Nos decimos siempre a nosotros mismos que no sabemos apreciar una cosa hasta que nos falta y no puede ser más cierto. El sábado nuestra hermana Salceda falleció en un trágico accidente de tráfico, cuando se dirigía a Cantabria con su marido Jesús. De ... repente, una llamada telefónica y todo se había acabado, aquella hermana ya no estaba y desde el minuto uno empiezas a pensar que te falta, que ya no está, y empiezas a apreciar y a revivir todo el mundo que ocupaba en nuestras vidas.
La figura de una hermana se transforma, en cuanto se pierde la figura de la madre inmediatamente hay alguien que ocupa su lugar y para los que hemos tenido la suerte de tener hermanas, en nuestro caso cuatro, Salceda fue tomando posiciones y en poco tiempo nos unió, cobijó y organizó bajo su figura de hermana-madre.
Su vida giraba en torno a su familia, un pedazo de marido, dos magníficos hijos y una hija fuera de lo normal, además en los últimos años nueras, yerno y seis nietos que eran su perdición.
A pesar de esa extensa familia, Salceda tenía que ocuparse de sus otros hijos, sus hermanas y hermanos, con los correspondientes cuñados y cuñadas, a los que atendía, protegía y quería como si de sus hijos se tratara. Salceda, nuestra familia, una familia grande, algo dispersa en estos tiempos, pero muy unida, sin duda tenía en ti su centro de gravedad.
Cuando querías saber algo, organizar lo que fuera, no había duda, acudías a Salceda y problema resuelto. Acompañó a nuestra madre, con gran dedicación hasta el final, visitaba a quien estuviera enfermo o padeciera por cualquier motivo. Ampliaba el radio, y no solo se dedicaba a sus familias, también a sus amigos, compañeros y sus vecinos eran bendecidos por la naturalidad, bondad, generosidad y cariño de Salceda. Me atrevo a opinar que no se ha librado nadie de su personalidad ni de su amor.
Te vamos a echar de menos, mucho. Somos una familia fuerte y unida, sabemos que lo vamos a superar, pero por el momento duele mucho, lloramos mucho y te queremos mucho.
Ya que estás en el cielo, acuérdate de decir a nuestros padres que por aquí estamos todos bien, llorando, pero se nos pasará. No te preocupes por tu familia, que se saben cuidar y si no, tienen a quien acudir.
Muchas gracias por tu vida, no te olvidaremos, Salceda.
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