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Siempre será recordaba como la cara visible de la ELA -esclerosis lateral amiotrófica, una enfermedad degenerativa de tipo neuromuscular- en Valladolid. María del ... Carmen Cano fallecía anoche a los 52 años tras tres años luchando contra esta enfermedad. Fue, entre otros muchos calificativos, la cara visible de la marcha motera para visibilizar la ELA en Valladolid el pasado 4 de octubre en el Barrio Girón. «Participó en un ensayo clínico sobre un fármaco para el ELA que cancelaron porque demostró no ser eficaz», explica su hija María Arroyo.
Desde que fue diagnosticada con esclerosis lateral amiotrófica, María del Carmen Cano siempre afrontó «todo con una sonrisa y llevó por insignia las mariposas», explica María Arroyo, en relación a su predilección por este insecto, un símbolo de libertad y ligereza. María del Carmen Cano ha vivido toda su vida en el barrio de Girón y allí era muy conocida por vecinos y amigos de la zona. «Años después nos mudamos a La Overuela, donde regentaba una panadería y se hizo con el cariño del barrio», presume orgullosa su hija.
Su historia siempre ha estado vinculada a los demás y a la ayuda a sus vecinos. «Siempre colaboró en todo lo que pudo con ellos. Durante la pandemia llevaba la compra a las personas mayores, regalaba detalles por el Día de la Madre a sus clientes, se vistió de Mamá Noel y repartió caramelos a los niños del barrio durante años», recuerda visiblemente emocionada María Arroyo. El ensayo clínico no dio los resultados esperados y fue cancelado: «Mi padre y ella iban y venían desde Valladolid hasta Barcelona cada ciertos meses para participar en el ensayo clínico».
La asociación Bikers por la ELA organizaba en octubre de 2024 una marcha motera para Víctor, uno de los cuatro niños que sufren esta enfermedad en España, y para María del Carmen Cano. El objetivo de la asociación siempre ha sido hacer ruido y que no caiga en el olvido una enfermedad que no tiene cura y que cada día sufre más gente, lo que requiere una mayor sensibilización e investigación.
«Ella era una luchadora, siempre enfrentó su enfermedad con una sonrisa y luchando cada batalla. Era una persona muy fuerte, se sentía fuerte pese a lo que le estaba ocurriendo. Irradiaba luz, quería y era muy querida por cada persona que se cruzaba», señala María Arroyo sobre su madre, que creció en el barrio Girón, se quedó huérfana muy joven, y «cuidó de sus hermanos y luchó por sacarles adelante siendo ella la más pequeña».
Muy familiar, María del Carmen Cano «amaba a su familia sobre todas las cosas. Le gustaba reunir a todos en casa y por eso le encantaba la Navidad. Era muy lista, se sabía todos los cumpleaños y los recordaba para que a nadie se lo olvidase y no se le escapaba ni un solo detalle. Le gustaba tomar el café con sus amigas por la mañana, hacer manualidades y escuchar música de Melendi», recuerda su hija.
La enfermedad llegó «como un huracán porque siempre fue una persona sana y con gran calidad humana. Cuando todo inició cigió las mariposas como un emblema de lucha. Tenía un tatuaje que yo comparto con ella en la pierna izquierda con dos mariposas azules y amarillas. Pronto todo el mundo en el barrio la identificó con las mariposas y empezó a tatuarse mariposas para apoyarla», finaliza su hija.
Fue en el Hospital Clínico Universitario de Valladolid donde pasó sus últimos días, «donde coincidió con un equipo de neumología que hizo todo lo posible por sacarla adelante. Ella venció al ELA, porque ahora descansa y le plantó cara con una sonrisa que nunca se difuminó».
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