El palacio de los arzobispos vallisoletanos construido en el siglo XVI
También es sede de la archidiócesis de Valladolid y en sus inicios, fue un palacio civil propiedad del matrimonio Juan de Villasante y María de Villarroel
SARA BECERRO ALONSO
Valladolid
Martes, 22 de diciembre 2020, 06:55
El palacio Arzobispal de la ciudad de Valladolid es actualmente la residencia de los arzobispos vallisoletanos y además, la sede de la archidiócesis de Valladolid. ... En sus inicios fue un palacio civil propiedad del matrimonio Juan de Villasante y María de Villarroel, -siendo el segundo marqués de Villasante el último propietario noble del palacio-, hasta que el primer arzobispo vallisoletano, Luis de la Lastra y Cuesta, lo convirtió en sede episcopal en 1857.
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El edificio
El edificio fue construido a mediados del siglo XVI y se encuentra situado en la calle San Juan de Dios, justo detrás de otra de las grandes construcciones de la ciudad, el Teatro Calderón, situado en la calle Angustias de Valladolid.
El palacio Arzobispal alberga las principales instituciones de la Archidiócesis de Valladolid: la Cancillería, el Tribunal Eclesiástico, la Notaría Eclesiástica, varias de las Delegaciones y, en el zaguán, la librería. Otras instituciones se encuentran en el Centro Diocesano de Espiritualidad: Radio María, el Coro Diocesano o la Escuela Diocesana de Formación. Junto a éste, se encuentra la sede de Cáritas.
Arquitectura
El palacio, comenzó a utilizarse como palacio arzobispal en el año 1858, siendo Don Luis de la Lastra el primer arzobispo en ocuparle. Lastra fue quien hizo colocar sobre la portada del palacio su escudo junto con el de Isabel II, escudos que aún se conservan junto con la fecha grabada de 1858.
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Un edificio de grandes dimensiones, que cuenta con dos torres que avanzan con respecto al plano de la fachada, -modelo se repetiría después en el Palacio de Fabio Nelli, actual sede del Museo Arqueológico de Valladolid-, solucionando de este modo el problema de estar situado en una calle estrecha, y de esta manera dar amplitud a su entrada.
La fachada presenta un arco de medio punto, con medallones en la parte superior de las ventanas que representan los retratos de Juan de Villasante y María de Villarroel y está construida en mampuesto enfoscado y sillares regulares de piedra. Por su parte, la puerta presenta columnas jónicas, y la parte superior está ornamentada a base de jarrones con frutos.
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Tres de sus elementos básicos, zaguán, patio, y escalera, muestran un ejemplo típico de disposición clasicista palaciega. El zaguán está situado a un lado de la fachada, condicionando de este modo la simetría de esta, sus puertas de entrada desde la calle y de salida al patio están enfrentadas, situadas en el eje de dos arcadas y desplazadas con respecto al centro del patio,
La construcción cuenta con un patio culminado en sus cuatro lados y que cuenta con dos alturas y diseño plateresco en los capiteles de las columnas. El patio, tiene planta cuadrada, está columnado y además dispone galerías de cuatro vanos en cada uno de sus lados. Cuenta con dos alturas y destacan en él los treinta y dos capiteles con decoración renacentista y que tiene un lenguaje iconográfico muy expresivo típico del renacimiento español, mostrando el poder y la cultura de los propietarios.
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En el siglo XX se llevó a cabo una importante restauración del palacio, la cual respetó la ordenación tipológica de sus partes, aunque se desconoce el grado de intervención en la decoración plateresca que tenía el palacio en sus orígenes y sufrió algunas alteraciones al convertirse en sede arzobispal. Recientemente, con la restauración del edificio, se colocó en la caja de la escalera un artesonado del siglo XVI procedente de Fuente el Sol.
Arte y escultura
El edificio también cuenta con piezas artísticas de gran valor. A la capilla privada del palacio se trasladó el siglo pasado un retablo procedente de la desaparecido Iglesia de San Esteban de Portillo, un retablo formado por pinturas, mayoritariamente alusivas a la vida de San Esteban realizadas en el primer decenio del siglo XVI momento de auge de la escuela vallisoletana. Las esculturas que forman el retablo parecen estar relacionadas con el taller de Alejo de Vahía.
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En la misma capilla que el retablo, se conserva también la sila abacial de la primitiva colegiata vallisoletana decorada con un relieve de San Pedro y que fue realizada en el siglo XV.
En el salón del trono y en el despacho episcopal pueden contemplarse seis grandes cuadros del florentino de Vicente Carducho, serie encargada en 1626 al pintor con destino al claustro de la Cartuja de El Paular de Madrid, con escenas de vidas de santos cartujos. También se pueden observar los retratos de los arzobispos vallisoletanos realizados por Blas González García-Valladolid en los últimos años del siglo XIX
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