Vallisoletanos por el mundo
«Emigrar no es solo cambiar de lugar, es cambiar de rutina, de entorno, de cultura y de hábitos»Tras casi 20 años en Reino Unido, Diego Arenales Sanz, del barrio de La Rondilla, vive desde agosto en Doha (Qatar), donde trabaja como profesor de español y literatura en un colegio internacional de Qatar Airways
Nacido en Valladolid en 1980, en el barrio de La Rondilla, Diego Arenales siempre quiso dedicarse a mejorar la vida de las personas. Por eso, ... estudió Trabajo Social en la Universidad de Valladolid y Sociología en la de Salamanca. Trabajó con diversas minorías étnicas y en programas de juventud, y también como socorrista en una piscina cubierta, hasta que pronto decidió probar suerte lejos de España. «Sentí que necesitaba otras experiencias y una exposición internacional que me permitiera crecer tanto personal, como profesionalmente», comenta. Así, en 2005 emigró a Reino Unido. «Tenía mucha curiosidad y a la vez, deseaba buscar nuevas oportunidades. Quería mejorar mi nivel de inglés, como otros tantos jóvenes. Empecé trabajando en hoteles y otros empleos poco cualificados, pero poco a poco descubrí que la educación era otra pasión que quería explorar», comenta.
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Tras casi dos décadas en tierras británicas, sintió que cerraba una etapa. «Había aprendido muchísimo, pero también tenía la sensación de que mi ciclo allí se estaba terminando», reconoce y pronto le llegó una nueva oportunidad en Doha (Qatar). «Me llamó la atención la idea de enseñar español en un contexto tan multicultural, donde cada día se escuchan idiomas y acentos de todo el mundo». Y con esas ilusiones, hizo las maletas y volvió a emigrar el pasado mes de agosto.
Su llegada a Doha fue un impacto. «El aire caliente al salir del aeropuerto me envolvió. No importa cuántas veces te lo cuenten, hasta que no lo vives no entiendes lo que significa un verano qatarí», relata este vallisoletano, que muy pronto descubrió una ciudad segura y llena de contrastes. «Doha se está convirtiendo en un punto de encuentro entre Oriente y Occidente. Me apetecía ser testigo de esa mezcla de modernidad y tradición».
Allí trabaja en un colegio internacional gestionado por Qatar Airways, con alumnado de más de setenta nacionalidades y un entorno educativo muy dinámico. Allí enseña español y literatura. «En las aulas conviven estudiantes de decenas de países. Enseñar un idioma aquí va mucho más allá de la gramática. Es una forma de tender puentes entre culturas», afirma.
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La adaptación fue más fácil gracias a su experiencia previa en el extranjero. «Aprendí a ser flexible y a valorar la diversidad. Poco a poco he logrado integrarme sin perder mi identidad», subraya. Ha aprendido expresiones árabes, costumbres locales y hasta el gusto por el té karak y el juego de las damas, muy popular en la región en la que vive. «Comprender estas referencias culturales me ha ayudado a integrarme mejor y también a reflexionar sobre mi propia cultura al compararla con la qatarí», comenta.
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Lugar de nacimiento: Valladolid
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Estudió: Trabajo Social en la Universidad de Valladolid y Sociología en la Universidad de Salamanca
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Fecha de partida: 2005 a Reino Unido – 2025 a Doha (Qatar)
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Lugar actual de residencia: Doha (Qatar)
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Profesión: Profesor de Lengua y Literatura en un colegio internacional gestionado por Qatar Airways
Adaptarse a Qatar ha sido, para Diego, «un proceso gradual y muy enriquecedor». Uno de los primeros desafíos fue el idioma y a costumbres como el rezo del estilo de vida distinto, donde «el fin de semana aquí es viernes y sábado, debido a la viernes (Jumu'ah), que es el día sagrado para la comunidad musulmana. «Este cambio influye en los horarios de trabajo, las actividades escolares y la organización de la vida diaria. Además, el calor extremo, las normas de vestimenta y la forma más reservada de socializar fueron otros temas importantes a los que me tuve que adaptar, además de a la segregación en algunos espacios públicos, como en el metro, donde existen compartimentos separados para hombres, mujeres y familias. Adaptarse a estas normas requiere respeto y paciencia, pero es parte de entender la vida cotidiana en un país musulmán más conservador», comenta.
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Echar de menos el ambiente del Real Valladolid
Aunque se siente a gusto en Doha, sigue muy vinculado a sus raíces. «Echo de menos la cercanía de la familia y los amigos, el ritmo de vida mediterráneo, las plazas y terrazas donde la gente se encuentra y conversa durante horas.» De Valladolid extraña su «sensación de comunidad» y el ambiente del Real Valladolid. «Vivir lejos de Castilla y León deja un extraño vacío, incluso cuando uno se encuentra en paisajes igualmente llanos. Aunque el desierto tiene su propia belleza, ninguna duna reemplaza la familiaridad de los encinares de Castilla y León», añora. Para él, cada regreso a España es un reencuentro con sus raíces. «Cada viaje me permite mantenerme conectado con Valladolid, aunque gran parte de mi vida diaria ahora transcurre en Doha», dice y no descarta volver algún día, pero por ahora, prefiere disfrutar el presente. «Me apetece seguir aquí una temporada más. Siento que aún tengo mucho por aprender y por descubrir. Emigrar no es solo cambiar de lugar: es cambiar de rutina, de entorno, de cultura y de hábitos. Tener flexibilidad, paciencia y curiosidad ayuda mucho a integrarse y a disfrutar de la experiencia», concluye.
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