El confinamiento dispara la venta 'on line' de puzles y revitaliza un pasatiempo clásico
El vallisoletano Alfonso Álvarez-Ossorio, presidente de la asociación nacional Aepuzz, destaca las «ventajas educativas y para la salud» de los rompecabezas
Justo al terminar el postre, cuando la mesa del salón ha quedado libre después de la comida y de una larga jornada de teletrabajo, Fresia Boisier despliega en su casa de Laguna de Duero una tabla donde tiene un puzle de 1.500 piezas a medio ensamblar. Las tardes de confinamiento por el coronavirus se hacen más cortas entre pieza y pieza.
«Es la mejor forma de meter la cabeza en otras cosas. Mientras hago un puzle, estoy embebida. Me relajo. Me da tranquilidad», asegura Fresia. Y su sensación es compartida –dicen las cifras– por muchas familias durante esta reclusión forzosa.
El confinamiento decretado por el coronavirus ha revitalizado la afición por este pasatiempo. «Los principales puntos de venta 'on line' han detectado en las últimas semanas un repunte importante en el número de pedidos. Y todos están agotando sus últimas unidades en 'stock'», asegura el vallisoletano Alfonso Álvarez-Ossorio, presidente de la Asociación Española de Puzzles (Aepuzz).
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Javier Buzón, propietario de lacasadelpuzzle.com, afirma que durante estos días se han triplicado las ventas respecto a la Navidad, el mejor periodo del año, con «más de 500 pedidos diarios». El coruñés Luis Castro, propietario de doctorpanush.com, recuerda que es complicado «disponer de 'stock' de embalaje»para hacer frente a tantos envíos. En la tienda barcelonesa Puzzlemanía han tenido que contratar a tres personas «y sacar a la venta puzles descatalogados de años pasados», como explica Caroline Bellés, responsable del negocio.
«Sí, podemos hablar de una locura puzlera en unos hogares ávidos de pasatiempos», defiende Álvarez-Ossorio, quien subraya que los rompecabezas han sido «elemento de cohesión familiar desde hace más de dos siglos y medio» y recuerda que esta afición tiene «cualidades beneficiosas para la salud, ya que, por ejemplo, se utiliza para ralentizar el avance del alzhéimer».
Valladolid es un foco especial de la afición por los puzles y ha sido escenario de varios campeonatos nacionales en la Cúpula del Milenio. Además, para este mes de septiembre, montadores de sesenta países tienen pensado reunirse (si la situación sanitaria lo permite) para competir en el torneo internacional de la disciplina, que se celebra este año a orillas del Pisuerga.
Blanca Niño es una de las grandes apasionadas de los puzles en Valladolid, integrante de la asociación nacional. «Mi madre siempre cuenta que la única forma de conseguir que comiera, con solo tres años, era con un puzle encima de la mesa. Entre pieza y pieza conseguía darme la comida», asegura Blanca, quien dejó un poco de lado la afición durante los años de instituto y Universidad. «La retomé cuando comencé a trabajar. Soy arquitecto técnico. Los puzles me sirven para relajarme y desconectar cuando llego a casa. Ayudan a controlar el estrés», dice. «Y mejoran la autoestima. Es un reto enfrentarte a un puzle y cuando lo ves terminado, es una gran satisfacción. Un puzle te enseña a ser paciente, a afrontar retos y a elaborar estrategias o métodos para afrontarlos», añade Blanca.
«Siempre hay truquitos. Empezar por los bordes. Separar las piezas por colores o por formas... Pero yo soy muy ecléctica. Soy poco de ordenar las piezas. Prefiero buscarlas dentro de la bolsa», asegura Fresia, quien recomienda comenzar por dibujos sencillos y puzles con pocas piezas. Y a partir de ahí, incrementar la dificultad.
«Ahora yo estoy con uno de 1.500 de un paisaje con animales. Mi hijo se ha hecho durante la cuarentena dos de 500 y un mapamundi de mil. Y mi hija está con otro de 500», añade. «Hay que coger puzles sin miedo y con paciencia», recomienda Fresia, quien no suele guardarlos montados una vez que los ha concluido.«Me gusta mucho el tacto del puzle terminado, pasar la mano por encima.Pero luego los desmonto. Enteros. Que no quede ninguna pieza ensamblada». Y así, cuando le apetece, recuperarlos y volverlos a montar. «Casi todos los hogares tienen algún puzle. Es un buen momento para recuperarlos», recomienda Álvarez-Ossorio, quien ha transmitido la afición a la pequeña Sofía. Juntos, pieza a pieza, le hacen frente al confinamiento.