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Gloria Palomares, instantes antes de iniciar su jornada laboral. El Norte
Coronavirus en Valladolid: «Es duro, pero tiramos del carro por los abuelos, nos necesitan más que nunca»

«Es duro, pero tiramos del carro por los abuelos, nos necesitan más que nunca»

Gloria Palomares, auxiliar en la residencia de ancianos de Íscar ·

Dice que anímicamente están «muy tocados», pero lo disimulan ante los mayores porque «demasiado tienen con lo suyo»

Eva Esteban

Valladolid

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Martes, 7 de abril 2020, 06:54

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Cuando se confirmó el primer positivo por coronavirus en una persona mayor de la residencia de Santa María de los Mártires de Íscar, en torno al 13 de marzo, Gloria Palomares, auxiliar de geriatría en el citado centro desde hace un lustro, no lo dudó: «Ahora más que nunca hay que estar al pie del cañón. Somos lo único que tienen, nos necesitan». Reconoce que tuvo «miedo» porque estimaba que la alerta sanitaria «no llegaría nunca» a tierras castellanas y leonesas, lo percibía como una realidad lejana, pero «al momento» se le pasó. Sabía que había que responder, «estar a la altura de las circunstancias». Al igual que el resto de compañeros de trabajo, sustituyó el miedo por el coraje y la indumentaria habitual, por batas, guantes, mascarilla y pantallas protectoras. «Lo primero que hice fue decírselo a mi familia. Podíamos habernos pedido una baja por estar con gente que ha dado positivo, pero ¿qué haces? ¿les dejas ahí tirados a los pobres, que están aislados y no dejan entrar a su familia? Pues no. Decidimos tirar del carro porque nos necesitan más que nunca; si no vamos se mueren, y no vamos a permitir que les falte de nada», asevera.

Así fue. Dicho y hecho. Desde entonces, los veinte empleados de Santa María de los Mártires están dando lo «mejor» de sí. Hicieron suyo el lema por excelencia de la pandemia –'Este virus lo paramos unidos'– y crearon un vínculo irrompible. «Antes cada uno teníamos asignada una tarea concreta, pero ahora no. Vamos todos a una, nos hemos unido muchísimo, somos una piña que está muy compenetrada y se ayuda en todo y más», revela. Junto a ello, además, cuentan con el apoyo inestimable de nueve voluntarios, «algunos» de ellos familiares, que les ayudan a «seguir adelante» y sin cuya prestación «no podríamos tirar». «La verdad es que son unos máquinas, están todo el rato pendientes y ayudando;sin ellos no podríamos cuidar como lo hacemos de las personas mayores que viven aquí», apunta.

Cuenta Palomares, natural de la localidad segoviana de Coca pero residente en Íscar, que «nunca» se había enfrentado a una situación «ni tan siquiera parecida». Es «duro» –«estamos anímicamente muy tocados», dice–, y deben disimular para que los residentes no tengan la más mínima sospecha de que flaquean. «Estás pendiente de todo;de no contagiarte tú y de no contagiarles a ellos para que esto pueda seguir para adelante. Se dan cuenta de todo, y si te ven un día un poco mal te preguntan, por lo que hay que intentar disimularlo. Demasiado tienen ellos ya con lo suyo», añade.

A lo que esta profesional hace referencia es al aislamiento generalizado que implantaron cuando se detectó el primer positivo de Covid-19. «Muchos», los que presentan síntomas –si bien reitera que positivos confirmados y que aún permanezcan en la residencia en la actualidad no hay ninguno «porque no hay posibilidad de hacer pruebas–, están confinados en sus dormitorios y no salen «para nada». Siguen exactamente la misma rutina que antes de que se decretara el estado de alarma. La única diferencia, explica Palomares, es que «todas las tareas se hacen en la habitación». «Ahora tenemos que asearles, darles de desayunar, cambiar pañales, dar de comer... Todo allí, no salen para nada», apostilla.

Pero, asegura, ese «súper trabajo» extra que están haciendo «merece la pena». La labor que realizan se ve recompensada con el hecho de que no se contagie nadie dentro de Santa María de los Mártires. «Lo más reconfortante es que, aunque sí que hay varios que tienen síntomas, de momento no tenemos más positivos que los dos que detectaron al inicio», subraya. «Ves que nuestro trabajo está sirviendo para que, de momento y esperemos que siga así, no se nos esté contagiando ninguno. Es lo único que miramos, por ellos; nuestra situación, si nosotros caemos, es lo último, lo que más nos preocupa es que ellos estén sanos y bien», prosigue.

Un pueblo «volcado»

Si cuentan con los medios de protección necesarios para batallar contra el coronavirus es «en gran parte» gracias a los vecinos de Íscar. Esta auxiliar relata que «sin su ayuda todo sería más difícil», al tiempo que ejerce como voz representante de sus compañeros para «darles las gracias de corazón». «El pueblo se ha volcado con nosotros. Nos han donado una cabina de desinfección, que tenemos en la puerta y por la que pasamos todos los días para asegurarnos que entramos bien a la residencia, también nos han hecho pantallas protectoras, batas desechables... En definitiva, que estamos muy equipados gracias a ellos, aunque desde el primer momento hemos tenido los equipos necesarios».

Videollamadas para conectar a los residentes con sus familiares «y que les sientan cerca»

Los 44 mayores de la residencia de Santa María de los Mártires, en Íscar, tienen contacto semidirecto con sus familiares. La dirección del centro geriátrico canceló las visitas «incluso antes» de que se decretara el estado de alarma, pero tuvieron «claro» que lo que los mayores necesitaban era «seguir manteniendo esa relación con su familia». Por ello, según explica Gloria Palomares, auxiliar en el citado espacio, decidieron activar un nuevo servicio de videollamadas para que los internos «sintieran cerca» a sus seres queridos. «Es la mejor forma de que ellos mismos vean cómo están. Están muy nerviosos y llaman muchísimo, pero intentamos que estén tranquilos, transmitirles que están en las mejores manos porque estamos dando todo de nosotros. Qué mejor forma de saber que todo va bien que, ya que no puedes estar con ellos, verles a través de la pantalla», sostiene.

Lo cierto es que, según relata Palomares, las familias se «están volcando» con la situación. Prueba de ello es que han llevado a la residencia televisores para que los mayores, muchos confinados en sus habitaciones, se entretengan.

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