

José Luis García es el secretario del AMPA y uno de los padres afectados por la medida, «Sanidad no ha dado el visto bueno al comedor, posiblemente porque las instalaciones no cumplen los requisitos de distancia. Sabíamos que se podía dar esta situación, porque es un edificio pequeño que da servicio a 200 niños en tres turnos, pero se debería haber buscado otra alternativa», explica este padre, con dos niños en 3º y 6º de primaria. «Mi mujer y yo trabajamos en horario de mañana. ¿Qué opción tenemos? ¿llevarles con los abuelos? Eso es algo que queremos evitar. Otra opción es reducir la jornada laboral, pero nos han dejado sin tiempo de reacción. Nos avisan el viernes a última hora y la medida aplica el lunes. Esto rompe con el compromiso social del colegio que nos garantizaba, cuando matriculamos a nuestros hijos, un servicio de comedor para ellos. El lunes tendremos consejo escolar y vamos a solicitar que se nos informe detalladamente sobre las razones por las que se ha restringido el servicio», añade consternado.

Los padres piden alternativas. Una de ellas es que se restablezca el servicio en las instalaciones del polideportivo anexo o en una carpa en el patio.

Oscar García tiene dos hijas de 5 y 7 años, en 2º de infantil y 2º de primaria a las que cada día recoge a las 15:30 horas. De aquí al lunes tiene que decidir qué hacer con sus ellas a partir de ahora. Sólo la mayor se ha quedado sin opción al servicio. «Tendremos que plantearnos si queremos renunciar a parte de la jornada laboral o si meter un bocadillo en su mochila y que se quede con los monitores. Ésta puede ser una opción temporal, pero no para todo el curso ya que no nos parece una forma de comer adecuada, más cuando las dos niñas son celiacas», explica este padre, quien lamenta la improvisación de la medida.

«Hace años que se lleva reivindicando que el comedor era muy pequeño y sabíamos que esto podía pasar en este curso tan especial. Pero, me cuesta entender cómo no se ha previsto esto antes», concluye.

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