Valladolid
Los efectivos que acudieron desde Valladolid a la Dana: «No tenían ni agua y se preocupaban de que la tuviéramos nosotros»Más de 300 personas -entre agentes de Policía Local, Nacional, Guardia Civil, Bomberos de capital y provincia y voluntarios de Cruz Roja- ayudaron en los pueblos afectados por la riada que se llevó por delante 229 vidas
Son solo una pequeña representación de los más de 300 efectivos que acudieron a Valencia en los peores momentos de una provincia que se vio ... devastada por los efectos de una riada mortal. Ayudaron, trabajaron sin descanso con el único objetivo de volver a casa dejando atrás un escenario mejor del que se encontraron al llegar.
Agentes de Policía Local, Nacional, Guardia Civil, Bomberos de capital y provincia y voluntarios de Cruz Roja -y en nombre del resto de sus compañeros- se reúnen como homenaje a su labor en la Plaza Mayor de Valladolid para explicar qué recuerdan y cómo vivieron los días, semanas y meses posteriores a aquella lengua de lodo y destrucción que ese 29 de octubre supuso una de las peores catástrofes naturales de España.
Fueron los Bomberos del Ayuntamiento los primeros en llegar a la zona cero (a las pocas horas se unirían los efectivos de extinción de incendios de la Diputación de Valladolid) y recuerdan la visión que tuvieron al llegar a Aldaia dos días después de la catástrofe. «Cuando llegamos no había ni posibilidad de paso por las calles y tuvimos que despejarlas y mover enseres, mobiliario, coches... Mucha gente nos pedía por favor que abriéramos las puertas de sus negocios y garajes de lo deformadas que habían quedado por la fuerza del agua», relata el cabo de bomberos del Ayuntamiento, Óscar Vega.
Cincuenta efectivos estuvieron realizando durante doce días varias fases de trabajo en Paiporta, Catarroja y Albal, entre otras localidades. «A nivel psicológico fue un reto porque la gente estaba sufriendo y contando sus pérdidas y dolencias personales a modo de desahogo». El agua ascendió tan rápido que, en algunas calles, la ola de coches y lodo alcanzó alturas propias de los primeros pisos. «En los días posteriores empezó a llover y se vivieron ataques y crisis de pánico entre los vecinos por el trauma vivido. Intentamos calmarlos», explica Vega.
«La gente te buscaba para desahogarse y entraban en bucle con la situación que habían vivido»
Borja Sáez
Oficial de Policía Local de Valladolid
Con el único fin de ayudar a una población que pedía auxilio desesperada para encontrar a los desaparecidos, acudieron los bomberos de la Diputación de Valladolid, en plena zona cero y trabajando codo con codo con la UME. «No existía nada coordinado, lo que encontramos era un caos total e ibas echando una mano a todos los vecinos como podías», relata Jesús Ordax. Fueron momentos muy complicados para ellos porque su misión se centró en las instalaciones del parking subterráneo de Bonaire, en Aldaia. Allí, en un principio, se temían encontrar una morgue. «Todas las revisiones que hacíamos de los coches inundados iban acompañadas de la incertidumbre tremenda de encontrar a alguien. Afortunadamente no fue así». Los 29 efectivos que fueron a los pueblos afectados coinciden en una cosa. «El valor humano y la generosidad del pueblo valenciano, que cuanto menos tiene más te da. No tenían ni agua y se preocupaban de que la tuviéramos nosotros, al igual que comida o un sitio donde dormir».
Esa respuesta del que lo ha perdido todo, esas víctimas que se movían entre el shock, la desesperación y la gratitud a los que venían en auxilio (en un momento de caos organizativo entre administraciones) es lo que «realmente engancha al deseo de ayudar en este tipo de situaciones».
De la sierra al mar
Desde el 4 de noviembre hasta el 23 de febrero estuvieron trabajando en Valencia 32 miembros de la Guardia Civil de Valladolid. «Fueron muchos los puntos de actuación en los que realizamos labores de seguridad ciudadana para prevenir delitos. Actuamos en decenas de pueblos, desde los que estaban en la sierra hasta los que finalizaban en el mar», asegura el sargento primero, Juan Carlos Amado. Admite que «estas situaciones sacan lo mejor y lo peor de las personas», en referencia a la vigilancia extra que tuvieron que organizar para evitar episodios de pillaje y robos tras la riada. Junto al brigada Jesús Hurtado y al agente Eduardo Agudo, recuerdan cómo fueron aquellos meses. Realizaron además labores de refuerzo de plantilla de la Guardia Civil provincial de Valencia, que se había visto «mermada y superada» por la situación.
