El colegio de La Beneficencia, subvencionado por la Junta por una proyecto de resiliencia postcovid
El centro, cuya residencia de mayores fue castigada por la pandemia, recibe la máxima puntuación en el programa de formación para técnicos de atención a dependientes
El colegio de La Milagrosa y Santa Florentina, perteneciente a la Asociación Casa de Beneficencia de Valladolid, cuya residencia de mayores fue la primera en padecer los efectos del coronavirus, acaba de ser reconocida por un trabajo de resiliencia postcovid.
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El centro, que cuenta con dos grados de formación profesional destinados a formar a técnicos de asistencia para dependientes, ha recibido la máxima puntuación por parte de la Junta de Castilla y León en el programa Aula Empresa.
El trabajo presentado por el centro ha recibido 33,70 puntos y una cuantía de 3.000 euros, que han reconocido un proyecto cimentado «en la dura experiencia que vivieron los profesionales de La Beneficencia en el inicio de la pandemia», explican fuentes del colegio vallisoletano.
La ONG es una entidad privada sin ánimo de lucro con más de doscientos años de antigüedad y que gestiona la residencia de personas mayores, con más de 160 residentes. «Entre marzo y abril de 2020 sufrimos el impacto de la pandemia. Fuimos probablemente los primeros en Castilla y León en sufrirla, en afrontarla y confiamos en superarla», defiende el presidente de la asociación, Mariano Reglero.
«Tuvimos que adoptar medidas duras en el régimen de convivencia que, a la larga, han permitido mantener a raya la enfermedad», añade Reglero, quien explica que aprovechando «algunas de las experiencias en la gestión de la crisis», y con el conocimiento de experiencias compartidas en esa fase, el centro confeccionó el proyecto 'El desafío del TAPSD: Resiliencia Post-Covid', valorado ahora por el Ejecutivo Autonómico en una línea de subvenciones que busca vincular formación profesional con la realidad empresarial.
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«El proyecto de nuestro colegio destaca por su temática y lo entendemos como un auténtico premio al equipo educativo (más de treinta personas) y a su integración con el gran trabajo que se hace en la residencia por cerca de ochenta trabajadores», agrega el presidente de la ONG, quien reconoce el trabajo realizado por los profesores del colegio, con su directora a la cabeza, Isabel Martín.
«Esos mismos profesores tuvieron que arrimar el hombro durante lo peor de la pandemia. Buscar trabajadores, y ayudar para frenar una enfermedad que nos castigó duramente», concluye Reglero en relación a los fallecidos en la residencia, más de doce personas a finales del mes de marzo de 2020.
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