Los dinosaurios reviven en Valladolid: del meteorito asesino a las 21 maquetas en tamaño real
El Museo de la Ciencia acoge 'Gigantes de la Patagonia', una exposición que explora la relación de estos seres prehistóricos con las aves actuales
El boquete es inmenso. Un cráter de 180 kilómetros de diámetro (casi la distancia entre Valladolid y Soria) y de 20 kilómetros de profundidad. Recibe ... el nombre de Chicxulub, está en la región de Yucatán (México) y es «la prueba directa del impacto de un asteroide gigantesco». Su datación dice que tiene casi 66 millones de años. Y esa fecha coincide con la extinción de los dinosaurios, con el momento en el que desaparecieron unas especies que durante más de 180 millones de años dominaron la vida en la Tierra y que ahora sobrevive en la memoria, la imaginación y la fascinación de millones de personas. Los dinosaurios son los protagonistas absolutos de 'Gigantes de la Patagonia', una exposición que puede visitarse hasta el 15 de marzo de 2026 en el Museo de la Ciencia. Allí, el visitante podrá ver 21 réplicas en tamaño real del esqueleto de varios ejemplares y descubrir curiosidades como que, en realidad, los dinosaurios no se extinguieron del todo.
La muestra, que visita por primera vez España, fija su mirada en la Patagonia, una región que abarca zonas de Chile y Argentina, que en la actualidad es casi esteparia, pero que en la época mesozoica (de entre 252 a 65 millones de años hacia atrás), con los continentes unidos en un único territorio (pangea), tenía un clima mucho más húmedo y cálido, con vegetación plena, bosques de helechos arbóreos y coníferas. Un vergel en el que vivían diversas especies de dinosaurios y que, hoy en día, es un «paraíso» para quienes buscan fósiles.
«Los Andes comenzaron a formarse entre 50 y 25 millones de años atrás, mucho después de la extinción de los dinosaurios. Y este proceso geológico ayudó a preservar sus restos. Las inundaciones y los vientos cubrieron los fósiles con sedimentos y, con el tiempo, esos mismos vientos los dejaron al descubierto. Así fue posible que hoy podamos encontrarlos y estudiarlos», se explica en el inicio de una exposición que propone un viaje entre ejemplares mastodónticos y otros de tamaño mínimo. «Aunque las películas y la ficción suelen representar a los dinosaurios como unas criaturas muy grandes, la realidad es que los había de todo tipo, desde los que medían más de treinta metros de largo hasta los que ni siquiera llegaban al metro», explica José Antonio García, biólogo del Museo de la Ciencia, durante una visita guiada por la exposición, con 21 reproducciones a tamaño real. «Están elaboradas con absoluta fidelidad. Es muy difícil encontrar el esqueleto completo en una excavación. Siempre faltan piezas y es necesario hacer una reconstrucción. El trabajo de los paleontólogos es tan minucioso que permite conocer todos los detalles sobre cómo eran y vivían», apunta García.
Está, por ejemplo, el Carnotaurus, presentado como «el misterioso carnívoro con cuernos». Descubierto en 1984 por el paleontólogo argentino José Bonaparte, su nombre (toro carnívoro) procede de las protuberancias en forma de cuerno que tenía sobre los ojos. «Es interesante, porque hoy ningún carnívoro moderno posee cuernos, todos son herbívoros. Y esto hace esta característica más única aún», se explica en la exposición. El Carnotaurus comparte escenario en la muestra con el Megaraptor, un gran depredador que destaca por sus enormes garras en las extremidades anteriores, que podían superar los 30 centímetros de longitud, y por unos dientes «pequeños y afilados, diseñados para cortar carne».
Aunque lo que sobresale eran sus poderosas extremidades delanteras, lo que les ayudaba a cazar (y comerse) grandes dinosaurios herbívoros, como el titanosaurio. «Los dinosaurios tenían las patas debajo del cuerpo, no en los lados, como los lagartos y reptiles actuales. Esto les posibilitaba desplazarse por encima del suelo, sin necesidad de reptar», indica García. Esta postura erguida «les permitió liberar sus brazos de la función de sostenerse y, en algunos casos, evolucionar en alas dando lugar a las aves».
