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Iglesia de Matapozuelos. El Norte
Un enorme error: parar el baile

Un enorme error: parar el baile

Valladolid, crónica negra ·

El baile del pueblo reunió a dos viejos enemigos, Modesto Díez y Mauricio Rico. Tras la decisión del primero de parar el baile, comenzó una fuerte discusión entre ambos vecinos que terminó con la muerte de este a manos de Mauricio

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Martes, 26 de octubre 2021, 07:20

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Puede que la enemistad entre ambos viniera de atrás, que se la tuvieran jurada desde hace años, que una sola gota de agua contaminada por la animadversión hiciera rebosar el vaso de los odios más atávicos. Porque lo cierto es que aquel 2 de febrero de 1898, en Matapozuelos aconteció la quintaesencia del odio cainita.

Aquel día decidieron los cofrades de San Blas organizar un baile en casa de uno de los mayordomos, incentivando la participación entre sus vecinos más allegados. Entre los asistentes se encontraban dos enemigos íntimos, Mauricio Rico, apodado «Mateo», y Modesto Díez Herrera, al que todos llamaban «Moreno».

Discurría la fiesta con aparente tranquilidad cuando Modesto decidió suspender la diversión. Una temeridad manifiesta; a su adversario no le faltó un segundo para saltar en defensa del jolgorio.

Los gritos precedieron a las amenazas. Hubo casi de todo. Según diversos testigos, Modesto desafió y comprometió varias veces a «Mateo», quien no paraba de reprocharle su prepotencia al ordenar parar la fiesta. «¿Por qué mandas parar el baile sin motivo ni títulos que ten derecho a mandar más que los demás mozos?», le espetó Mauricio.

Cachavazo

Los ánimos, a punto de rebosar, se excitaron aún más cuando Modesto sacó a pasear su cachava y asestó un duro golpe a su contrincante, después de haber insultado a su madre y a su hermana.

Fue la gota que colmó el vaso de la frágil paciencia de «Mateo». Sacó del bolsillo una navaja de las llamadas «gallegas» y le asestó tres pinchazos, lo suficiente para arrojarle al suelo y dejarle muerto casi en el acto.

En el juicio, celebrado el 21 de octubre de ese mismo año de 1898, el fiscal, Rodríguez de Celis, calificó los hechos de delito de homicidio de que era responsable en concepto de autor Mauricio Rico.

«Hizo fijar la atención de los señores jurados sobre la importancia del delito y la frecuencia con que se realizan en este territorio, lo cual reclama con urgencia una enérgica represión compatible con la justicia», puede leerse en la edición del 22 de octubre de EL NORTE DE CASTILLA.

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A atemperar la pena trató de influir el abogado defensor, el reputado abogado Francisco Zarandona. No negó los hechos, incluso concedió que se tratase de un delito de homicidio; pero trató de «apreciar en su ejecución la circunstancia eximente de responsabilidad de haber obrado en defensa de su persona y derecho».

Aseguraba Zarandona que su defendido pinchó a Modesto en defensa propia ante los cachavazos que se le venían encima, y terminó pidiendo «un veredicto de inculpabilidad para su defendido, haciendo fijarse a los jurados en que, si bien como decía el señor fiscal eran muchos los crímenes que se cometían de este género y que era necesario castigarlos con vigor, sin embargo en el caso presente no se trata de un criminal vulgar que niega el hecho y esconde la mano, sino de un ciudadano honrado que se defiende de una agresión y confiesa noblemente el hecho».

En su veredicto, los jurados señalaron la culpabilidad del procesado reconociendo que Modesto Díez le había insultado y provocado, pero «apreciaron además la agresión ilegítima y la falta de provocación de parte del procesado», negando que este tuviera «necesidad racional, al repeler la agresión de Modesto, de emplear la navaja».

Frente a la tesis de Zarandona, que solicitaba la pena de seis meses y un día de prisión correccional al procesado, la sentencia siguió la línea expuesta por el fiscal, que postulaba el homicidio sin circunstancias agravantes ni atenuantes, y condenó a Mauricio Rico a la pena de seis años y un día de prisión mayor, más una indemnización de 3.000 pesetas y el pago de accesorias y costas.

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