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Campamento militar español instalado en Monte Arruit, al noreste de Marruecos.
1921: el Desastre de Annual pone en jaque al Rey y al Gobierno

1921: el Desastre de Annual pone en jaque al Rey y al Gobierno

165 aniversario de El Norte de Castilla ·

La derrota militar española en Marruecos, en el año 1921, impulsó la solidaridad de los vallisoletanos, que supieron de la muerte en campaña de su paisano Eduardo Guzmán

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Martes, 20 de octubre 2020, 08:03

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La situación era tan delicada, tan extremadamente delicada, que 'El Norte de Castilla' no pudo por menos que hacer un llamamiento a la serenidad. En portada y en texto destacado: «Lo ocurrido en la zona de Melilla es un episodio doloroso, pero nada más que un episodio. La empresa que nos está encomendada al otro lado del Estrecho es demasiado grande para que pueda pensarse en realizarla sin que haya en ella páginas tristes junto a páginas afortunadas. Toda campaña tiene sus reveses; y este de ahora, tan sensible, va acompañado de brillantes éxitos en la zona occidental, que pueden servirte de compensación».

Pero el lector que aquel 24 de julio de 1921 se asomaba a las páginas del periódico, sobre todo el más instruido e interesado en el devenir de la política nacional, sabía que no estaba ante un asunto menor. Ni mucho menos. Lo que enseguida pasaría a la historia como «Desastre de Annual» terminó poniendo en jaque no solo a la estrategia española en el Protectorado de Marruecos, sino también al sistema mismo de la Restauración canovista.

Lo cierto es que las posesiones españolas en Marruecos cumplían una finalidad que poco tenía que ver con el incremento, a todas luces imposible, del peso de nuestro país en el escenario internacional. Se trataba, más bien, de restañar las heridas ocasionadas por la pérdida, en 1898, de Cuba, Puerto Rico y Filipinas, pero también de dar salida a una oficialidad que, precisamente a causa de ello, se había visto privada de 8.000 posibles destinos, y acrecentar, en definitiva, las expectativas en un sector del Ejército y de la clase política en el sentido de recuperar el prestigio perdido. A todo ello se sumará, ya a principios del siglo XX, la defensa militar de intereses económicos españoles en la zona, centrados especialmente en la explotación de yacimientos de hierro y plomo.

Campamento militar español instalado en Monte Arruit, al noreste de Marruecos.
Campamento militar español instalado en Monte Arruit, al noreste de Marruecos.

El reparto territorial de las dos áreas de influencia entre Francia y España, fijado en el Tratado de Algeciras de 1906, se afianzó seis años después con el establecimiento oficial del Protectorado franco-español en Marruecos. Ni que decir tiene que Francia se llevó la parte del León, pues de un total de 340.000 kilómetros cuadrados, a España tan solo le correspondieron 21.000.

Era el español, además, un territorio harto complicado: los cerca de 600.000 nativos que lo habitaban, casi todos de linaje bereber, se mostraban extremadamente celosos de su independencia frente a cualquier tipo de dominación o injerencia, mientras que el espacio geográfico, excesivamente abrupto, era de muy difícil acceso y comunicación.

Los antecedentes inmediatos del Desastre de Annual podrían situarse en 1913, cuando se produjo la conquista de Tetuán. Posteriormente, durante los cuatro años que duró la Primera Guerra Mundial (1914-1918), la situación en la zona se mantuvo en una relativa inactividad; España se limitó a mantener y consolidar las plazas ocupadas, así como a pactar con determinados jefes nativos.

Es en 1919 cuando se dan los primeros pasos militares hacia el «Desastre», al plantear el gobierno de Romanones la reactivación de la campaña de Marruecos coincidiendo con una intensificación de la actividad francesa en su zona. A partir de ese momento se producen los primeros ataques ordenados por el alto comisario, Dámaso Berenguer, contra El-Raisuni, que culminarán en el otoño de 1920 con la toma de Xauén.