La réplica de un fémur del titanosaurio (con más de dos metros y medio de altura) forma parte también de la muestra y ayuda a hacerse una idea del enorme tamaño que alcanzaron algunas especies. Como el Giganotosaurus, un bicho de quince metros de longitud y ocho toneladas de peso que está considerado como «uno de los dinosaurios carnívoros más grandes que han existido, incluso más que el famoso Tiranosaurio rex». Una de las peculiaridades de este, y de otros, era su enorme cola, que tenía una clara misión aerodinámica. «Les servía casi de balancín, como método para equilibrarse». Más grande aún era el Rebbachisaurus tessonei, un herbívoro de 17 metros de longitud y hasta 10.000 kilos de peso. Una de sus características más reseñables era que tenía unas vértebras neumáticas, con cámaras de aire». Esto aligeraba su esqueleto y, probablemente, le permitía tener un cuello más flexible, lo que facilitaría el acceso a las copas de los árboles sin mover su enorme cuerpo».
Pero junto a estas bestias enormes, había otros dinosaurios más manejables. Como el Gasparinisaura, un herbívoro de apenas 60 centímetros de longitud y 13 kilos de peso que vivió en el cretácico inferior en Argentina.
La muestra explica la gran clasificación que existe respecto a los dinosaurios, con dos grupos principales, los ornitisquios (cadera de ave), que eran todos herbívoros, y los saurisquios (cadera de lagarto), que se diferenciaban entre terópodos (pie de animal o bestia), que eran bípedos, y saurópodos (pie de lagarto), que caminaban sobre cuatro patas y eran herbívoros.
Las maquetas de todos ellos pueden verse en una exposición que reserva una parte para los reptiles acuáticos y otra, interesantísima, sobre la huella evolutiva dejada por los dinosaurios. Porque, a diferencia de lo que se suele creer, no se extinguieron por completo.
¿Y eso? La línea evolutiva de las aves procede de los terópodos. Los debates sobre esta conexión comenzaron en 1861, con el descubrimiento del Archaeopteryx, un «dinosaurio con plumas» cuyos fósiles se encontraron en rocas calizas de 150 millones de años de antigüedad. Y esto permitió que se comenzara a dibujar la línea evolutiva de cómo los terópodos (como el velociraptor) adquirieron poco a poco las características de las aves, desde las plumas a movimientos articulares. Un panel en el Museo de la Ciencia explica, por ejemplo, la evolución desde diversos dinosaurios hasta la ala actual que presenta el cuervo.
Junto a las réplicas de los dinosaurios, la exposición se completa con puzles gigantes, vídeos ilustrativos, módulos táctiles o un recorrido en el que los niños podrán comprobar la diferencia entre una zancada suya y la de un dinosaurio. También se ha recreado un nido, ya que «al igual que muchas aves y reptiles modernos, los dinosaurios ponían huevos y construían nidos». Los huevos iban desde los tres a los cincuenta centímetros.
Eso, respecto a su nacimiento. La extinción tuvo lugar hace 65 millones de años, aproximadamente. Ese meteorito de diez kilómetros de diámetro caído en Yucatán pudo ser el desencadenante. Liberó una energía equivalente a millones de bombas atómicas. El impacto «provocó incendios masivos, tsunamis, una nube de polvo que bloqueó la luz solar y destrozó la cadena alimentaria». Otras especies consiguieron adaptarse, pero los dinosaurios desaparecieron. Y sabemos de su existencia por los fósiles y de su tiempo histórico por el llamado Límite K-T, una frontera geológica visible en estratos de todo el mundo. «Contiene una fina capa de sedimento con altos niveles de iridio, un metal raro en la Tierra, pero común en meteoritos. Esta capa es la huella global del impacto del meteorito y, por debajo de ella, abundan los fósiles de dinosaurios y las formas de vida del cretácico. Por encima, esos fósiles ya no están». Los dinosaurios habían cerrado su existencia en el planeta. Y sus huellas pueden rastrearse ahora en el Museo de la Ciencia de Valladolid.
La exposición puede visitarse hasta el 15 de marzo. El horario es de martes a viernes de 10:00 a 18:00 horas, los sábados de 10:00 a 19:00 y los domingos, de 10:00 a 15:00. Los lunes está cerrada, salvo los festivos.
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