Irene Villafañe, ingeniera vallisoletana: «Tenemos una impresora 3D 'hipster', no necesita enchufe ni Internet»
Expertos asesores en impresión 3D aconsejan a la firma de esta egresada de la UVA en el programaTechstars para empresas jóvenes
Lleva tanto tiempo fuera que hay palabras que tiene que traducir del inglés, aunque esta vallisoletana se formó como ingeniera por la Universidad de Valladolid. La empresa que cofundó –quizá sería más apropiado recofundó– junto a Colin Keogh y Ross Lawson tiene aún dos meses por delante para conseguir que los mentores e inversores del programa Techstars auspiciado por Stanley Black and Decker confíen en su proyecto. Esto es, que les ayuden a que la producción de su impresora 3D se pueda escalar para convertirse en lo que una experta ha augurado como «un producto de los que cambian las reglas del juego».
–¿En qué parte del proceso se encuentran ahora?
–Son tres meses y está dividido en tres partes. El primer mes es lo que llaman 'mentor madness'. Cada día tenemos de seis a diez reuniones con diferentes personas que te ofrecen para que actúen como mentores. Son personalidades de la industria, de impresión 3D, con compañías importantes. Hay que tener en cuenta que las mayores compañías de impresión 3D están involucradas en este programa y sus jefes de tecnología vienen y tenemos reuniones de 25 minutos con ellos. Conoceremos a alrededor de 90 personas y tenemos que rellenar una tabla en la que especificamos si hemos conectado o no. Cada compañía elige un grupo de entre tres y cinco mentores que nos van a ayudar. Esto quiere decir que lo que tardarías en hacer un par de años, lo haces en tres meses. El segundo mes tienes que trabajar en la empresa. Parte de la instalación es un taller y el segundo mes lo pasaremos desarrollando proyectos que vamos a presentar. El último mes es para preparar la presentación y acaba con el 'demo day'.Uno de nosotros sale ante cuatrocientas o quinientas personas en un auditorio y en siete minutos presenta el proyecto. El 11 de octubre tenemos la presentación y si va bien conoceremos a inversores, gente interesada en la compañía con la que podremos tener reuniones para ver si deciden invertir.
–¿Y cuál fue el camino para llegar hasta aquí?
–Hice Ingeniería Mecánica en la Universidad de Valladolid en cinco años, acabé en 2015, y mi idea siempre fue irme al extranjero a estudiar un máster, pero necesitaba acreditar un nivel de inglés y no podía empezar al curso siguiente. Me quedó un año libre y seguí estudiando en lugar de ponerme a trabajar, porque luego es más difícil volver. Decidí hacer un segundo grado en Ingeninerías Industriales y en el curso 16-17 me fui a estudiar a Irlanda el máster en Tecnologías Medioambientales. Colin Keogh era mi supervisor para el trabajo fin de máster y nada más acabar me contrataron en la universidad como ingeniera de proyectos de investigación. Estaba con el proyecto asignado, Colin estaba allí y conocimos a Ross Lawson, al que contrataron para otro proyecro de impresión 3D. Ross había fundado la empresa Caltdynamics en 2014 pero llevar una empresa uno solo es complicado. En 2017, cuando estaba acabando el máster, decidimos refundar la empresa. En Irlanda hay más ayudas que en España para tener una empresa, pero para sacar un producto necesitas dinero y no teníamos tanto. Nos llegaron correos de este programa y lo intentamos porque no teníamos nada que perder.
–¿Cuál es la idea central del proyecto que presentaron? Porque en esta aceleradora –que en el caso de este programa tenía como eje central la impresión 3D– apenas se acepta un 1% de las solicitudes de participación recibidas.
–Lo que nos ha traído aquí es la idea que tenemos de descentralizar la tecnología. El ejemplo que ponemos es la energía solar que se utiliza para descentralizar el consumo energético, o el 'bitcoin' como descentralizador de las finanzas. Es la impresión para descentralizar los métodos de producción. Si necesitas un objeto tu única opción es compralro, pero con la impresión 3D puedes cear cosas sin tener que ir a la tienda. La mayoría de las impresoras que tenemos utilizan FDM. La nuestra lleva una resina polimérica, un plástico líquido que se endurece al exponerse a luz ultravioleta. Tienen una fuente de luz y cura la resina y se hace sólida.
