Curioseando
El frontón abandonado que se esconde tras una puerta candada de ValladolidEl histórico recinto deportivo, ubicado en el número 1 de la calle Expósitos, permanece inaccesible entre patios interiores desde su cierre en 1994
Cuesta creerlo, pero en Valladolid aún existen rincones que son capaces de transportarnos a otras épocas. Y es que, todas las urbes progresan con el ... paso de los años, y con ellos, los nuevos edificios abanderan las calles. Aunque hay zonas más antiguas dentro de la capital que todavía conservan lugares de antaño que son considerados por muchos vallisoletanos auténticas joyas. Entre las plazas monumentales como la Mayor o el Coso, o espacios verdes como el Campo Grande, la ciudad del Pisuerga alberga pequeños tesoros ocultos que apenas recuerdan algunas generaciones. Una de ellas, se esconde tras una vieja puerta candada en el barrio de San Nicolás, concretamente en el número 1 de la calle Expósitos.
Tras esta verja se encuentra un abandonado frontón que experimentó su época más boyante allá por los siglos XIX y XX. A lo largo de ese tiempo, el juego de la pelota no era una exclusividad del País Vasco. En toda España, y en especial en Castilla y León, este deporte formaba parte de la vida cotidiana de ciudades y pueblos. En casi cualquier localidad se improvisaba una pista de frontón junto a una pared, vivienda o iglesia, e incluso se llegaban a realizar torneos entre los municipios. En este caso, Valladolid no fue una excepción. Además de los con juegos espontáneos que se desarrollaban en las calles o en colegios como el San José, La Inmaculada o instalaciones universitarias, la ciudad llegó a contar con dos frontones oficiales.
Uno de ellos se ubicaba en la calle Muro, junto a la plaza Madrid. Pero el más antiguo, o emblemático por excelencia, era el de la calle Expósitos, cuyo origen se remonta al año 1861, según indica el Manual Histórico y Descriptivo de Valladolid de ese año. Aquel manual describe dos frontones ubicados en la zona: uno cubierto y otro al aire libre, que cuentan con graderíos y unas dimensiones considerables para la época: «96 pies de longitud, 34 de ancho y 42 de altura». El acceso al frontón se realizaba a través del número 1 de la calle, por un estrecho callejón que desembocaba en un solar de uso deportivo.
Deporte tras una verja
Con el paso de los años, el recinto fue evolucionando. En 1934, coincidiendo con la construcción de la vivienda destinada a los encargados del frontón, su propietaria, Sinforiana Dolores de la Higuera, contrató al reconocido arquitecto Ramón Pérez Lozana—autor del Teatro Carrión, el Cine Roxy o varios edificios icónicos de María de Molina y Santiago—.
El objetivo era elevar los muros y cubrir uno de los frontones con una estructura metálica, otorgando al complejo un aspecto más moderno y funcional. A lo largo de los años 60 y 70, aquel espacio bullía actividad, no solo por acoger torneos oficiales de pelota, sino que se alquilaba por horas a particulares. Además, en sus ratos libres, este frontón se transformaba en un escenario improvisado de partidos de baloncesto y voleybol. En 1982, la Federación Vallisoletana de la Pelota levantó nuevos vestuarios y graderíos con la intención de revitalizar un recinto que, tras el cierre inminente del frontón de la calle Muro, concentraba a gran parte de la afición de la ciudad.
Del intento de demolición a un olvido forzado
El desenlace llegó en 1994, cuando el frontón de la calle Expósitos cerró definitivamente sus puertas. Ese mismo año, se intentó derribar, pero el Ayuntamiento negó la autorización el 8 de junio de ese mismo año. Desde entonces, el complejo deportivo permanece oculto entre nuevas edificaciones y relegado a un espacio interior inaccesible. Los años posteriores de su historia estuvieron marcados por múltiples propuestas para demolerlo y levantar viviendas o locales comerciales en la zona.
En 2006, su derribo llegó a aprobarse formalmente. Sin embargo, la crisis económica tenía otros planes para el frontón, pues esta decisión se fue aplazando a la espera de realizar alguna intervención. A día de hoy, este frontón sigue en pie, oculto entre patios interiores y visible para unos pocos vecinos. Su interior es todavía un misterio, pues desde su clausura en 1994, nadie ha documentado oficialmente lo que queda de sus gradas o muros.
La próxima semana
Desde Curioseando por Valladolid te contamos la historia del mercado de la ciudad que surgió para evitar la venta callejera de productos comestibles.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión