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Ana Hernández (de pie) e Inma Muñoz. R. Gómez
Coronavirus en Valladolid: «No hacemos nada especial, nos sale del alma; hay que ayudar y ya está»

«No hacemos nada especial, nos sale del alma; hay que ayudar y ya está»

La red con más de 200 costureras en la provincia consigue donantes de material y confecciona de manera altruista batas, mascarillas y gorros

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Viernes, 17 de abril 2020, 07:02

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Organizadora de eventos «de todo tipo», cuenta además con viviendas de uso turístico, por lo que la pandemia de la Covid-19 le ha afectado de lleno, al menos desde el punto de vista económico. «Tardará hasta que el negocio se reactive, y después se limitará mucho el número de personas que se van a poder juntar, así que doy el año por perdido», comenta Ana Hernández, quien, en lugar de lamerse las heridas, dedica su tiempo a coordinar la iniciativa SOS Valladolid Solidario, una red de más de 200 costureras en la provincia que, con material donado, proveen de una forma altruista de mascarillas, batas, calzas y gorros al personal de residencias y colectivos que son más vulnerables al contagio.

–¿Cómo surgió esta iniciativa?

–Una vez que se desencadena la pandemia. Yo, enfrente de mi balcón tengo a Inma Muñoz, que tiene un cosetodo, ella pensó en hacer unas cuantas mascarillas por si alguien las necesitaba, porque esto pilló tan de sorpresa que todo estaba desabastecido, pues las de usar y tirar duraron dos días. Inma Muñoz fue un poco la promotora, por allí pasó Policía Local, ambulancias... que se iban abasteciendo. Yo desde el balcón veo su tienda, salíamos a aplaudir y le aplaudíamos a ella también. Empezamos a hablar con ella y estaba muy agobiada de la actividad que tenía, porque todo el mundo quería coser y le empezaron a llamar costureras para participar, tejieron como una red de costureras. Entonces apareció ahí Alicia Marcos, que es un poco la organizadora de esa red de costureras, que son más de 200 personas cosiendo. Son varios grupos, tenemos en Arroyo, en Laguna, en Renedo... Había mucha gente que quería ayudar y no había material, entonces intervine y le dije que me dedico a organizar eventos y que ahora no tenía nada, así que comencé a buscar personas que pudiesen aportar material y encontré donantes de TNT, el tejido que se usa para esto. Pero el cosetodo de Inma, que está en Tirso de Molina, es muy chiquitín, y busqué un sitio más grande. Me acordé de una asociación que está en la calle Lope de Vega, Allende Mundi, les llamé, les expliqué que estábamos haciendo esta colaboración y nos dijeron que no había problema, así que nos dio la vida. Es como una nave gigantesca dentro de La Rondilla, con diferentes aulas de recreo.

–Y allí están la gloria...

–Sí, pudimos traer todo tipo de materiales y la maquinaria de Inma, y comenzamos a enlazar todo. Conseguimos de donantes a los de Sofáctory, que donaron en la primera tirada material para 2.000 batas, nos ha llegado para otras 700 y para mascarillas. Lo que hacemos es llevárselo a las costureras, que están repartidas por Valladolid, lo confeccionan y se lo volvemos a recoger. Desde aquí, yo llamo a las residencias de Castilla y León para encontrar necesidades y llevarles material. Hemos confeccionado también buzos, delantales, gorros, calzas...

–¿Cuántas personas están en SOSValladolid Solidario?

–Nosotras tres, y tenemos luego a Mari Ángeles para echarnos una mano, y a Jesús y Fernando, que son los que se encargan de la distribución, aunque ayudan también a cortar, a empaquetar... Aquí hacemos todos de todo. Somos seis personas que hemos movido a medio Valladolid, nos ha ayudado también un chico que nos trajo de su empresa de pladur rollos de tejido que utilizan ellos, que es un material muy finito, como el de las batas de hospital, pero el TNTque usamos ahora es fantástico. Hubo un momento en que había desabastecimiento, nadie tenía material de protección y nosotros no teníamos material para donar, así que decidimos buscar donaciones particulares de 3, 5, 10 euros, lo que fuera para poder abastecernos de material y seguir confeccionando.

–¿Se animaron personas con las donaciones?

–Sí, ha habido gente solidaria, y la verdad es que es un material que está funcionando muy bien.

–Han ayudado en parte a paliar ese desabastecimiento...

–La situación ha cambiado mucho de cuando yo empecé a llamar, a ahora. El mercado ya vuelve a moverse y nuestra existencia deja de tener un poco de sentido. Había una persona que había hecho un donativo y estaba enfadada porque decía que estábamos abasteciendo a residencias que son privadas, pero nosotros a quienes abastecemos es a los trabajadores. Que la administración sea lenta o pasiva, o que los responsables de estas residencias no sean capaces de proveerles, eso es harina de otro costal. Estamos confeccionando para repartir 700 batas, tengo que encontrar sitios a los que abastecer, y en el tiempo que yo tardaré en encontrar estas residencias y abastecerlas, ya va a llegar todo el material de la Junta.

–Son totalmente altruistas...

–Ponemos la organización, el trabajo, la gasolina... A nosotros nos sale del alma, yo siento que no estoy haciendo nada especial, cuando hace falta ayuda, se da y ya está. Mucha gente me dice que eso no lo hace cualquiera, pero yo sí.

«La situación en algunas residencias es

–¿Qué se ha encontrado en las residencias a las que han llevado material?

–En el mundo rural, bastante desamparo, tanto en las residencias como en los pueblos, donde no está llegando nada. En la capital, hemos repartido a la residencia Domus, a Riosol, he intentado llamar a la de Doctor Villacián, pero ahí ni contestan. Atendemos también a gente recién salida de prisión, a niños autistas...

–¿Sabe qué ocurre en Las Angélicas, en la calle Cerrada?

–Allí no lo hemos sabido por los medios de comunicación, nos lo hemos encontrado. Hablo de ello porque lo he visto. Hay 160 residentes y, según me ha dicho un trabajador, ocho han fallecido y hay un centenar infectados. No hay dirección por parte de las religiosas, porque están contagiadas. Me da la sensación de que este tipo de residencias lo tapan todo. El silencio lo evidencia todo, porque si tienen una gestión transparente, no tienen por qué decir, como me dijeron que a mí, que no me tenían que contar nada, que está en manos de quién tiene que estar. He ido allí cuatro veces, una por la noche, y aquello era tétrico. Después hemos ido a llevarles material y salían los trabajadores desencajados.

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