El puente de Valladolid por el que entró y huyó Napoleón con su ejército

Este puente fue construido según cuenta la tradición vallisoletana, en 1080 y además, por iniciativa de doña Eylo, la esposa del conde Ansúrez. Su edifica ución supusona gran importancia en el desarrollo urbano de la capital y en particular, manifestado en la incipiente formación de un nuevo barrio al otro lado del río Pisuerga: el conocido Barrio de La Victoria.

De los 12 puentes y dos pasarelas peatonales con los que cuenta la ciudad de Valladolid en la actualidad sobre el río que lo baña, el Pisuerga, sin duda el Puente Mayor fue el primero en ser construido y ha sido único durante casi un milenio.

En la documentación antigua aparece como a «la Puente del Río» o «la Puente de Piedra», señal inequívoca de que fue el único hasta fechas recientes. Probablemente el adjetivo «Mayor» fue impuesto para diferenciarlo del resto.

Data de 1080 y la tradición cuenta que fue por iniciativa de doña Eylo, la esposa del conde Ansúrez, siendo su constructor un alarife muslmán llamado Mohamed que contaba con malas intenciones respecto a la ciudad de Valladolid y construyó un puente estrecho y que dejaba a la ciudad a merced de sus enemigos. Con la vuelta del Conde Ansúrez, se encargó de la inmediata ampliación de su anchura don Diego de Moncada.

Aunque poco se puede asegurar sobre la fecha de su origen; la primera documentación histórica realizada a un puente de Valladolid es del año 1410, muy posiblemente fuese este aunque del puente de entonces a la actualidad, muy poco se parece.

De origen medieval como indica su tipología, realizado en fábrica de sillería caliza y con una longitud de 153 metros, constituye uno de los elementos urbanos históricos más antiguos e importantes de Valladolid. Aunque de ese puente del medievo, a día de hoy, poco se conserva.

Posee diez ojos en forma de arco y casi todos diferentes, fruto de las sucesivas reformas que fueron moldeando el puente de forma irregular. Sus formas se engloban en tres: dos ojos de medio punto, otros dos que no llegan a la media circunferencia, dos de media circunferencia y peraltados y los cautro restantes, apuntados.

Por las diferencias que tienen estos 'ojos' también se puede saber a que época y en que estilo están construidos. Los arcos apuntados corresponden al período gótico; los de medio punto pertenecen a la época renacentista, al barroco y al neoclasicismo que compartía el empleo de arcos rebajados de gran amplitud.

Cuenta también en su estructura con pilares rompientes, que tampoco son iguales: los más antiguos son angulares y los más recientes, son cilíndricos, forma que se adoptó para permitir que resbalasen mejor los árboles arrastrados por el agua.

Esta disparidad en sus componentes estructurales es debido a los numerosos cambios con los que ha ido contando el puente con el paso de los años. Sus pilares, arcos y cepas fueron también reconstruidos, reforzados, y en más de una ocasión desecados para ahondar los cimientos.

Tuvo a lo largo de los años, una gran importancia estratégica en distintos conflictos y por ello, fue parcialmente destruido por el ejército francés aunque, se mantuvo como paso estratégico durante muchos siglos. Durante la Guerra de Independencia, cobró un importante papel ya que fue el paso por el que entró Napoleón a la ciudad de Valladolid el 6 de enero de 1801 y curiosamente, el mismo puente por el que huyó su ejército en 1812.

En su huida, las tropas francesas volaron un ojo del Puente Mayor y Wellington, al mando de las tropas anglo-españolas, hizo lo mismo con otro de los ojos para asegurar a sus soldados. En el año 1815 el Ayuntamiento lo reparó con estructuras de madera que, poco sólidas, plantearon rehacerlos en piedra, y que se acuerda con Juan Yrure en 1825 debido a la gran importancia que tenía el tránsito de este puente perteneciente del comercio interior.

El Puente Mayor ha sufrido innumerables reparaciones desde su construcción pero la última reforma en profundidad tuvo lugar en 1886. Se construyó el actual tablero que eliminó el abombamiento típico de los puentes medievales y su pretil, a modo de barandilla rematada con bolas. Perdió, asimismo, el arco triunfal que daba acceso al actual barrio de La Victoria, elevado en 1689 para recibir al rey Carlos II.

Estas obras cambiaron de forma radical la fisonomía con la que contaba el puente y el encargado fue el ingeniero Mateo de Benito, ayudado por Cipriano Calderón.

Se rectificó la curvatura del puente medieval creando una rasante horizontal del tablero entre las dos orillas, reformando los dos ojos de los extremos, y ampliando los flancos laterales con una estructura de hierro jabalconada. Se adjudicaron las obras a Antonio Marsa, que murió con ellas iniciadas.

En 2018 se realizaron los Trabajos del 'Proyecto para la renovación de aceras y mobiliario urbano en el Puente Mayor de Valladolid' con el que se acometió el tratamiento de las losas prefabricadas ya deterioradas hasta un punto preocupante.

También, se levantaron las juntas de los modulos que las conforman cada 4 metros, que generaba graves problemas al tránsito peatonal. Se protegió también toda la superficie con planchas de chapa galvanizada.

Se encuentra situado en un ámbito urbano aunque cuenta todavía con algunos tramos de ribera y el entorno aún conseva elementos del paisaje histórico.

Aunque actualmente solo se tiene una visión de este puente fundamentalmente servicial como una de las principales vías de salida del casco urbano histórico hacia el exterior, en dirección hacia Palencia, Burgos y León, el Puente Mayor carga sobre su estructura con una gran historia que hace más atractiva a la ciudad de Valladolid y que cuenta con un alto valor artístico e histórico, además de una gran belleza.