El Protectorado en Marruecos otorgó a España solo 21.000 kilómetros cuadrados de los 340.000 totales

Ya entonces eran habituales las tiranteces entre Berenguer y el comandante militar de Melilla, Manuel Fernández Silvestre, hombre de carácter impetuoso, apoyado y protegido directamente por el rey Alfonso XIII, muy poco dado a acatar órdenes del Estado Mayor.

A Fernández Silvestre se han achacado, de hecho, las principales responsabilidades de la durísima derrota infligida a las tropas españolas los días 21 y 22 de julio de 1921. Sobre todo por emprender un ataque hacia la bahía de Alhucemas excesivamente osado y falto de consistencia. Y es que los graves problemas de comunicación hacían imposible abastecer adecuadamente, tanto de material bélico como de agua, a cada uno de los 'blocaos' o nuevas posiciones que se iban estableciendo.

Estos, además, se encontraban escasamente dotados en hombres y armamento y precariamente fortificados, lo que facilitó la victoriosa campaña del líder rifeño Abd-el-Krim. Las consecuencias fueron devastadoras: más de 12.000 hombres perdieron la vida, 70 posiciones fueron desmanteladas, se produjo una gran pérdida de armamento y el sector oriental quedó gravemente desmantelado.

El general Dámaso Berenguer, alto comisario de España en Marruecos cuando ocurrió el desastre.
El general Dámaso Berenguer, alto comisario de España en Marruecos cuando ocurrió el desastre. Mungo Gráfico

El impacto social de la derrota fue brutal, a pesar de que a partir del 26 de julio el gobierno decretó la censura previa en la prensa. Como señalaba El Norte de Castilla en su edición del día 24, a las puertas del periódico se fueron agolpando, en procura de nuevas noticias, «numerosas familias vallisoletanas que tienen deudos en las posiciones de aquella zona de ocupación».

Los telegramas expuestos en la sede del periódico (Calle Duque de la Victoria) congregaron a una multitud ávida de información, pues lo sucedido en Annual era tema constante de conversación en casinos, cafés, tertulias, círculos y paseos.

El decano de la prensa lamentó especialmente la muerte de Fernández Silvestre, pero también la del capitán de Caballería Eduardo Guzmán Ruiz, nacido en Valladolid en 1885, que dos años antes de lo ocurrido en Annual, y una vez aprobados los cursos de piloto observador, había solicitado ir voluntario a las fuerzas regulares.

Nada más conocer la noticia, el alcalde de Valladolid, Federico Santander, dirigió un efusivo saludo al alto comisario ofreciéndole la adhesión fraternal de la ciudad y anunciándole la puesta en marcha de suscripciones ciudadanas para favorecer a los soldados heridos.

La situación era tan alarmante y conllevaba tales consecuencias políticas, que 'El Norte de Castilla' aconsejaba postergar la depuración de responsabilidades en aras de la unión de todos los españoles: «Ya se depurarán responsabilidades, pero en su hora. Hoy no es momento más que de acudir todos unidos en el amor a España, a remediar el descalabro, poniendo cada cual su esfuerzo y su voluntad al servicio de la Patria y olvidando ante la desgracia común las diferencias parta dar, especialmente ante los extraños, la sensación de un pueblo unido y fuerte».

Consecuencia directa de la derrota fue la dimisión, a principios de agosto, del gobierno presidido por Manuel Allendesalazar: el «Desastre de Annual» había tocado de lleno al sistema político imperante y al mismísimo monarca, al que no pocos hacían corresponsable de lo sucedido.

En busca de noticias

El Norte de Castilla del 24 de julio de 1921 publicó que a las puertas del periódico –entonces en la calle Duque de la Victoria– se agolpaban, en busca de nuevas noticias, «numerosas familias vallisoletanas que tienen deudos en las posiciones de aquella zona de ocupación», en referencia a Alhucemas.

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