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Urgente La jueza decreta el ingreso en prisión del Jefe de Estupefacientes de Valladolid
Calle Constitución, donde se encontraba la sucursal del Banco Hispano Americano en 1923. ARCHIVO MUNICIPAL
El cronista

Una estafa casi perfecta en Valladolid

Dos socios y un cómplice resultaron detenidos el 25 de mayo de 1923 tras intentar cobrar un cheque falso de 30.000 pesetas en la sucursal del Banco Hispano-Americano

Enrique Berzal

Valladolid

Martes, 6 de junio 2023, 00:14

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Su desembarco en Valladolid fue todo un acontecimiento. El Banco Hispano Americano, fundado en 1900, llegaba a nuestra ciudad como sucesor de la entidad bancaria «Jover y Compañía», que entonces solo tenía dos competidores: el Banco de España y el Banco Castellano. No había más. Era enero de 1919 y la vallisoletana era la sucursal número 21 que abría en España. Aquel año fue noticia por la ambiciosa y prometedora operación desarrollada; cuatro años después volvería a serlo, pero por una circunstancia muy diferente: un sonado intento de estafa.

Ocurrió hace ahora cien años, concretamente el 21 de mayo de 1923. Aquel día entraron dos personas en la sucursal del banco, que había abandonado las instalaciones de la calle Duque de la Victoria para establecerse en el número 10 de la calle Constitución. Llevaban un cheque de 30.000 pesetas, un auténtico dineral para la época, y querían cobrarlo de inmediato. Se llamaban Eulogio Pérez Ferreira, que era el que llevaba la voz cantante, y Salvador Blázquez Martín. Para su desdicha, detrás del mostrador les esperaba el subcajero Julio Valero.

El cheque iba a la orden de Eulogio. Tenían prisa, le dijeron, pues atendían varios negocios en Madrid y querían regresar de inmediato. Valero no picó. Sospechando que algo no cuadraba, les dijo que para cobrar el cheque era requisito indispensable adjuntar una firma conocida en esa sucursal. «Es que no conocemos a nadie en Valladolid», le respondieron. Después de un intercambio de pareceres, Eulogio aseguró al subcajero que era titular de cuentas en el Anglo South American Bank Limited, un potente banco inglés establecido en España desde 1916, y que allí conocían sus firmas. «Envíe por favor a la sucursal madrileña de esa entidad, a la atención de Manuel López, una ficha con mi firma, y le contestarán confirmándola».

Anuncio del Banco Hispano Americano cuando se instaló en Valladolid y anuncio y sede del Anglo South American Bank, Limited. EL NORTE
Imagen principal - Anuncio del Banco Hispano Americano cuando se instaló en Valladolid y anuncio y sede del Anglo South American Bank, Limited.
Imagen secundaria 1 - Anuncio del Banco Hispano Americano cuando se instaló en Valladolid y anuncio y sede del Anglo South American Bank, Limited.
Imagen secundaria 2 - Anuncio del Banco Hispano Americano cuando se instaló en Valladolid y anuncio y sede del Anglo South American Bank, Limited.

Así hizo Valero. Tres días después, el jueves 24 de mayo de 1923, llegaba a Valladolid una carta del director del Anglo South American Bank Limited asegurando que conocía a Eulogio y Salvador y que ambos tenían dinero en la cuenta corriente. Pero Valero no terminaba de fiarse. Antes de poner el cheque al cobro, cotejó la firma que aparecía en la misiva con la de otros documentos que guardaba en la sucursal y que procedían también del director del banco inglés. La pesquisa dio resultado: la rúbrica era falsa.

Valero informó a su director, Ricardo Bueno Elosúa, y éste a la policía. Al mismo tiempo, hizo saber a Madrid la estafa que se avecinaba. La operación fue doble. Valladolid, 25 de mayo de 1923. La policía vigila, pero sin actuar todavía. Eulogio y Salvador llegan al Hispano Americano por la mañana. Quieren cobrar ya. Valero les miente: «Aún no hemos recibido la carta». Salen rápido de la sucursal, bajo la atenta mirada de los agentes, en dirección a la Central de Teléfonos. El reloj marca las 11 de la mañana. Piden una conferencia con Madrid, concretamente con Manuel López y López, trabajador del Anglo South American Bank Limited. Se les concede para las 15:30 horas.

Telegrama urgente

Antes de eso, Ricardo Bueno recibe un telegrama urgente y esclarecedor: en Madrid, el director general de Orden Público, Carlos Blanco, ha ordenado al jefe de la brigada móvil, Fernando Alcón, la detención de Manuel López. Bueno avisa al comisario Izardo. Es el momento: nada más entrar en la Central de Teléfonos, Eulogio y Salvador son detenidos por el agente Capdevilla. Son las tres de la tarde. La estafa ha sido burlada y los autores terminan en comisaría, donde lo cuentan todo.

El cerebro de la operación era Eulogio. Tenía 22 años, era natural de Santander y vivía en Madrid. Pese a su juventud, era «persona ilustrada y ducho en los negocios». Había sido alumno de una Escuela de marinos mercantes, estuvo en América y tenía contactos. Había urdido la trama con Manuel López, de solo 17 años y empleado en el Anglo South American Bank Limited. Siguiendo sus instrucciones, Manuel había puesto a la firma del director el cheque en medio de un montón de papeles, también para firmar; de ahí que pasara desapercibido. Luego, al serle notificada la desconfianza de Valero, fue al archivo de su sucursal, cogió un papel con membrete y falsificó la carta y la firma.

El que peor encajó la detención fue Salvador, que no paraba de llorar «con gran desconsuelo». Tenía 25 años, había nacido en Baeza y llevaba varios años trabajando como sirviente en la casa de una viuda madrileña «que ostenta un título de Castilla». Aseguraba que Manuel y Eulogio lo habían engañado, pues siempre le dijeron que no intermediaría en nada. Según la prensa, la estafa era perfecta, pero se topó con un cajero avispado que la desbarató.

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