El contrapoder de la prensa que logró socavar la dictadura
El historiador Enrique Berzal participa en la mesa ciudadana que analizó el papel de los medios durante el franquismo
El 4 febrero de 1968, El No rte de Castilla publicó un artículo que no debió de gustarle nada a algún integrante del férreo engranaje franquista. Se titulaba ‘LSD’, lo escribía Francisco Umbral y estaba lleno de «afirmaciones sensacionalistas» para los cánones de la dictadura. Por ejemplo, que el LSD es una droga que provoca «la exaltación erótica».
La instrucción fue clara:hay que mantener una «actitud vigilante»sobre Umbral. Yasí, tantas. Es tan solo uno de los ejemplos que rescató de los expedientes el historiador Enrique Berzal para armar su intervención en las jornadas ciudadanas que sobre el franquismo acoge la Facultad de Derecho.
La mesa de ayer, en la que intervinieron también los periodistas Luis Miguel de Dios, Fernando Valiño y Javier Cuevas (moderador), organizada por la Universidad yTerritorios de la Memoria, estuvo dedicada a los medios de comunicación, «algo que los gobernantes siempre han querido controlar para mantenerse en el poder». Berzal subrayó cómo este control fue muy férreo en los primeros decenios de la dictadura y cómo, después de la Ley Fraga (1966),y sobre todo en el tardofranquismo, los medios se convirtieron en un «contrapoder que consiguió socavar la dictadura».
La conferencia de Berzal, también colaborador de El Norte de Castilla, estuvo plagada de anécdotas y ejemplos de que también desde los medios locales se ejerció la oposición contra el franquismo, muchas veces de forma velada y con interesantes maniobras para sortear la censura.
La ley general de abril de 1938 definía a la prensa como «un órgano decisivo en la formación de la cultura popular y, sobre todo, en la creación de conciencia colectiva». El franquismo fijó así la censura previa, asignó cupos de papel, controló las licencias para crear empresas periodísticas y nombró a los directores de los medios. Un control de hierro, incluso, con persecuciones a periodistas.
Ocurrió en Valladolid en 1937, con la detención de siete trabajadores de El Norte de Castilla (redactores, linotipistas...) acusados de pertenecer al PSOE, UGT o la Casa del Pueblo. Fueron tildados, en los expedientes, como «indeseables, malos, fanfarrones, mangoneadores». «El Norte de Castilla logró evitar la incautación gracias en gran medida a la labor de Cossío», explicó Berzal, pero, en 1943, el propio Cossío fue depurado y sustituido por Gabriel Herrero, cura jonsista.
Durante el decenio de 1950, con el nombramiento de Miguel Delibes como subdirector, «la situación se complicó» y el periódico recibió apercibimientos, por ejemplo, por no meter una foto de Franco lo suficientemente grande en la conmemoración del 1 de abril, ‘día de la victoria’. Una vez convertido en director de El Norte, Delibes recuperó las esencias liberales y castellanistas del periódico y denunció la miseria del campo, lo que iba contra los intereses del Gobierno. En 1966 se aprobó la Ley Fraga, «tradicionalmente considerada como un paso adelante hacia la libertad, pues eliminaba la censura previa y el régimen de consignas y facultaba a los editores a nombrar sus directores», dijo Berzal.