Valladolid
El histórico Colegio de Huérfanos de Muro renace como residencia con 229 estudiantes que revitalizarán su céntrico entornoEl alojamiento recupera el centro del Ejército, fundado en 1892 y reconstruido en 1976, tres años después de su cierre tras una profunda remodelación
Más de un siglo después recupera la memoria colectiva y pensando en el futuro estudiantil pero también de la capital vallisoletana: la característica cancela de ... hierro de la calle Muro número 9 se vuelve a abrir. La antigua Residencia de Huérfanos del Ejercito se reinventa bajo la nomenclatura Campo Grande después de varios meses de obras donde una reforma integral devuelve el carácter estudiantil del edificio tras un trienio cerrado y con un objetivo prioritario de dinamizar la vida universitaria de la ciudad pero también del centro.
Y es que desde los primeros días del pasado mes de septiembre, coincidiendo con el inicio del curso, son 229 jóvenes los que ya ocupan este nuevo complejo de estudiantes gestionado por la compañía Resa, una empresa que lejos de mercantilizar con activos inmobiliarios se dedican a dar respuesta a la creciente demanda de residencias para estudiantes hasta en 23 ciudades españolas por donde suman más de 12.000 plazas en sus 43 instalaciones. Una apuesta por las ciudades, por su vida estudiantil y por su historia, explican sus responsables, sin ser operadores universitarios.
«La apertura de Resa Campo Grande refuerza nuestro compromiso con ofrecer alojamiento universitario de calidad en ciudades con gran proyección académica. Valladolid es un enclave estratégico dentro del mapa universitario español y estamos muy orgullosos de contribuir al desarrollo del tejido educativo y social de la ciudad», destacó Marta Sánchez, CEO de Resa, durante el acto de inauguración celebrado este miércoles donde empresa, autoridades civiles y militares hicieron hincapié en la «memoria afectiva» que esta modernizada residencia significa para la capital vallisoletana. «Valladolid es una ciudad con alma universitaria y además de apoyar a todas las universidades, en este caso a la Universidad de Valladolid y a la Universidad Europea Miguel de Cervantes, nosotros llegamos con el compromiso para revitalizar el barrio y la ciudad», comentó al exponer a los invitados al estreno, pero también a familias y alumnos, que el objetivo de esta compañía que también se estrena en Valladolid «es que los residentes se encuentren como en casa para conseguir el objetivo de que se sientan como en casa en un espacio que transforma vidas» en el aspecto social y académico.
Y de ciudad abierta y acogedora disertó el propio alcalde, Jesús Julio Carnero, quien dio la bienvenida a la ciudad tanto a la empresa como a los estudiantes en este espacio de convivencia donde destacó la «seriedad e importancia» de la nueva compañía junto al Ejército de Tierra que lo gestionará que, lejos de ser un promotor inmobiliario, como insistieron todas las partes, «es muy importante y una necesidad» en una ciudad tan universitaria como Valladolid donde este sector de población supera las 25.000 personas. Y aunque Resa Campo Grande es una empresa lo cierto es que el regidor enfatizó en el aspecto educativo y universitario para el tejido social de la capital: «Esta apertura supone más vida, más juventud y más oportunidades para nuestra ciudad. Queremos que los estudiantes que lleguen aquí se sientan como en casa, que disfruten de todo lo que ofrece Valladolid. Proyectos como este demuestran que la ciudad sigue creciendo con energía y mirando al futuro, además de funcionar como fuente de talento joven, tan necesario en nuestros días».
Porque todas las partes se mostraron especialmente satisfechos cómo la simbólica cruz del apóstol Santiago que decora las puertas de hierro de la entrada vuelven a abrirse para dar vida a este edificio que destaca por un gran edificio de ocho alturas con 6.900 metros cuadrados donde están distribuidas los dos centenares de habitaciones para alojar a los 229 estudiantes que desde este primer curso de funcionamiento han llenado unas dependencias caracterizadas también por numerosas zonas comunes de 2.500 metros (salas de estudio, espacios de ocio, auditorio o comedor) y modernas instalaciones deportivas (pistas o gimnasio). Así, en Resa Campo Grande estarán representadas todas las comunidades autónomas españolas con jóvenes de todas ellas y destaca también porque el 10 por ciento de sus residentes son extranjeros como, ejemplo, de Egipto o Argentina.
133 años vividos con la ciudad
La memoria «afectiva» e histórica para la ciudad y los vallisoletanos fue el orgullo común de todos los discursos, Marta Sánchez, Jesús Julio Carnero y Fernando Maté Sánchez, general de Brigada del Ejército de Tierra, quien se mostró especialmente orgulloso de esta reapertura de la antigua residencia Santiago, antiguamente colegio de huérfanos de familias del Ejército de Tierra cuya actividad de residencia universitaria corresponde al Patronato de Huérfanos del Ejército, propietario del inmueble, y la Dirección de Asistencia al Personal del Ejército de Tierra (Diaper), encargada de su explotación como residencia de acción social desde 1998.
Pero la historia de las instalaciones se remonta a hace 133 años, al 1 de julio de 1892, cuando primero se instituyó unas instalaciones similares en Toledo y posteriormente en Valladolid ante la necesidad de dar cobijo a más de 50.000 huérfanos del Ejército tras los conflictos armados de finales del siglo XIX. Primeramente, los chicos estuvieron alojados en la actual Casa del Estudiante, en la calle Chancillería, y las chicas en el Convento de las Dominicas Francesas, hoy parte de la sala municipal en la calle Santiago. Pasados los años, las necesidades y los acuerdos con el Ayuntamiento de Valladolid, el nuevo Colegio de Santiago con capacidad de 150 huérfanos se inauguró en septiembre de 1908.
Tras muchos avatares históricos, de circunstancias complejas derivadas de la Guerra Civil Española hasta el punto de que el colegio quedó seriamente dañado tras un bombardeo y tardó muchos años en reconstruirse, el mal estado del complejo obligó a desalojarlo y demolerlo en 1971. Así, el actual inmueble es de 1976 funcionando desde entonces como residencia universitaria hasta el paréntesis entre 2022 y la actualidad, fecha en que adquiere el sobrenombre de Resa Campo Grande y recupera su actividad.
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