Castilla y León espera al aumento de los casos positivos con la UCI al 60%
Felipe VI arenga a los ciudadanos, recuerda que ha habido momentos «muy graves» antes y asegura que «como entonces, se superarán»
La pandemia de coronavirus ha dejado el país a dos velocidades. La de los ciudadanos, lenta, mecida por un tiempo espeso en el que se alternan el temor creciente y la necesidad de aprender. Aprender a comprar de otro modo, a relacionarse de otro modo, a trabajar de otro modo. Y la de las instituciones, vertiginosa. Forzada a tomar decisiones cuya validez apenas resiste el paso de unas horas y a afrontar infinidad de pequeños problemas que emergen por doquier. Ayer, sin ir más lejos, ¿por qué hay que seguir pagando la televisión en los hospitales, con gente en aislamiento sin nada que hacer para pasar su tiempo –este también lento, más aún que el de los demás–? Y la consejera de Sanidad responde: «Estamos trabajando en ello». En ello y en un plan para que nadie se muera solo. Que suena duro, sí, pero que es tan real como los 31 fallecidos que ya se han registrado en Castilla y León.
En el tiempo 'presto', la Junta vive pendiente de la eclosión de positivos. Que va a llegar. «En los próximos días los casos van a seguir aumentando. Que no cunda el desánimo ni la desconfianza. Es normal que ocurra. El periodo de incubación es de 14 días», anunció Verónica Casado. A eso se añadirá que pronto –quizá no tan pronto, las decisiones son rápidas, pero su ejecución es más lenta– se comenzará a practicar el test a todas las personas con síntomas. Y en algún momento se comunicarán los datos de quienes, con signos leves, se han aislado en casa siguiendo las instrucciones de su médico de atención primaria.
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Así que los datos van a crecer aún. Y lo van a hacer a un ritmo para el que hay que estar preparado. «Nuestras Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) tienen un 60% cubierto, es diferente según las UCI pero como media es ese 60%, y un 20% es por COVID. De manera general, la cobertura de ocupación de nuestros hospitales es de un 53%», indicó Casado. Están ya listas las carpas en el exterior de los centros hospitalarios; está a disposición de la Sanidad pública la Sanidad privada, que ayer empezó a ceder algunos de sus profesionales en determinadas especialidades; están los hoteles preparados para servir de habitaciones de hospital, llegado el caso, como el Gran Hotel Colón, del empresario Abel Matutes, en Madrid. «Mañana entran los primeros pacientes. 365 cuartos más para ganar la guerra», arengaba en sus redes sociales.
Porque otra vertiente que cuenta con una velocidad de expansión brutal es la solidaria. Es la que ha permitido a Castilla y Léon mantener el equipamiento necesario de protección para los profesionales sanitarios. Y la que debe seguir haciéndolo, si se atiende a la llamada de la consejera de Sanidad a las empresas textiles. «Que ayuden a fabricar más protección en equipamientos plastificados y demás. Que se pongan en contacto con la Consejería y les diremos las especificaciones técnicas».
Y harán falta voluntarios de personal sanitario. El primer día se recibieron cien solicitudes.Ya van más de seiscientas.
Y harán falta psicólogos. Para los propios médicos, «muy tensionados», explicó Verónica Casado, y para los propios pacientes en aislamiento.
Arenga de Felipe VI
Con la solidaridad desbocada, llegó el turno del mensaje político. El de los partidos en el Congreso, casi vacío, tratando de dejar para más tarde los 'ya te lo dije' y las reivindicaciones. «Me importan un rábano las banderas y las fronteras», dijo Torra para justificar su petición de cerrar Cataluña y Madrid como una necesidad simplemente sanitaria. «Puede contar con el apoyo del PP. Tiempo habrá de dirimir las negligencias y retrasos en la gestión de esta crisis», enunció Pablo Casado. Vox, con Espinosa de los Monteros, y ERC, con Gabriel Rufián, se salieron de este clima de entente cordial para atizar, cada cual según sus puntos de vista, al Gobierno.
Y llegó el mensaje del Rey. Felipe VI salía sin el aura de aquel 3-O tras el 1-O. Sin la templanza admirada de su padre el 23-F. Cargaba, en su discurso institucional, con el lastre de las comisiones recién conocidas de don Juan Carlos, con su decisión de renunciar a su herencia y de retirarle la asignación presupuestaria al rey emérito, su padre, después de haber visto pasar por la cárcel a su cuñado. Por las redes se movilizaba una 'cacerolada' de protesta. Y sonó en algunas ciudades mientras el monarca trataba de insuflar ánimo a la ciudadanía. «España recuperará su pulso, su vitalidad, su fuerza», aseguró. Y recordó que siempre hubo momentos difíciles. «Y muy graves, pero como las anteriores esta también la superaremos, porque España es un gran país, un gran pueblo que no se rinde ante las dificultades».