Cristina Catalina: «Al cuidador le da pánico enfrentarse solo a la muerte de un ser querido. Necesita apoyo»
Esta psicóloga del equipo de Cuidados Paliativos del Río Hortega repasa el peso de la faceta emocional en la atención a enfermos terminales
«En verdad, la psicología ya trabaja, de por sí, con el sufrimiento. Y, en el final de la vida, es muy gratificamente tratar de ... dar sentido a ese momento, que es dárselo a la vida de las personas. Encuentras, además, más unión de la familia y de los amigos», explica Cristina Catalina, la psicóloga del equipo.
Esta especialista vallisoletana, a la que los cuidados paliativos la captaron del todo en la rotación como pir (psicólogo interno residente), cuando hacía la especialización, asegura que esta atención, que «tiene más beneficios que costes, te da alegría. Siempre digo que qué bonito es nuestro trabajo. Los equipos de paliativos son muy especiales. No solo ofrecen una organización para la atención física de la persona sino que todos, también los médicos, enfermeros... tienen un interés especial por la persona, por conocer lo que siente, emocionalmente también. En este momento en el que están sufriendo, necesitan apoyo psicológico y emocional. Sufre el paciente y también la familia y nuestro papel es con todos».
Además, explica Cristina, «hay que tener en cuenta las diferencias entre hogares, patologías, la forma de enfrentarse a los problemas son muy diferentes para las personas. Algunas enseguida se sueltan con el psicólogo y de desahogan y están agusto y a otras esto les cuesta mucho. Nosotros lo que hacemos es ofrecer herramientas para manejar mejor lo que angustia y preocupa. También hay choques entre ellos. Hay gente que se expresa llorando y lo saca fuera y para otros, esto es imposible. Algunas hablan de su muerte y hasta de cómo quieren el funeral y otras huyen del tema. Nosotros siempre respetamos la autonomía del paciente».
Cristina Catalina también ha detectado en su quehacer diario una clara tendencia a optar por la decisión de quedarse en casa en vez de acudir al hospital cuando llega la muerte. «Lo hemos visto claramente durante la pandemia. Los hospitales también ofrecen paliativos; pero en esta época de coronavirus estos centros están blindados, limitan el acompañamiento y el propio enfermo y la familia temen contagiarse. Genera más inseguridad, el virus y la soledad empujan a elegir un fallecimeinto en casa. Nosotros no tratamos de convencer de nada, explicamos las opciones y cómo funciona y, en cualquier momento, aunque en la planificación anticipada que sí recomendamos hacer, hayan optado por una de las dos cosas, pueden cambiar de idea. El hogar no solo es más cómodo sino que resulta más agradable dentro de lo que se está viviendo. Pueden estar todos los hijos o hermanos. Resulta menos agotador, un entorno más amable y la expereincia suele ser mucho mejor, el recuerdo es menos amargo que en el hospital, siempre que se pueda, claro».
«El hogar resulta menos agotador, el entorno es más amable y el recuerdo del fallecimiento muchos menos amargo»
«Los cuidados paliativos están muy bien valorados. Nos lo dicen y así lo indican en la hoja de evaluación, que es superpositivo, que se sienten acompañados. Siempre mandamos cuando todo acaba una carta de condolencia. A mí todo esto me hace crecer y sentir. Ser útil», reconoce Cristina.
Esta psicóloga explica asimismo que «a la gente, a la sociedad, le da miedo la muerte. Incluso hablar de ella. Al cuidador le da pánico enfrentarse a lo que le espera, tiene temor a que algo se tuerza, a no responder bien a las necesidades del paciente y los paliativos ayudan muchísimo a afrontar ese momento. Al hospital acude la gente más por miedo de sentirse atendida, por si no sabe qué hacer;pero si todo está encaminado es más fácil».
Por todo ello, la demanda ha crecido muchísimo en los últimos años y, desde luego, en particular en esta pandemia.
En cuanto a los paliativos infantiles, «ahora lo lleva otro equipo; pero he trabajado también con niños. El número de casos siempre es menor; pero estás muchos años con ellos, aunque, afortunadamente, fallecen poquitos. Tiene más continuidad y la intervención es mayor, es más cansado porque tienen muchas necesidades y hay que estar ahí. Resulta duro pero también gratificante»
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