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Javier Fraile restaura la figura del Cristo Yacente del retablo.

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Javier Fraile restaura la figura del Cristo Yacente del retablo. G. VILLAMIL

La iglesia de San Pedro Apóstol pone a punto su casa

El templo restaura el retablo de Nuestra Señora de los Dolores con la vista puesta en el Cristo de la Espiga

J. Asua

VALLADOLID

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Sábado, 17 de febrero 2018, 10:10

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El silencio que reina en San Pedro Apóstol, sin culto ayer por la mañana, ayuda al trabajo minucioso de los restauradores Javier Fraile y Fernando Gallardo. Mientras que el primero se afana, con actitud de cirujano, en limpiar la imagen del Yacente que descansa en una urna en la parte inferior del retablo de Nuestra Señora de los Dolores, su compañero, en lo alto del andamio, encaja piezas sueltas y asienta la policromía de esta obra de Antonio Bahamonde, del siglo XVIII.

Desde hace quince días, ambos expertos sacan a la luz la belleza de esta pieza, presidida por la madre con su hijo en el regazo y flanqueada por las imágenes de Cristo con la cruz a cuestas y un Atado a la Columna. Sobre esta composición, la Virgen del Carmen entrega unos escapularios a unos frailes de su orden y, en lo alto, un Paño de la Verónica preside la escena. El paso de los años había matado su esplendor. El hollín de la antigua calefacción de carbón del templo, el deterioro de la madera y la pérdida del oro deslucían el conjunto.

Antes de Semana Santa, la intervención habrá concluido. San Pedro Apóstol dará otro paso en la recuperación de su patrimonio y la adecuación del templo, tras la restauración del gran retablo de su Altar Mayor, la reestructuración del presbiterio para eliminar sus escalones y acercarlo más a los feligreses y la reforma del edificio parroquial.

Y luego, el Cristo de la Espiga

Miguel Gallego, sacerdote coordinador de la unidad pastoral de Santa Clara y San Pedro, que guía junto con sus compañeros José David Gil y Fernando Bogónez, se enorgullece de esta labor de recuperación de unos tesoros que «son de todos». Sin prisa, pero sin pausa, este equipo, con la ayuda de los fieles, mantiene viva la ilusión de legar en perfectas condiciones de conservación las piezas que alberga la iglesia. Y es que como acota Bogónez, ellos pasarán, pero el templo permanecerá. Por eso, transmiten un triple mensaje:«Es necesario hacer un esfuerzo, todos somos corresponsables en esta tarea y las entidades públicas y privadas deben contribuir al mantenimiento» de esta herencia.

En San Pedro Apóstol lo tienen claro y mientras los restauradores rematan el trabajo en el retablo de Nuestra Señora de los Dolores, el equipo sacerdotal mira ya a la imagen del Santo Cristo de la Espiga, una joya de finales del XIII, que en Valladolid tuvo una gran tradición hasta bien entrado el siglo XIX al ser el protagonista de continuas rogativas durante las épocas de sequía. La talla, aunque a primera vista en buen estado de conservación, necesita de un diagnóstico preciso y de la puesta en valor que merece una auténtica obra de arte.

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