–Proponen un sistema para mejorar la impresión 3D, que sea más barata, más sencilla y más rápida. En definitiva, lo que se lleva buscando desde que empezó este mundo de la impresión 3D.
–Cuando nació la impresión 3D la vendieron diciendo que todo el mundo tendría una impresora 3D en su casa, pero en realidad utilizarla es muy difícil, se necesita mucho tiempo. No funcionan, necesitas dedicarle mucho tiempo y esfuerzo. El producto que ofrecemos es una impresora que pueda utilizar todo el mundo. Que mi abuela pueda impirmir algo en 3D. Simplemente sea darle un botón e imprimir. Esa es la diferencia. No hay ninguna actualmente que tenga esa posibilidad. Ahora vas a Internet, te descargas [el manual con el diseño de] lo que quieres imprimir, lo introduces en la máquina y lo imprimes. En la nuestra, nosotros ofrecemos solo las cosas que tenemos en el catálogo. Bromeamos con que es la impresora 'hipster', no necesitas un ordenador, ni conexión a Internet. Solo un casete, le das al play e imprimes la pieza que está en el casete. Así la impresora tendrá además un coste más bajo para lo que está en el mercado y con más resolución.
Muchas aplicaciones
–¿Y qué potencial tiene a la hora de colocarla en el mercado? ¿Cuáles pueden ser sus aplicaciones más interesantes?
–Todos los mentores están encantados con el proyecto y nos dicen 'se puede utilizar para esto y para aquello'. Vamos a enfocarnos en un tipo de productos y una vez que los tengamos, veremos cómo expandirnos. Este programa de aceleración de empresas está patrocinado por Stanley Black and Decker, así que empezaremos con piezas pero no para consumidores, sino para empresas. Una cosa que nos interesa mucho es que se pueda utilizar como ayuda en el tercer mundo.
Hemos trabajado con ONG y teniendo en cuenta cómo es la impresora, que cualquiera la puede utilizar, que no se necesita ni enchufar, puede ir con batería... En escuelas y hospitales podrían imprimirse piezas sencillas. Para entablillar una fractura, por ejemplo. O las boquillas de riego. Otra idea que tenemos en cuanto al proceso de fabricación es que imagínate que tienes una arandela específica, pero que sea rara, para Black and Decker. Cuando tienes una empresa que fabrica algo, aunque dejes de fabricar el producto necesitas mantener un inventario durante una serie de años. Si tienes la impresora con el casete, cuando alguien necesite esa arandela rara, la imprimes y ya está, sin ocupar espacio de almacenamiento, por ejemplo.
–¿Confiáis en conseguir inversores para poder fabricar vuestro producto a una escala industrial?
–La semana pasada conocimos a una señora que fue jefa de tecnología en la primera empresa de impresoras 3D creada en Estados Unidos. Se lo contamos y dijo las palabras 'game changer'.Es decir, que según ella el nuestro es uno de esos productos que cambia el juego. Y estamos emocionadísimos. Es algo que no existe y hay una cantidad de opciones… Preferimos no pensarlo.
–Y a futuro, ¿qué vendrá después?
–Vamos a necesitar algún inversor. Pero antes de venir teníamos tres o cuatro prototipos de impresora y vinimos con nuestras ideas y nos dijeron 'haced esto primero'. Tenemos otras ideas en el armario para cuando acabemos con esto, pero no sabemos muy bien. Estamos en Irlanda y quiero volver allí, pero probablemente tengamos que abrir una sucursal en Estados Unidos aunque mantengamos la base en Irlanda.
–¿En España no?
–Igual luego abrimos otra, pero la verdad es que me fui a Irlanda siendo estudiante y no sé exactamente cuál es la situación para empezar una empresa en España, solo sé que ser autónomo es muy caro comparado con Irlanda. Cuesta cincuenta o cien euros registrarte, y hay que pagar tasas, pero a un nivel distinto que en España. Lo que está claro es que con este programa, dentro de tres meses estaremos más avanzados de lo que estaríamos si nos hubiéramos quedado en Irlanda.