Abanderada de la igualdad entre hombres y mujeres
La burgalesa Teresa de Cartagena, de familia conversa, defendió en pleno siglo XV la plena capacidad intelectual de la mujer
Un conglomerado de vicios, un instrumento del demonio para tentar al hombre… Era lo que muchos, en pleno siglo XV, pensaban sobre las mujeres. Tan ... es así, que no era infrecuente encontrarse con autores de renombre que abogaban por que las mujeres no aprendiesen letras ni ciencias ni se dedicasen a otra cosa que las tareas domésticas y espirituales. En plena 'Querella de las mujeres', como se conoce el amplio movimiento intelectual y literario de debate en torno a la condición intelectual de la mujer que abarcó al menos hasta el siglo XVIII, encontramos un referente histórico imprescindible en la provincia de Burgos.
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Se llamaba Teresa de Cartagena y su biografía, pese al papel determinante desempeñado tanto en la escritura mística castellana como en la defensa de la plena capacidad intelectual de las mujeres, aparece plagada de lagunas. Se sabe, por ejemplo, que nació en la provincia de Burgos, pero no así la fecha exacta, aunque los principales especialistas se inclinan por el año 1425.
Acreditada está, sin embargo, la procedencia judeo-conversa de su familia, los García de Santa María, toda vez que su abuelo paterno, el famoso rabino Selomo-Ha-Levi, adoptó el nombre de Pablo de Santa María tras su conversión y destacó por su acreditada preparación intelectual: formado en Paris, llegó a ser obispo de Cartagena y de Burgos, además de embajador por Castilla en un Concilio Eclesiástico, nuncio papal, tutor de Juan II y un notable escritor. Uno de sus hijos, de nombre Pedro, destacado guerrero y cortesano que llegó a ser regidor de Burgos, contrajo matrimonio en segundas nupcias con María de Saravia. De este matrimonio nació Teresa, que además era sobrina del conocido político y humanista Alonso de Cartagena, quien también presidiría la sede episcopal burgalesa.
Ese ambiente familiar, caracterizado por la importancia conferida a la formación cultural, influyó sin duda en nuestra protagonista, a la que no parece exagerado situar en las aulas de la Universidad de Salamanca en plena juventud. Huérfana con 15 años, antes de decantarse por la vocación religiosa estuvo casada con el señor de Hormaza, con el que no tuvo descendencia. Poco se sabe del momento exacto en el que se decantó por la vida conventual. Está documentada, no obstante, su estancia en el monasterio burgalés de Santa Clara y su traslado, en torno a 1449, al de Santa María la Real de las Huelgas. Fue aquí donde le sobrevino la enfermedad que le provocó la sordera, inspiradora, a su vez, de uno de los textos literarios más destacados de la época.
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En efecto, su 'Arboleda de los enfermos' figura en la historia de la literatura como una de las obras místicas más relevantes de mediados del siglo XV, y en ella Teresa detalla la angustia provocada por tantos años de soledad e incomunicación, pero también los beneficios espirituales derivados de esa situación. La calidad literaria de la 'Arboleda' fue tan deslumbrante, que los hombres de su tiempo no creyeron que fuese escrita por una mujer, llegándola a acusar de plagio. No hay que echarse las manos a la cabeza: en aquel ambiente social y literario, la escritura se consideraba algo sólo propio de los hombres, por lo que cualquier obra femenina era inmediatamente acusada de plagio. De hecho, lo normal era que lo escrito por mujeres quedara relegado al ámbito privado. No ocurrió así, como vemos, con Teresa de Cartagena.
De hecho, en respuesta a quienes la acusaban de haber copiado el texto de un hombre, y animada por su buena amiga Juana de Mendoza, esposa del poeta Gómez Manrique, Teresa publicó su segunda y no menos impactante obra, 'Admiración de las obras de Dios', considerada la primera en la Península en defender los derechos de las mujeres y sostener que sus capacidades intelectuales eran iguales a las de los hombres.
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«Teresa de Cartagena puede considerarse como la primera escritora castellana que sale en defensa de la dignidad del sexo 'flaco' y su derecho a la escritura», sostiene Mar Cortés, especialista en la obra de la burgalesa. Claro que la argumentación de nuestra escritora no es tan directa como algunos imaginan, pues señala que el entendimiento femenino es inferior al masculino; eso sí, también afirma que Dios puede conceder a la mujer las mismas capacidades que al hombre. De ahí la admiración y la alabanza hacia el poder divino: «Creo yo, muy virtuosa señora, que la causa porque los varones se maravillan que muger aya hecho tractado es por ser acostumbrado en el estado fimíneo, mas solamente en el varonil».
La burgalesa defiende la igualdad espiritual y moral entre hombres y mujeres, así como la complementariedad de sus papeles: si a los hombres los equipara a las cortezas de los árboles, que defienden a las partes más débiles, las mujeres semejarían el meollo, encargado de dar fuerza y alimento a la corteza: «En las henbras como en los varones puede yspirar e fazer obras de grande admiraçión e magnifiçençia a loor y gloria del santo Nonbre».
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Aunque ha sido considerada una adelantada a su tiempo y digna antecesora de escritoras místicas castellanas como sor Juana de la Cruz o la mismísima Santa Teresa de Jesús, el hecho de ser mujer y no haber contraído matrimonio con alguien importante mantuvo a Teresa de Cartagena en un segundo plano, lo cual explica que aún no conozcamos la fecha exacta de su fallecimiento ni el lugar donde reposan sus restos.
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