A aquella extenuante labor profesional que desempeñaron se le sumó el aspecto más humano. «Algunos de los compañeros de allí estaban de baja porque estaban destrozados psicológicamente. Nos dimos cuenta que el tan solo preguntar generaba un desmorone en ellos y también en nosotros. Entonces llega un momento en el que no preguntas nada, solo escuchas y te das cuenta que es justo lo que necesitan ser escuchados».
«Nos encontramos todo destruido, todo perdido y una desolación total no había nadie que no necesitara ayuda»
Fernando Llorente
Policía Nacional de Valladolid
Hacía falta muchas manos y toda ayuda era poca. Para combatir los efectos de la DANA que sesgó 229 vidas acudieron también cerca de un centenar de efectivos de la VII Unidad de Intervención de la Policía Nacional de Valladolid. ¿Su destino? Decenas de pueblos como Aldaia, Alfafar, Benetússer, Catarroja, Picanya, Sedaví... «Todo estaba perdido, inundado, no había nadie que no necesitara ayuda», dice el agente Fernando Llorente. Acompañado del inspector jefe y jefe de la VII Unidad, Pedro Roca, recuerdan un año después aquel escenario.
«Mirases donde mirases era una desolación total». Trabajaron como refuerzo a las agotadas plantillas de la zona y proporcionaron seguridad a los afectados con labores de vigilancia, colaboraron en la recuperación de las zonas afectadas y en la prevención de delitos. «Aunque estás trabajando 24/7 el cansancio se sentía como algo positivo por la causa que nos movió allí. No hubo ni una sola queja», asevera Llorente. Recuerdan además su misión en el volcán de La Palma. «Acudimos hasta que se solventó la situación, prestando apoyo como en Valencia, aunque esta fue la peor catástrofe de todas con diferencia. Se perdieron muchas vidas».
«La gente entró en bucle»
Desde diciembre hasta febrero, en varios contingentes, acudieron un total de setenta agentes de la Policía Local de Valladolid. Destinados a cinco localidades valencianas muy afectadas, colaboraron desde el minuto uno con las plantillas de aquellos devastados pueblos. «Hicimos mucho trabajo administrativo para achatarrar vehículos, colaboramos también en tareas de protección de colegios y control de seguridad del tráfico», expone el oficial Borja Sáez, en representación de los agentes. A las tareas descritas se le sumaron el achique en garajes para colaborar en la localización de las personas. «Los vecinos no sabían si su gente estaba dentro o no, lo habían perdido todo. Te ves dentro de un escenario muy impresionante donde tratábamos de ayudar a esos vecinos y esos policías que estaban muy agotados porque venían de hacer turnos de 12 y 15 horas», añade.
Recuerda especialmente la desesperación de la gente que había perdido la casa y el negocio. «Como es lógico la gente estaba muy afectada y te buscaban para desahogarse. Estaban en bucle con la situación que habían vivido, la repetían una y otra vez. Allí estuvimos acompañando y apoyando, como no podía ser de otra manera».
Apoyo, trabajo y acompañamiento el de todas las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado al que se sumaron también sin dudarlo los voluntarios de Cruz Roja Valladolid. Acudieron, en una primera fase, un total de 24 personas que, desde el 5 al 22 de noviembre, realizaron tareas de limpieza, desescombro, entrega de alimentos, medicamentos, enseres... «Mucha gente había perdido pertenencias y objetos personales de importancia y, por ello, prestamos mucho apoyo psicológico a los vecinos que lo necesitaban», admite Daniel Corbella.
«Cada vez que salías a la calle la gente te pedía ayuda constantemente. Estaban desolados y nos daban las gracias por esa labor humanitaria que estábamos haciendo. Fue un momento personal que te lleva a saber que estás haciendo lo correcto», finaliza el joven. Tras la fase de emergencia, entraron en la fase de recuperación y seis voluntarios más de Valladolid acudieron durante el primer trimestre de este año. Las principales labores fueron entonces las de ayudar en los trámites relacionados con entregas económicas, cobertura de necesidades, entrega de bienes y productos de apoyo o atención de peticiones y acompañamiento en trámites administrativos o ayudas, entre otras tareas.
Da igual el rango o la Unidad a la que pertenezcan, porque todos los grupos que se han reunido un año después para recordar aquellos difíciles momentos quieren que quede claro que hablan «en nombre del resto de compañeros«, quienes, como ellos, no dudaron en tender su mano para ayudar. Ellos vivieron en primera persona el sufrimiento de una población que se ahogaba entre la desesperación por encontrar a sus desaparecidos en un barrizal de magnitudes kilométricas y la incertidumbre y el miedo del que lo ha perdido todo.
Y ellos forman parte también de la inmensa ola de solidaridad nacional que contribuyó a barrer ese escenario caótico y apocalíptico que mostró la peor cara de la naturaleza y la mejor actitud del que da lo mejor de sí. Todos piden una última cosa, «que el paso del tiempo no permita olvidar lo que pasó».
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